"Algo de mis Yo's Puntosuspensivadas (…)" by Brenda G. alias Kamala Telb

Siddharta y Kamala

Palabras de Siddharta a Kamala

"Tú eres como yo, diferente de la mayoría de las personas, eres Kamala y nada más. Dentro de ti hay paz y un refugio a donde puedes ir a cada hora del día. Yo también puedo hacerlo. Poca gente tiene ese asilo y, sin embargo, todos lo podrían tener."

Ujuuum....ASI MISMITO!!

Ujuuum....ASI MISMITO!!
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viernes, 15 de enero de 2016

Las 11 diferencias entre las mujeres inmaduras y las mujeres maduras

 
Y quien se ruborice por la foto del post... ni modo... que ponga en oración de gratitud, la chuuuula libertad de expresión de la pureza hecha honestidad!! Emoticón wink (con Brenda Glez)

domingo, 22 de marzo de 2015


Las 11 diferencias entre las mujeres inmaduras y las mujeres maduras:



1. Las mujeres inmaduras quieren controlar al hombre en sus vidas. Las mujeres maduras, saben que si el hombre es realmente suyo, no hay necesidad de control.

2. Las mujeres inmaduras te gritan porque no las llamas. Las mujeres maduras están demasiado ocupadas y sólo se limitan a decirles con poemas y mensajes dulces que la recuerdes. 

3. Las mujeres inmaduras monopolizan el tiempo de su hombre. Las mujeres maduras se dan cuenta de que un poco de espacio, hace del tiempo juntos algo más especial.

4. Las mujeres inmaduras no perdonan y se castigan y castigan por el rencor, en cambio, las mujeres maduras perdonan, ofrecen su hombro y un pañuelo. 

5. Las mujeres inmaduras tienen miedo de estar solas. Las mujeres maduras lo utilizan como tiempo para su crecimiento personal. 

6. Las mujeres inmaduras ignoran a los buenos hombres. Las mujeres maduras ignoran a los malos. 

7. Las mujeres inmaduras lastimadas por un hombre, hacen que todos los hombres paguen por eso. Las mujeres maduras saben que fue sólo un hombre y nada mas. 

8. Las mujeres inmaduras se enamoran y persiguen sin descanso. Las mujeres maduras saben que algunas veces el que tu amas, te amará y si no, continúan su camino sin rencor. 

9. Las mujeres inmaduras te hacen que vuelvas a casa. Las mujeres maduras hacen que quieras siempre volver a casa. 10. Las mujeres inmaduras dejan su agenda abierta y esperan a que su hombre hable para hacer planes. Las mujeres maduras hacen sus planes y cariñosa mente notifican a los hombres para que ellos se integren como mejor les convenga. 

11. Las mujeres inmaduras leerán esto y harán una mueca. Las mujeres maduras lo compartirán.


Hey Tu, Te Amo

Mi única misión es robarle una sonrisa, sin decir una sola palabra.

martes, 2 de junio de 2015

PLAYLIST: *Llegó con tres heridas* MIGUEL HERNÁNDEZ - J.M. Serrat

*Llegó con tres heridas* MIGUEL HERNÁNDEZ - J.M. Serrat







Subido el 15/02/2010
Poema de Miguel Hernández interpretado magistralmente por J.M. Serrat.

"Llegó con tres heridas" Miguel Hernández

Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.

Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.

Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

martes, 23 de septiembre de 2014

(PN) "Muere Lentamente" de Pablo Neruda

Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en sí mismo.

Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.

Muere lentamente quien se transforma en esclavo del hábito,
repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.

Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaídos.

Muere lentamente quien no cambia de vida
cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy! - ¡Haz hoy!
¡Arriesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!
Pablo Neruda 


Muere lentamente.....
quien no sueña,
ni persigue sus sueños,
quien no confía,
quien no lo intenta,
quien no Ama....
Lo contrario es estar vivo.

Un beso y un fuerte abrazo con mucho cariño.
Bendiciones,
Milly

sábado, 20 de septiembre de 2014

VIDEO: "UN GRAN HOMBRE"

UN GRAN HOMBRE





https://www.youtube.com/watch?v=ym-eqW_k0lA

Subido el 27/07/2009
Quiero desde a qui dar las gracias tosdos mis amigos y amigas que an compartido mi video Poemas para los amigos, decirles atra vez de este , que muchas gracias por verlo y por compartilo, y desarles unas felices vacacione y que en septiembre con muchisimo retraso pero con mucho gusto contestare a todos desde mi ordenador. Gracias amigos y un fuerte beso para tod@s , Toñy o Yuldre...Dedicado a todos los grandes hombres y mujeres.

lunes, 25 de agosto de 2014

VIDEO: Esencia De Mujer "Te Amo" de Gian Franco Pagliaro

Esencia De Mujer "Te Amo" de Gian Franco Pagliaro





https://www.youtube.com/watch?v=yRLM6X4rAdk

Subido el 21/01/2012
Poema en la voz de Rocio Brauer de Esencia De Mujer en Stereo Joya.
Corrijanme si estoy mal, pero tengo entendido que el autor es Gian Franco Pagliaro, aunque muchos lo confunden con Pablo Neruda como el autor de este poema.

viernes, 15 de agosto de 2014

(VIDEO) APRENDIENDO (de Jorge Luis Borges)



APRENDIENDO (de Jorge Luis Borges)





https://www.youtube.com/watch?v=Lv6a8ojd0ok

Publicado el 13/04/2013
Poema "Aprendiendo" de Jorge Luis Borges (algunos dicen que su autor no es él sino de Verónica Shoffstall).
Música de fondo: Canon in D by Johann Pachelbel (piano).
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Jorge Luis Borges: Aprendiendo

"Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una
mano y encadenar un alma.

Y uno aprende que el AMOR no significa acostarse.

Y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender ....

Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza
a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende
a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es
demasiado inseguro para planes ... y los futuros tienen su forma de caerse
por la mitad.

Y después de un tiempo uno aprende que, si es demasiado, hasta el calor del
Sol puede quemar.

Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de
esperar a que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es realmente fuerte, que
uno realmente vale, y uno aprende y aprende ... y así cada día.

Con el tiempo aprendes que estar con alguien, porque te ofrece un buen
futuro, significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.

Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos
sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad.

Con el tiempo te das cuenta de que si estás con una persona sólo por
acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás no deseando volver a verla.

Con el tiempo aprendes que los verdaderos amigos son contados y que quien no
lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de falsas amistades.

Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en momentos de ira siguen
hiriendo durante toda la vida.

Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es
atributo sólo de almas grandes.

Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, es muy
probable que la amistad jamás sea igual.

Con el tiempo te das cuenta que aun siendo feliz con tus amigos, lloras por
aquellos que dejaste ir.

Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona
es irrepetible.

Con el tiempo te das cuenta de que el que humilla o desprecia a un ser
humano, tarde o temprano sufrirá multiplicadas las mismas humillaciones o
desprecios.

Con el tiempo aprendes a construir todos tus caminos en el hoy, porque el
sendero del mañana no existe.

Con el tiempo comprendes que apresurar las cosas y forzarlas a que pasen,
ocasiona que al final no sean como esperabas.

Con el tiempo te das cuenta de que en realidad lo mejor no era el futuro,
sino el momento que estabas viviendo justo en ese instante.

Con el tiempo verás que aunque seas feliz con los que están a tu lado,
añorarás a los que se marcharon.

Con el tiempo aprenderás a perdonar o pedir perdón, decir que amas, decir
que extrañas, decir que necesitas, decir que quieres ser amigo, pues ante
una tumba ya no tiene sentido.

Pero desafortunadamente, sólo con el tiempo..."

viernes, 4 de julio de 2014

Carta de Don Quijote a Dulcinea Voz Nicolás Ruiz. Cátolica del Norte

carta de Don Quijote a Dulcinea Voz Nicolás Ruiz. Cátolica del Norte




https://www.youtube.com/watch?v=L_p1UqjWtDA



CARTA DE DON QUIJOTE A DULCINEA DEL TOBOSO
Soberana y alta señora:
El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte,
El Caballero de la Triste Figura (pp. 286-87).
Tomado de http://www.euskonews.com/0344zbk/gaia34402es.html

A continuación, el articulo completo

Dulcinea, ideal amoroso del caballero don QuijoteEscuchar artículo - Artikulua entzun

Carlos MATA INDURAIN, GRISO-Universidad de Navarra
EDon Quijote de la Mancha1 adquieren un marcado protagonismo los personajes femeninos2. Pero el más importante de todos ellos es, sin duda alguna, Dulcinea, motor de la acción principal: don Quijote es un caballero andante que lucha por y para su amada, la sin par Dulcinea del Toboso, modelo de dama tomado de las novelas de caballerías (según la idea del amor cortés, mezclada con las teorías amorosas neoplátonicas y petrarquistas), y en especial, de Oriana, la enamorada de Amadís. La necesidad que don Quijote tiene de una dama de sus pensamientos para llegar a ser caballero andante se pone de manifiesto ya en el primer capítulo del Quijote:
Don Quijote de la Mancha
Don Quijote de la Mancha, de Rafael Gil. Año 1948.
Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmádose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma (p. 43)3.
En realidad, Dulcinea es una idealización de la rústica Aldonza Lorenzo, una labradora del Toboso, como se nos explicita en este otro pasaje:
¡Oh, y cómo se holgó nuestro buen caballero cuando hubo hecho este discurso, y más cuando halló a quien dar nombre de su dama. Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni le dio cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso» porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto (I, 1, p. 44).
El de Aldonza Lorenzo es un nombre que connota rusticidad, baja condición social e incluso actitudes groseras, como parece apuntar el refrán «A falta de moza, buena es Aldonza». El hidalgo, de la misma forma que ha bautizado a su caballo y a sí mismo, renombra a Aldonza y la convierte en virtud del poder mágico de la palabra en Dulcinea, nombre creado a partir de modelos prestigiosos (Melib-ea, Claricl-ea, Galat-ea) y que connota ‘dulzura’. A partir de ese instante, don Quijote se encomendará a su amada Dulcinea al emprender sus diversas aventuras. Por ejemplo, en I, 3 se dirige a ella con estas palabras en el momento de la vela de armas:
—¡Oh señora de la hermosura, esfuerzo y vigor del debilitado corazón mío! Ahora es tiempo que vuelvas los ojos de tu grandeza a este tu cautivo caballero, que tamaña aventura está atendiendo (p. 59).
Más tarde, en I, 22, tras liberar a los galeotes, les pide que
luego os pongáis en camino y vais a la ciudad del Toboso y allí os presentéis a la señora Dulcinea del Toboso y le digáis que su caballero, el de la Triste Figura, se le envía a encomendar, y le contéis punto por punto todos los que ha tenido esta famosa aventura hasta poneros en la deseada libertad; y, hecho esto, os podréis ir donde quisiéredes, a la buena ventura (p. 246).
En Sierra Morena tiene lugar uno de los momentos de máximo acercamiento de don Quijote al ideal de su amada (capítulo I, 25). Será allí donde don Quijote realice su famosa penitencia de amor (a imitación de la de Amadís en la Peña Pobre) y le escriba una hermosísima carta. En primer lugar, don Quijote confiesa a Sancho que su dama es una creación de su espíritu, como las de tantos otros poetas que las presentan idealmente en sus obras:
—Sí, que no todos los poetas que alaban damas debajo de un nombre que ellos a su albedrío les ponen, es verdad que las tienen. ¿Piensas tú que las Amarilis, las Filis, las Silvias, las Dianas, las Galateas, las Fílidas y otras tales de que los libros, los romances, las tiendas de los barberos, los teatros de las comedias están llenos, fueron verdaderamente damas de carne y hueso, y de aquellos que las celebran y celebraron? No, por cierto, sino que las más se las fingen por dar subjeto a sus versos y porque los tengan por enamorados y por hombres que tienen valor para serlo (p. 285).
Después, el caballero expresa una de sus confesiones amorosas más notables:
—Y así, bástame a mí pensar y creer que la buena de Aldonza Lorenzo es hermosa y honesta, y en lo del linaje, importa poco, que no han de ir a hacer la información dél para darle algún hábito, y yo me hago cuenta que es la más alta princesa del mundo. Porque has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar, más que otras, que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea, porque en ser hermosa, ninguna le iguala, y en la buena fama, pocas le llegan. Y para concluir con todo, yo imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad (p. 285).
Así, don Quijote, el Caballero de la Voluntad, concibe idealmente a Dulcinea y cambia la realidad con la fuerza de su imaginación (destaquemos especialmente ese «píntola en mi imaginación como la deseo»); su creación no es la de un loco, sino la de un artista creador: Dulcinea es su más bello poema de amor. Sancho —que se ha enterado de que Dulcinea es en realidad la rústica Aldonza Lorenzo4— no quiere seguir discutiendo: le da la razón para evitarse problemas y le pide que le entregue la carta. Don Quijote se retira y comienza a escribirla en el librillo de memoria de Cardenio y luego se la lee a Sancho, para que la tome dememoria por si se perdiere la escrita. Esta bella epístola, que ha sido calificada por Pedro Salinas como «la mejor carta de amores de la literatura española»5, reza así:
CARTA DE DON QUIJOTE A DULCINEA DEL TOBOSO
Soberana y alta señora:
El ferido de punta de ausencia y el llagado de las telas del corazón, dulcísima Dulcinea del Toboso, te envía la salud que él no tiene. Si tu fermosura me desprecia, si tu valor no es en mi pro, si tus desdenes son en mi afincamiento, maguer que yo sea asaz de sufrido, mal podré sostenerme en esta cuita, que, además de ser fuerte, es muy duradera. Mi buen escudero Sancho te dará entera relación, ¡oh bella ingrata, amada enemiga mía!, del modo que por tu causa quedo: si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto, que con acabar mi vida habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte,
El Caballero de la Triste Figura (pp. 286-87).
Como explica Salinas, la carta supone una comunicación entre el yo creador (don Quijote poeta) y su creatura (Dulcinea, la mujer ideal). La carta destaca por el artificio con que está construida, utilizando la fabla arcaizante de los libros de caballerías. Sin embargo, pese a su sabor libresco, es también una carta teñida de sublimidad y sentimiento, una carta que al decir del poeta Salinas tiende hacia lo alto (recordemos que don Quijote la ha escrito en una «alta montaña» y que la dirige a su «soberana y alta señora», y que Sancho, aunque apenas alcanza a captar el significado de la misiva, encuentra igualmente que «es la más alta cosa que jamás he oído», p. 287).
Después de ese episodio, nuestro voluntarioso caballero confiesa con más vehemencia que nunca que es Dulcinea quien infunde valor a su brazo y da por hecho que ha ganado ya el reino de Micomicón gracias a «el valor de Dulcinea, tomando a mi brazo por instrumento de mis hazañas» (I, 30, p. 353). Y añade entonces una de las más bellas frases del Quijote referidas a su ideal amoroso:
—Ella pelea en mí y vence en mí, y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser (p. 353).
Así pues, en la Primera Parte del Quijote, Dulcinea permanece en el plano de lo ideal, aunque también encontramos algunas leves incursiones en el territorio de lo realista: la primera visión a ras de tierra corresponde al momento en que el traductor nos transmite una de las notas marginales del manuscrito de Cide Hamete, al afirmar que Dulcinea tuvo la mejor mano para salar puercos de toda la Mancha (I, 9, p. 108); la segunda es cuando don Quijote reconoce ante Sancho que su Dulcinea es la hija de los rústicos Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales y que, por lo tanto, no es una dama principal (I, 25); y la tercera, cuando Sancho, al inventar el resultado de su supuesta embajada al Toboso, nos ofrece una imagen degradada de la igualmente supuesta princesa, que él describe como una mujer bastante poco atractiva, a la que ha encontrado ahechando trigo, que despedía «un olorcillo algo hombruno, y debía de ser que ella, con el mucho ejercicio, estaba sudada y algo correosa» (I, 31, p. 359).
En cambio, en la Segunda Parte la relación de don Quijote con Dulcinea se da plenamente en el ámbito de lo real, que tiende a la degradación del personaje femenino a través de lo grotesco. Así, cuando se dirigen al Toboso, Sancho convence a don Quijote de que una labradora que se acerca por el camino es Dulcinea. Don Quijote, una vez más, habrá de apelar al habitual recurso de los encantadores enemigos para explicarse por qué él la ve como una vulgar labradora, que despide un aliento «a ajos crudos, que me encalabrinó y atosigó el alma» (p. 709). En la aventura soñada de la cueva de Montesinos, don Quijote de nuevo no la contempla como la alta y soberana señora de sus pensamientos, sino que sigue viendo a la Dulcinea «sanchificada». Para colmo, la única prenda de amor que la dama le pide entonces es que le dé unos reales, petición que don Quijote no puede satisfacer pues no tiene dinero, con la consiguiente decepción que ello supone para él.
En los capítulos 32 y siguientes de la Segunda Parte, coincidiendo con la estancia en el Palacio ducal, se retoma el motivo de Dulcinea encantada. Los Duques tienen conocimiento de ella a través de la lectura de la Primera Parte y, además, la Duquesa sonsaca astutamente a Sancho. Es ella quien pide a don Quijote que describa a su amada, pero el caballero no puede hacerlo, y esto resulta muy significativo; en la Primera Parte había afirmado: «píntola en mi imaginación como la deseo» (I, 25, p. 285); pero tras la embajada al Toboso y, luego, tras la amarga experiencia de la cueva de Montesinos, el caballero no puede describirla. Nuevamente ha de echar mano al recurso de los encantadores para explicar lo que sucede:
—Y, así, viendo estos encantadores que con mi persona no pueden usar de sus malas mañas, vénganse en las cosas que más quiero, y quieren quitarme la vida maltratando la de Dulcinea, por quien yo vivo; y, así, creo que cuando mi escudero le llevó mi embajada, se la convirtieron en villana y ocupada en tan bajo ejercicio como es el de ahechar trigo; pero ya tengo yo dicho que aquel trigo ni era rubión ni trigo, sino granos de perlas orientales, y para prueba desta verdad quiero decir a vuestras magnitudes cómo viniendo poco ha por el Toboso jamás pude hallar los palacios de Dulcinea, y que otro día, habiéndola visto Sancho mi escudero en su mesma figura, que es la más bella del orbe, a mí me pareció una labradora tosca y fea, y nonada bien razonada, siendo la discreción del mundo; y pues yo no estoy encantado, ni lo puedo estar, según buen discurso, ella es la encantada, la ofendida, y la mudada, trocada y trastrocada, y en ella se han vengado de mí mis enemigos, y por ella viviré yo en perpetuas lágrimas hasta verla en su prístino estado. Todo esto he dicho para que nadie repare en lo que Sancho dijo del cernido ni del ahecho de Dulcinea, que pues a mí me la mudaron, no es maravilla que a él se la cambiasen. Dulcinea es principal y bien nacida; y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y muy buenos, a buen seguro que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea, por quien su lugar será famoso y nombrado en los venideros siglos, como lo ha sido Troya por Elena, y España por la Cava, aunque con mejor título y fama (II, 32, pp. 899-900).
Los Duques van a tramar una compleja burla a don Quijote basada en este encantamiento de Dulcinea. Se prepara un montaje «teatral», una procesión burlesca, en la que vemos a Dulcinea por tercera vez en esta Segunda Parte: aparece encarnada por un paje, acompañada por una corte de mujeres barbudas, y también de Montesinos y el mago Merlín, quien trae la noticia de que el modo para desencantarla consiste en que Sancho se dé tres mil y trescientos azotes «en ambas sus valientes posaderas». Esto, para don Quijote, supone una nueva tragedia porque la misión de desencantar a su amada no está en sus manos. Y este asunto se transformará para el caballero en una obsesión que le va a acompañar hasta el final de sus días: sus preguntas al mono adivino de maese Pedro y a la cabeza encantada que halle en la casa de Antonio Moreno en Barcelona tendrán que ver, precisamente, con la naturaleza real de lo visto en la cueva de Montesinos y el desencanto de Dulcinea; por otra parte, insistirá a Sancho para que se dé los consabidos azotes y su dama quede libre; su preocupación es tal, que incluso llegará a pactar con su escudero el pago en dinero por cada uno de los azotes (que Sancho terminará dando reciamente, no sobre su cuerpo, sino contra el tronco de unos árboles).
En II, 64, don Quijote queda vencido por el Caballero de la Blanca Luna, pero pese a la derrota no renuncia a su ideal amoroso, y mantiene que «Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude esta verdad» (p. 1160). Más tarde, cuando regresa a su aldea, ve pasar una liebre que huye y, al mismo tiempo, oye el comentario de unos muchachos que pelean por una jaula de grillos. Uno de ellos dice: «—No te canses, Periquillo, que no la has de ver en todos los días de tu vida» (II, 73, p. 1210), y el derrotado caballero interpreta esas palabras como un agüero negativo, el más triste de todos los posibles, entendiendo que hablan de Dulcinea y que nunca más podrá ver a su sin par dama:
¡Malum signum! ¡Malum signum! Liebre huye, galgos la siguen: Dulcinea no parece (II, 73, p. 1210).
Tal es, en esencia, el tratamiento que recibe en la novela de Cervantes la figura de Dulcinea del Toboso: la mujer que encarna el ideal amoroso del caballero andante, héroe de la voluntad que irá cayendo en una progresiva degradación en la Segunda Parte, hasta su total acabamiento. Una figura, la de Dulcinea, que llena con sus presencias —y también con sus ausencias— las páginas de la inmortal obra. De ahí que bien podamos terminar afirmando que el Quijote es también —entre otras muchas cosas— una maravillosa y romántica historia de amor.
Este trabajo es una versión, muy abreviada, de mi ponencia «“Ella pelea en mí y vence en mí”: Dulcinea, ideal amoroso del Caballero de la Voluntad», presentada en el VII Curso Superior de Literatura Malón de Echaide, «Leyendo el Quijote: texto e interpretación», Pamplona, Universidad de Navarra, 4-5 de agosto de 2005. El texto completo puede verse en Ignacio Arellano (ed.),Leyendo el «Quijote». IV Centenario de la publicación de «Don Quijote de la Mancha», número monográfico de Príncipe de Viana, año LXVI, núm. 236, septiembre-diciembre de 2005, pp. 663-76.
Ver Héctor Márquez, La representación de los personajes femeninos en el «Quijote», Madrid, Porrúa, 1990.
Todas las citas del Quijote serán por la edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, Barcelona, Instituto Cervantes-Crítica, 1998.
A diferencia de su amo, Sancho describe a la moza con rasgos hombrunos, por medio de palabras y expresiones cargadas de dobles sentidos: «—Bien la conozco —dijo Sancho—, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzado zagal de todo el pueblo. ¡Vive el Dador, que es moza de chapa, hecha y derecha y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o por andar que la tuviere por señora! ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! Sé decir que se puso un día encima del campanario del aldea a llamar unos zagales suyos que andaban en un barbecho de su padre, y, aunque estaban de allí más de media legua, así la oyeron como si estuvieran al pie de la torre. Y lo mejor que tiene es que no es nada melindrosa, porque tiene mucho de cortesana: con todos se burla y de todo hace mueca y donaire» (p. 283).
Pedro Salinas, «La mejor carta de amores de la literatura española»,Asomante, 8, 1952, pp. 7-19 (estudio reproducido en su libro Ensayos de literatura hispánica, Madrid, Aguilar, 1961, y en 1989 en el núm. 13 de la revista Anthropos).
Zure iritzia / Su opinión euskonews@euskonews.com


jueves, 17 de abril de 2014

BIOGRAFIA: Gabriel Garcia Márquez "El Gabo" (6marzo1927 a 17abril2014-RIP)

Los reportajes de
Biografías y Vidas
Gabriel García Márquez
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Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de marzo de 1927. Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir, cuando Gabriel sólo contaba con cinco años, a la población de Sucre, donde don Gabriel Eligio montó una farmacia y donde tuvieron a la mayoría de sus once hijos.
Los abuelos eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo literario del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil Días, le contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su juventud y de las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine, y fue su cordón umbilical con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona abuela, se la pasaba siempre contando fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad. Entre sus tías la que más lo marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar fin a su vida.
Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori de Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el gusto de ir a la escuela, sólo por verla, además de la puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador.

Gabriel García Márquez
En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió el abuelo y tuvo que irse a vivir con sus padres al sabanero y fluvial puerto de Sucre, de donde salió para estudiar interno en el colegio San José, de Barranquilla, donde a la edad de diez años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de Zipaquirá, una experiencia realmente traumática: el frío del internado de la Ciudad de la Sal lo ponía melancólico, triste. Permaneció siempre con un enorme saco de lana, y nunca sacaba las manos por fuera de sus mangas, pues le tenía pánico al frío.
Sin embargo, a las historias, fábulas y leyendas que le contaron sus abuelos, sumó una experiencia vital que años más tarde sería temática de la novela escrita después de recibir el premio Nobel: el recorrido del río Magdalena en barco de vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le obsequió con la siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera". Ocho meses antes de la entrega del Nobel, en la columna que publicaba en quince periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que Calderón Hermida era "el profesor ideal de Literatura".
En los años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a pintar gatos, burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros de curso. En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una novia que tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En 1946 terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones.
Estudiante de leyes
En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para García Márquez la ciudad del mundo (y las conoce casi todas) que más lo impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a sentir como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad colonial, (...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al Caribe, en donde la gente sentía la presencia de otros seres fenomenales aunque éstos no estuvieran allí".
El estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero logró consolidar su vocación de escritor, pues el 13 de septiembre de 1947 se publicó su primer cuento, La tercera resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80, de El Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises), quien en la presentación del relato escribió que García Márquez era el nuevo genio de la literatura colombiana; las ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de Hernán Merino. A las pocas semanas apareció un segundo cuento: Eva está dentro de un gato.
En la Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a consecuencia del "Bogotazo", la Universidad se cerró indefinidamente. García Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus principales actividades periodísticas: la de columnista. Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en el recién fundado periódico El Universal.
El Grupo de Barranquilla
A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de una librería en la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana, francesa e inglesa, orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que se servían los novelistas. La otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los jóvenes escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no caer en lo folclórico.
Gabriel García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde Cartagena a Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna diaria en El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo el encabezado de "La girafa" y firmada por "Septimus".

Con su hijo y su esposa
En el periódico barranquillero trabajaban Cepeda Samudio, Vargas y Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y discutía todos los días con los tres redactores; el inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del "sabio catalán" o se iba a los cafés a beber cerveza y ron hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían. Hacían la disección de las obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la literatura de ficción de América Latina y muy especialmente en la de García Márquez, como él mismo reconoció en su famoso discurso "La soledad de América Latina", que pronunció con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982: William Faulkner había sido su maestro. Sin embargo, García Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico literario, actividades que, además, no son de su predilección: él prefirió y prefiere contar historias.
En esa época del Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes escritores rusos, ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de periodista, pero también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que pertenecía al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico en el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo era posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos.
También fue la época en que vivía en pensiones de mala muerte, como El Rascacielos, edificio de cuatro pisos, ubicado en la calle del Crimen, que alojaba también un prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta para pasar la noche; entonces le daba al encargado sus mamotretos, los borradores de La hojarasca, y le decía: "Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida mía. Por la mañana te traigo plata y me los devuelves".
Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy fugaz, Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron, entre otros, Julio Mario Santo domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B. Fernández y Gonzalo González.
Periodismo y literatura
A principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su primera novela, titulada entonces La casa, acompañó a doña Luisa Santiaga al pequeño, caliente y polvoriento Aracataca, con el fin de vender la vieja casa en donde él se había criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo una novela falsa, pues su pueblo no era siquiera una sombra de lo que había conocido en su niñez; a la obra en curso le cambió el título por La hojarasca, y el pueblo ya no fue Aracataca, sino Macondo, en honor de los corpulentos árboles de la familia de las bombáceas, comunes en la región y semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura de entre treinta y cuarenta metros.
En febrero de 1954 García Márquez se integró en la redacción de El Espectador, donde inicialmente se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo colombiano, y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en Bogotá el primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán.
Duró sólo siete años, pero fueron suficientes, por la profunda influencia que ejerció en la vida cultural colombiana, para considerar que Mito señala el momento de la aparición de la modernidad en la historia intelectual del país, pues jugó un papel definitivo en la sociedad y cultura colombianas: desde un principio se ubicó en la contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel García Márquez publicó dos trabajos en la revista: un capítulo deLa hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955), y El coronel no tiene quien le escriba(1958). En realidad, el escritor siempre ha considerado que Mito fue trascendental; en alguna ocasión dijo a Pedro Gómez Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas".
En ese año de 1955, García Márquez ganó el primer premio en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas; publicó La hojarasca y un extenso reportaje, por entregas, Relato de un náufrago, el cual fue censurado por el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que las directivas de El Espectador decidieron que Gabriel García Márquez saliera del país rumbo a Ginebra, para cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes, y luego a Roma, donde el papa Pío XII aparentemente agonizaba. En la capital italiana asistió, por unas semanas, al Centro Sperimentale di Cinema.
Rondando por el mundo
Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga temporada en París, y recorrió Polonia y Hungría, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y la Unión Soviética. Continuó como corresponsal de El Espectador, aunque en precarias condiciones, pues si bien escribió dos novelas, El coronel no tiene quien le escriba yLa mala hora, vivía pobre a morir, esperando el giro mensual que El Espectador debía enviar pero que demoraba debido a las dificultades del diario con el régimen de Rojas Pinilla. Esta situación se refleja en El coronel, donde se relata la desesperanza de un viejo oficial de la guerra de los Mil Días aguardando la carta oficial que había de anunciarle la pensión de retiro a que tiene derecho. Además, fue corresponsal de El Independiente, cuando El Espectador fue clausurado por la dictadura, y colaboró también con la revista venezolana Élite y la colombianísima Cromos.
Su estancia en Europa le permitió a García Márquez ver América Latina desde otra perspectiva. Le señaló las diferencias entre los distintos países latinoamericanos, y tomó además mucho material para escribir cuentos acerca de los latinos que vivían en la ciudad luz. Aprendió a desconfiar de los intelectuales franceses, de sus abstracciones y esquemáticos juegos mentales, y se dio cuenta de que Europa era un continente viejo, en decadencia, mientras que América, y en especial Latinoamérica, era lo nuevo, la renovación, lo vivo.
A finales de 1957 fue vinculado a la revista Momento y viajó a Venezuela, donde pudo ser testigo de los últimos momentos de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En marzo de 1958, contrajo matrimonio en Barranquilla con Mercedes Barcha, unión de la que nacieron dos hijos: Rodrigo (1959), bautizado en la Clínica Palermo de Bogotá por Camilo Torres Restrepo, y Gonzalo (1962). Al poco tiempo de su matrimonio, de regreso a Venezuela, tuvo que dejar su cargo en Momento y asumir un extenuante trabajo en Venezuela Gráfica, sin dejar de colaborar ocasionalmente en Élite.
Pese a tener poco tiempo para escribir, su cuento Un día después del sábado fue premiado. En 1959 fue nombrado director de la recién creada agencia de noticias cubana Prensa Latina. En 1960 vivió seis meses en Cuba y al año siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en Estados Unidos, el gobierno de ese país le denegó el visado de entrada, porque, según las autoridades, García Márquez estaba afiliado al partido comunista. Sólo en 1971, cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa, le dieron un visado, aunque condicionado.

Con el poeta cubano Eliseo Diego
Recién llegado a México, donde García Márquez ha vivido muchos años de su vida, se dedicó a escribir guiones de cine y durante dos años (1961-1963) publicó en las revistas La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus intentos cinematográficos el más exitoso fue El gallo de oro (1963), basado en un cuento del mismo nombre escrito por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con el también escritor Carlos Fuentes. El año anterior había obtenido el premio Esso de Novela Colombiana con La mala hora.
La consagración
Un día de 1966 en que se dirigía desde Ciudad de México al balneario de Acapulco, Gabriel García Márquez tuvo la repentina visión de la novela que durante 17 años venía rumiando: consideró que ya la tenía madura, se sentó a la máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más horas diarias, mientras que su esposa se ocupaba del sostenimiento de la casa.
En 1967 apareció Cien años de soledad, novela cuyo universo es el tiempo cíclico, en el que suceden historias fantásticas: pestes de insomnio, diluvios, fertilidad desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que, a la vez que se narra la historia de las generaciones de los Buendía en el mundo mágico de Macondo, desde la fundación del pueblo hasta la completa extinción de la estirpe, se cuenta de manera insuperable la historia colombiana desde después del Libertador hasta los años treinta del presente siglo. De ese libro Pablo Neruda, el gran poeta chileno, opinó: "Es la mejor novela que se ha escrito en castellano después del Quijote". Con tan calificado concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es laopus magnum de García Márquez, sino que constituye un hito en Latinoamérica, como uno de los libros que más traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un verdadero bestseller mundial.
Después del éxito de Cien años de soledad, García Márquez se estableció en Barcelona y pasó temporadas en Bogotá, México, Cartagena y La Habana. Durante las tres décadas transcurridas, ha escrito cuatro novelas más, se han publicado tres volúmenes de cuentos y dos relatos, así como importantes recopilaciones de su producción periodística y narrativa.

En una imagen tomada en Bogotá, 1972
Varios elementos marcan ese periplo: se profesionalizó como escritor literario, y sólo después de casi 23 años reanudó sus colaboraciones en El Espectador. En 1985 cambió la máquina de escribir por el computador. Su esposa Mercedes Barcha siempre ha colocado un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo, flores que García Márquez considera de buena suerte. Un vigilante autorretrato de Alejandro Obregón, que el pintor le regaló y que quiso matar en una noche de locos con cinco tiros del calibre 38, preside su estudio. Finalmente, dos de sus compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y Germán Vargas Cantillo, murieron, cumpliendo cierta predicción escrita en Cien años de soledad.
Premio Nobel de Literatura
En la madrugada del 21 de octubre de 1982, García Márquez recibió en México una noticia que hacía ya mucho tiempo esperaba por esas fechas: la Academia Sueca le otorgó el ansiado premio Nobel de Literatura. Por ese entonces se hallaba exiliado en México, pues el 26 de marzo de 1981 había tenido que salir de Colombia, ya que el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta vinculación con el movimiento M-19 y porque durante cinco años había mantenido la revista Alternativa, de corte socialista.
La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia y Latinoamérica. El escritor Juan Rulfo opinó: "Por primera vez después de muchos años se ha dado un premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del Nobel se celebró en Estocolmo, los días 8, 9 y 10 de diciembre; según se supo después, disputó el galardón con Graham Greene y Gunther Grass.
Dos actos confirmaron el profundo sentimiento latinoamericano de García Márquez: a la entrega del premio fue vestido con un clásico e impecable liquiliqui de lino blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los coroneles de las guerras civiles, y que seguía siendo de etiqueta en el Caribe continental. Con el discurso "La soledad de América Latina" (que leyó el miércoles 8 de diciembre de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y ante cuatrocientos invitados y que fue traducido simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los moldes o frases gastadas con que tradicionalmente Europa se ha referido a Latinoamérica, y denunció la falta de atención de las superpotencias por el continente. Dio a entender cómo los europeos se han equivocado en su posición frente a las Américas, y se han quedado tan sólo con la carga de maravilla y magia que se ha asociado siempre a esta parte del mundo. Sugirió cambiar ese punto de vista mediante la creación de una nueva y gran utopía, la vida, que es a su vez la respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte.
El discurso es una auténtica pieza literaria de gran estilo y de hondo contenido americanista, una hermosa manifestación de personalidad nacionalista, de fe en los destinos del continente y de sus pueblos. Confirmó asimismo su compromiso con Latinoamérica, convencido desde siempre de que el subdesarrollo total, integral, afecta todos los elementos de la vida latinoamericana. Por lo tanto, los escritores de esta parte del mundo deben estar comprometidos con la realidad social total.
Con motivo de la entrega del Nobel, el gobierno colombiano, presidido por Belisario Betancur, programó una vistosa presentación folclórica en Estocolmo. Además, adelantó una emisión de sellos con la efigie de García Márquez dibujada por el pintor Juan Antonio Roda, con diseño de Dickens Castro y texto de Guillermo Angulo, a propósito de la cual el Nobel colombiano expresó: "El sueño de mi vida es que esta estampilla sólo lleve cartas de amor".
Desde que se conoció la noticia de la obtención del ambicionado premio, el asedio de periodistas y medios de comunicación fue permanente y los compromisos se multiplicaron. Sin embargo, en marzo de 1983 Gabo regresó a Colombia. En Cartagena lo esperaban doña Luisa Santiaga Márquez de García, en su casa del Callejón de Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un suculento sancocho de tres carnes (salada, cerdo y gallina) y abundante dulce de guayaba.
Después del Nobel, García Márquez se ratificó como figura rectora de la cultura nacional, latinoamericana y mundial. Sus conceptos sobre diferentes temas ejercieron fuerte influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994), junto con otros sabios como Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinás y el historiador Marco Palacios, formó parte de la comisión encargada de diseñar una estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la cultura. Pero, quizás, una de sus más valientes actitudes ha sido el apoyo permanente a la revolución cubana y a Fidel Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla y su rechazo al bloqueo norteamericano, que ha servido para que otros países apoyen de alguna manera a Cuba y que ha evitado mayores intervenciones de los estadounidenses.
Tras años de silencio, en 2002 García Márquez presentó la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, en la que repasa los primeros treinta años de su vida. La publicación de esta obra supuso un acontecimiento editorial, con el lanzamiento simultáneo de la primera edición (un millón de ejemplares) en todos los países hispanohablantes. En 2004 vio la luz su novela Memorias de mis putas tristes.

Tomado de: http://www.biografiasyvidas.com/reportaje/garcia_marquez/

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Biografía


Con su hijo, Gonzalo, y su exposa, Mercedes (Gamma-Liaison)


      Gabriel José García Márquez  nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Cursó estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza. 

      Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia  fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor,Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas.  
      
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya  los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora.  
      
Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado  al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones... En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso.  
      
Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida:  El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde,  publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor. 
      
En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeñosEntre cachacosEuropa y América y Notas de prensa.  
      
Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez, Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener "el brazo caliente" entre dos  novelas. 

Tomado de: http://www.mundolatino.org/cultura/garciamarquez/ggm1.htm