Alguien me dijo un día que caminaba sobre una cuerda floja, y que el juego consistía en no tener miedo, mantener el equilibrio, en fijar un punto en el horizonte y no perderlo de vista porque así la cuerda se ensanchaba para poder transitar con mucha más seguridad. Hoy entiendo esas palabras, que aunque simples, definen perfectamente el camino hacia tu propio destino.
He reflexionado mucho sobre esta frase; “el caminar sobre una cuerda floja”, le he dado mil vueltas y lo cierto es que quién más o quién menos, ha estado en esa cuerda floja, en esa tesitura que la vida nos pone en muchas ocasiones, y sé que en cualquier momento uno puede perder el equilibrio y caer, aunque ese no es el problema, caer. El problema es volver a levantarse y retomar el equilibrio.
Todos al venir a este mundo estamos aventurándonos ya a vivir sobre esa fina línea que separa los mundos. La vida y la muerte, lo tangible e intangible, lo cuerdo o lo insensato. Pero lo que me reconforta saber es que ya le perdimos el miedo al abismo, así que intentemos caminar sin miedos, aunque en determinados momentos nos balanceemos hacia un lado u hacia el otro.
Cuando me dijeron esa frase, de inmediato vino a mi mente la imagen del funambulista que atravesó las cataratas del Niágara venciendo al abismo y caminando sobre un alambre. Y pensé; en realidad todos somos atrevidos funambulistas pasando por la cuerda floja de la vida. El reto, como me dijeron un día consistía en no tener miedo, en no perder de vista el horizonte, que para mí son tantas cosas; (es la profundidad, la esperanza, los sueños, el encuentro conmigo mismo), para que la travesía se torne lo más agradable posible. El ejemplo del funambulista nos puede servir mucho de ayuda, él lleva una larga vara que sostiene a la altura del pecho para poder equilibrarse ante su inercia, la del viento, etc…, con ella, consigue calibrar sus movimientos para no dar un paso en falso. Mente y corazón van de la mano del equilibrista para conseguir mantenerse en pie. Creo que el ejemplo es muy didáctico para aplicarlo a nuestro caminar por la vida, porque sin unir mente y corazón corremos el riesgo de vivir una vida llena de altibajos mentales y emocionales que nos impidan descubrir quiénes somos en realidad.
No es posible caminar por ese fino alambre, que se hace más delgado cuando tu equipaje está repleto de cosas que “crees necesitar”. Éstas, pueden distraerte e inclusive llegarán a pesar tanto en tu bagaje que te condicionarán, llegando el momento en el que no puedas seguir, perdiendo de vista tu propio camino y también tu equilibrio psíquico.
Si decides ir al encuentro de tu destino, quizá tengas que dejar de llevar a cuestas muchas predeterminaciones esquemáticas, lazos resecos, pensamientos, sentimientos almacenados en la psique que lo único que pretenden es anclarte al pasado distrayéndote de ti mismo. Esta experiencia, tu vida, lo exige todo de ti, requiere que camines libre, con determinación, seguro de ti mismo, abierto a la energía vital y siendo dueño de tu propia energía- experiencia. Recuerda que tendrás ayuda extra, “la vara”, quizá de tu subconsciente, quizá de tu intuición, quizá de hermanos del cielo que velan por ti, y que por decirlo de algún modo hará que no pierdas el equilibrio mientras estás atravesando por la cuerda floja de la vida.
©LUHEMA
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Kamala Telb | Brenda González
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