¿El vaso está medio lleno o medio vacío? ¿El automóvil es azul o verde? ¿Es un día hermoso o un día deprimente?

Todos vemos el mundo desde una perspectiva particular. Dos personas pueden ver exactamente la misma cosa o presenciar el mismo suceso y marcharse con impresiones completamente distintas. ¿Quién tiene la razón? ¿Cuál es la verdad?

Lo que vemos o sentimos varía debido a que todos somos diferentes. A veces las variaciones son pequeñas —como decir “papa” o “patata”—; ninguna de las opciones es incorrecta, simplemente son diferentes. Pero en otras ocasiones estas discrepancias tienen como resultado la pérdida de oportunidades o bendiciones que el Creador nos ha enviado.

Vemos el mundo a través de nuestro lente individual teñido con nuestras propias experiencias y nuestro ego. Los kabbalistas enseñan que nuestro ego puede evitar que veamos las cosas como realmente son. El ego tiende a desviar nuestra atención hacia la carencia, motivándonos a que nos enfoquemos en lo que falta en nuestra vida en lugar de enfocarnos en las posibilidades ante nosotros.
Siempre hay puntos de vista diferentes de una misma situación. Es nuestro trabajo ir más allá del alcance de nuestro ego para ver nuestro potencial y el potencial en otras personas.

¿Por qué es esto tan importante? La manera en la que vemos el mundo está directamente relacionada con la manera en la que vivimos e interactuamos con el mundo. Cuando nos enfocamos en la carencia, se hace aún más difícil ver oportunidades y bendiciones. Además, esto puede convertirse en un hábito. Percibimos un falso sentido de seguridad a partir de la negatividad; si nunca esperamos recibir bendiciones, nunca nos decepcionaremos cuando las bendiciones no nos lleguen. Pero esto es una espiral en caída libre que de hecho nos aleja de las bendiciones que el Creador tiene almacenadas para nosotros y atrae la negatividad a nuestra vida. Al enfocarnos en lo que no tenemos nos volvemos ciegos a las bendiciones que sí tenemos. Michael Berg dice: “Aunque el Creador puede ser encontrado en todas las cosas, la decisión de buscarlo está en nuestras manos”.

Así que, ¿cómo comenzamos a ver lo que ni siquiera estamos seguros de que esté allí? Los kabbalistas enseñan que deberíamos conducirnos en la vida como si estuviéramos ciegos. Asumir que tenemos la historia completa nos lleva a tener una mente cerrada. Lo único que es seguro asumir es que hay otro punto de vista que aún no hemos considerado. Cuando nos enfrentamos a obstáculos en la vida, es difícil ver alrededor de ellos. Un pequeño accidente con nuestro vehículo agrega horas de papeleo y llamadas telefónicas a nuestro ocupado cronograma. Una gripe común hace que el estudio nocturno para los exámenes finales sea casi imposible. El tráfico inesperado hace que lleguemos tarde a una reunión importante. Los kabbalistas sugieren que abordemos situaciones como estas con “ojos ciegos”, sabiendo que siempre hay una bendición, una lección importante o una oportunidad positiva escondida en un contratiempo.

La verdad es que entendemos muy poco acerca del mundo espiritual. Al abrirnos a la posibilidad de que podríamos estar completamente equivocados con respecto a lo que consideramos como verdad, es más probable que notemos el trabajo del Creador y las bendiciones a nuestro alrededor, o que veamos una mejor solución para un problema. Michael Berg dice: “Con el tiempo, cuando ya no cuestionemos si estamos viendo o no la mano del Creador, y cuando reconozcamos que absolutamente cada pensamiento de naturaleza espiritual es una revelación directa de parte del Creador, comenzaremos a elevarnos al nivel de los profetas”.

Es fácil sentirse atascados de vez en cuando. A veces una oportunidad está justo en frente de nosotros, pero no podemos verla porque nuestra visión espiritual es muy limitada. Sólo debemos alejarnos y ampliar nuestro campo de visión para observar que existe otro camino. Confía en que el Creador siempre te guiará hacia cosas mejores.

El mundo está lleno de bendiciones, cada una de ellas se encuentra en las manos del Creador, ya sea que lo veas o no. Las oportunidades cruzan nuestro camino cada día. Al movernos hacia adelante lentamente, con los ojos bien abiertos y sabiendo que las apariencias engañan, es más probable que veamos las grandes cosas en este mundo que tenemos el potencial de alcanzar.