Muy alejada de la religión, pero completamente ligada a la Torá, la Kabbalah y la reencarnación siempre han producido reacciones hostiles tanto de parte de los religiosos como de los científicos. Quizá algunos religiosos le temen a la “blasfemia” de su contenido, mientras que los científicos le temen a la metafísica que los saca de los límites de su entorno conocido.

La filosofía del siglo XVII de Descartes que habla de la estricta separación entre la mente y el cuerpo llevó al estamento médico a concentrarse en el cuerpo como una máquina. En consecuencia, se le ha dado mucha importancia a los aspectos físicos y el campo de la psiquiatría ha sido relegado a un segundo plano en la investigación. Desde una perspectiva kabbalística, la historia de la humanidad es en realidad la del regreso de las almas. En efecto, ningún misterio en la larga historia del universo es tan esclarecedor como el comportamiento universal y repetitivo de sus habitantes.

Descubrimientos que posteriormente dan paso a grandes avances han tenido muy poco efecto en el pensamiento humano. ¿De verdad nuestro marco mental es diferente al de la gente de la Edad Media? A pesar de los drásticos cambios ambientales, junto al síndrome del progreso, ¿las necesidades psicológicas del ser humano han cambiado a lo largo de los siglos? ¿Realmente nos mejoramos al crecer con el progreso que continúa volviéndose más complejo con el paso del tiempo?

La reencarnación, junto al proceso de tikún (corrección), dirige y dicta nuestros patrones de pensamiento, sentimientos y actividades, aunque el comportamiento humano es genéticamente controlado en un grado significativo. Ahora bien, sé que esta posición desafía a la idea convencional de la mayoría de los científicos sociales que afirman que la educación cultural y ambiental, y no los principios relacionados con la encarnación, son los que forman la naturaleza humana. Los amplios efectos de nuestro espíritu humano interno se extienden a nuestros atributos y determinan nuestras acciones externas, que son completamente regidas y ejecutadas por fuerzas cósmicas relacionadas con la encarnación que predomina en ese momento.

Las acciones del hombre son verdaderamente controladas por el cosmos, pero sólo si fueron manifestadas en una vida anterior. En otras palabras, si un individuo cometió crímenes contra la humanidad en una encarnación previa, su alma reencarnada debe enfrentarse al mismo tipo de situación con la que se enfrentó en su vida pasada. Una persona nace en un momento muy específico, durante el cual la interrelación de los planetas y signos del Zodíaco canalizan conjuntamente el singular ADN físico y mental que encarna y abarca la magnitud de la última vida, al igual que todas las vidas anteriores que ahora se manifiestan en esta persona.

A la persona se le da una oportunidad para ejercer su libre albedrío y detener el panorama del casete de vidas pasadas o sucumbir a su influencia. En esencia, el cosmos presenta la oportunidad y el marco para lidiar racionalmente con nuestro casete de encarnación. Los hilos cósmicos de actividad no son la causa de la estructura predeterminada del casete de la vida. Esto ya fue definido por vidas pasadas.

No obstante, podríamos preguntar: “¿Cuáles son las probabilidades de tener éxito esta vez cuando ya hemos fallado en incontables vidas pasadas?”. La respuesta está en la presente Era de Acuario en la que ganamos la enorme y profunda información kabbalística con la cual la humanidad ahora tiene una oportunidad de oro. Los marcos de referencia negativos creados por nosotros nos dan una oportunidad para ejercer el libre albedrío y lograr la eliminación de Pan de la Vergüenza. Obviamente, si no existieran estas fuerzas cósmicas negativas, el hombre se conformaría simplemente con un tipo de inteligencia programada que sólo dicta una filosofía generosa y que nos dejaría en un estado que podría ser descrito como robótico. Sin embargo, como las fuerzas cósmicas negativas sí existen, tenemos la obligación y el propósito de pensar con libertad y ser individuos que eligen libremente.
Hasta ahora, la historia ha demostrado que la humanidad no ha logrado obtener el dominio de su destino. Con los avances científicos, nos hemos vuelto conscientes de una actividad interna y metafísica que parece crear aún más incertidumbre. Ahora vivimos en un tiempo de gran conmoción, un tiempo en el que las tradiciones y las respuestas del pasado están siendo cuestionadas.

Con todo y eso, antes de continuar, voy a dirigirme a quienes cuestionan el tema de la reencarnación. Empecemos con el versículo en Eclesiastés 1:4: “Una generación va y otra generación viene, pero la Tierra permanece para siempre”. El Zóhar nos dice que lo que este versículo significa en realidad es que la generación pasada es la misma que la reemplaza. Una pista idéntica puede encontrarse en Los Diez Enunciados (Éxodo 20:5), la cual dice: “Castigo la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación”. Esto no significa, como algunas personas han dicho erróneamente, que Dios está tan lleno de ira que no le basta con castigar solamente al pecador, sino que castiga también a los nietos y bisnietos del pecador. 

¿Quién amaría y adoraría racionalmente a una deidad tan feroz y vengativa?
El Zóhar revela que la verdad de este versículo es que la tercera y la cuarta generación son, de hecho, las anteriores, un alma regresa en la forma de su propio descendiente para poder corregir los pecados citados como “la iniquidad de los padres”. En la Biblia hay bastantes ejemplos que apoyan esto.

El concepto de reencarnación predomina en muchas culturas; por ejemplo, los indígenas del continente americano. En oriente, la enseñanza de la reencarnación es generalizada y tiene mucha influencia. Es la base de la mayoría de los sistemas filosóficos de la India, donde cientos de millones aceptan el hecho de la reencarnación como nosotros aceptamos la gravedad como una fuerza de la naturaleza.

Pero como toda idea de gran antigüedad, el concepto de la reencarnación llegó a la mayor parte del mundo en medio de un cúmulo de superstición y malentendido. La superstición es tan desagradable para la manera de pensar occidental que se ha desacreditado bastante el valor filosófico de la idea central de la reencarnación. Recientemente, muchas películas han tenido como tema la idea de la reencarnación porque todas estas fantasías esconden una verdad básica y eterna. ¿De qué otra manera esta idea pudo haber perdurado por tantos miles de años? ¿De qué manera habría atraído a tantos pensadores versados?

La pregunta que aún se hace toda la humanidad es: si Dios realmente existe, ¿por qué hay tanta miseria en el mundo? ¿Por qué los delincuentes no son castigados y los justos pasan por tanto sufrimiento inmerecido? Muy a menudo el criminal es liberado y el inocente es encarcelado. Si todas las almas son iguales al nacer, ¿por qué los destinos humanos son tan desiguales? ¿Acaso debemos regresar a la doctrina desesperanzadora de la predestinación? ¿Todo es regido por la suerte?

En lo que concierne a este mundo, la igualdad humana es un mito. Somos desiguales mentalmente, espiritualmente y moralmente. Algunos tienen cuerpos fuertes y sanos, otros son frágiles y están enfermos.

En un niño podemos ver el evidente desarrollo de conciencia; la mente y su crecimiento con el paso del tiempo. A una edad avanzada, la conciencia desaparece repentinamente con la muerte del cuerpo. Cuando el instrumento es destruido y la conciencia ya no se hace sentir físicamente, ¿esto implica la aniquilación de la mente y el alma? ¡La respuesta es no!

El alma de una persona no depende de la existencia del cerebro como tampoco un músico depende de la existencia de su violín, aunque ambos instrumentos son necesarios para la expresión musical en el mundo físico. Sólo cuando logramos entender por completo este punto de vista podemos comenzar a abordar el estudio de la encarnación. La conciencia humana existió desde antes de su nacimiento, y por conciencia humana me refiero al alma. Este es el primer dato fundamental sobre la reencarnación.

Mi intención con este artículo no es probar que la reencarnación es un hecho de la naturaleza, si bien hay abundante evidencia que respalda dicha proposición. La persona que sienta la necesidad de aprobación puramente científica debe darse cuenta de que al examinar profundamente el mundo subatómico de nuestra existencia, vemos que la aprobación puramente científica de algo se vuelve prácticamente imposible. La mecánica cuántica y el “principio de incertidumbre”, ahora respetado científicamente, se han encargado de eso.

En esencia, la verificación no está en la acumulación de pruebas más estrictas de la reencarnación, sino en la persuasión de escépticos para que acepten lo que ya se ha explicado. 

Desafortunadamente, entre el mundo abstracto de especulación y el mundo real de experimentación siembre ha habido y habrá una continua tensión, a veces hasta conflicto, y debido a este problema las personas comunes han sido excluidas y sólo se pudieron poner al corriente de las realidades de la Kabbalah muchos siglos, si no milenios, después.
No obstante, en la Era de Acuario, con la doctrina y principios de la Kabbalah explicados de manera sencilla, la idea de la reencarnación se está difundiendo fenomenalmente. Tal y como es interpretado por el Zóhar y el Arí, Rav Yitsjak Luria, la reencarnación le permite a la humanidad entender la solución de los asuntos complejos de la vida. El Arí afirmó en Puerta de las reencarnaciones que si una persona no reconoce la existencia de encarnaciones pasadas, la capacidad para lograr tikún o alcanzar un estado de corrección se vuelve imposible.

Por muchos años, no pude relacionar el logro de tikún con el conocimiento de encarnaciones pasadas. Sin embargo, con el pasar del tiempo, se ha vuelto extremadamente claro que en una vida podemos reconocer nuestros errores sólo después de que es demasiado tarde para realizar cambios. Estamos muy viejos o muy débiles en la última etapa de nuestra vida como para modificar nuestro estado de conciencia o para estar conscientes de las actividades negativas que formaron parte de nuestra vida individual en las encarnaciones pasadas.

Pero, si pudiéramos obtener una conciencia de las acciones negativas que realizamos en vidas pasadas, el conocimiento de nuestra experiencia llegaría más temprano en nuestra vida para permitirnos tener la energía y la valentía para cambiar. A lo largo de muchas vidas, la humanidad puede encarnar en cualquiera de los tres Reinos inferiores, a saber: Animal, Vegetal e incluso Inanimado. El Reino en el que reencarnaremos depende de la naturaleza de nuestras acciones negativas.

Piensa por ejemplo en el personaje bíblico Bilaam, quien estaba empeñado en maldecir a los israelitas durante sus años en el desierto. Él reencarnó en el Reino Inanimado para aprender los efectos de no prestarle atención a las palabras que uno emite. Confinado a una piedra, el alma de Bilaam pasó por el dolor del silencio. Otras personas podrían reencarnar como una hoja de un árbol para ser golpeadas sin cesar por el viento.
Si bien para la mentalidad y cultura occidental la tradición de la reencarnación probablemente suene muy extraña, debido a que la característica esencial de esta cultura está basada principalmente en una concepción mecánica del papel del hombre en el universo, ignorar la realidad de la reencarnación es dejar de lado una verdadera experiencia de aprendizaje. Cuando seguimos el camino de la evaluación de nuestros comportamientos y por qué pensamos como lo hacemos, seguramente nos acercamos a la razón de nuestro presente estado y el propósito de nuestra existencia.

Asumir que vinimos a este mundo sin ningún propósito es rechazar la idea de que el vasto universo tiene rumbo y significado. El Arí, Rav Yitsjak Luria, puede tener mucha razón al decir que ignorar el hecho de la reencarnación es permitirle a la humanidad existir sin rumbo y, en consecuencia, vagar en el caos.

Ignorar la realidad de que nuestra existencia ha estado llena de absoluto caos desde el inicio de los tiempos nos aleja de la necesidad de conseguir soluciones. Sólo un tonto rechaza cualquier posibilidad, especialmente cuando el mundo no se ha convertido en un mejor lugar para vivir. Rechazar las reglas y principios o la esencia de reencarnación llevará a la humanidad a un ambiente inaceptable en el que las personas continúan devorándose unas a otras, ya sea pacífica o violentamente.

Recuerdo la conocida historia del Baal Shem Tov sobre el tema de la reencarnación. Un día un estudiante se le acercó y le pidió que le diera ejemplos que demostraran la existencia de la reencarnación. Así pues, le dijo al estudiante que fuera a un parque específico, se sentara y observara. Al sentarse en una de las bancas del parque, notó que un hombre se aproximó a una banca contigua con un pequeño maletín en su mano. Después de un rato, el hombre se levantó y se fue, pero dejó el maletín. Unos instantes después, otra persona se sentó en la misma banca y notó el maletín. Lo abrió y encontró una gran cantidad de dinero. Rápidamente cerró el maletín y corrió como un ladrón. Al rato, un tercer hombre, quien aparentemente estaba muy cansado, se sentó en la misma banca. Unos minutos después, el primer hombre regresó a la misma banca buscando su maletín. Asumiendo que sólo había pasado un instante desde que se había ido, confrontó a quien estaba en ese momento en la banca, le pidió que le regresara su bolso lleno de dinero.

El hombre desconcertado respondió con una expresión vacía y exclamó: “¿De qué está hablando? Acabo de sentarme”. Con esa respuesta, el hombre del maletín pensó que el otro se estaba negando a regresarle su dinero y, por lo tanto, le dio una golpiza al supuesto ladrón.

El estudiante del Baal Shem Tov estaba completamente confundido, de inmediato se dirigió a la casa de su maestro. Después de reunirse con él, el estudiante exclamó que lo que había visto lo llevó a pensar que en el mundo sólo hay caos. En efecto, el concepto de reencarnación que suele crear una apariencia de orden en el universo sólo es ilusorio. El estudiante luego contó lo que vio. Un hombre está afligido por la pérdida de su maletín, otra persona se beneficia de su infortunio y, finalmente, la imagen del caos total: un inocente es golpeado sin razón.

El Baal Shem Tov respondió que el estudiante no había entendido toda la implicación de la escena que en realidad es el reflejo de un incidente entre ambos individuos en una vida pasada. El primer poseedor del maletín le había robado dinero al segundo individuo y ahora, en esta vida, el segundo recuperó lo que el primero le había robado en una vida pasada. El tercero, explicó el Baal Shem Tov, había sido el juez que no reconoció ni analizó los hechos del caso que debía revisar. Si hubiese sido un juez de mente y corazón puros, ningún falso juicio habría surgido bajo su jurisdicción. El Baal Shem Tov continuó explicando que las leyes y principios naturales de este universo rigen con exacta precisión. El plano caótico que parece prevalecer lleva a la gente a creer que no hay ninguna ley ni orden en el universo y que la justicia no existe. El criminal no es castigado y el inocente suele sufrir indebidamente. Sin embargo, si logramos comprender las doctrinas de la reencarnación, nos damos cuenta de por qué nacen bebés con defectos y entendemos muchos de los sucesos aparentemente injustos.

Precisamente por esta razón el Arí declaró que si una persona no comprende los efectos de sus vidas pasadas ni la necesidad de hacer correcciones, inevitablemente esa persona debe sufrir los efectos hasta que se realice un tikún completo. El Arí deja claro que antes de que una persona pueda conocer y cumplir las leyes del tikún, debe saber la raíz y lugar de su alma. No obstante, para saberlo primero debe conocerse la estructura dentro de la cual están la raíz y el lugar.

Adán, cuyo nombre significa “hombre”, fue el almacén de todas las almas que existirían en la Tierra. Por lo tanto, su propia alma era divisible infinitamente. Cuando pecó en el Jardín de Edén, el almacén de la vasija se rompió y estos fragmentos son lo que los kabbalistas llaman “chispas”, cada una es tan única como la doble hélice del ADN que determina cada característica del individuo que la recibe. Las inteligencias que en algún momento formaron parte del cerebro de Adán encarnaron como personas inteligentes cuyo trabajo está relacionado con la actividad mental. Las fuerzas inteligentes que formaron parte de los dedos de Adán tomaron forma humana y son las personas cuya actividades están relacionadas con el trabajo manual, por ejemplo, artesanos y artistas. Así pues, cada fuerza de energía inteligente del perfil de Adán transmigró con su fórmula de ADN particular y estas representan las diferentes personas que habitan la Tierra.

Una de las muchas preguntas que se hacen las personas que entienden por completo el concepto de la reencarnación es la razón por la que algunos padres son bendecidos con hijos que tienen sabiduría y valores de santos y otros padres tienen hijos ignorantes y amorales. Cierto, estos niños tienen algo o mucho por corregir. Sin embargo, ¿qué determina el tipo de hijo que tendrá una persona?

Para responder esa pregunta en el caso de cada uno de los nacimientos que han ocurrido y que ocurrirán, busca una condición específica en un momento particular: los pensamientos de los padres durante las relaciones sexuales. Si los pensamientos de un hombre y una mujer están llenos de lujuria y son motivados sólo por el deseo de autocomplacencia, su hijo reflejará egoísmos y lujuria, mientras que el niño concebido en un momento de profundo amor y entendimiento mutuo reflejará características positivas. Debido a que cada alma al regresar de la muerte debe encontrar un lugar en el que las condiciones sean similares a las que acaba de dejar, los padres prácticamente eligen su descendencia como si seleccionaran de un catálogo cósmico.

Entonces, la concepción, en una escala que va desde la rabia de una violación al hacer el amor de una forma elevada y justa, influye en si los niños nacerán furiosos o justos. Por supuesto, hay excepciones a la regla. Algunas almas que ya terminaron su tikún regresan a este plano con una misión para la humanidad que no tiene nada que ver con karma. Rav Shimón bar Yojái, una chispa reencarnada de Moshé, no tenía razón relacionada con el tikún para estar en esta Tierra hace 2000 años. Pero sólo él podía revelar la sabiduría del Zóhar. Del mismo modo, Rav Yitsjak Luria apareció sólo para interpretar el Zóhar y diseminar su sabiduría, él era una chispa reencarnada de Rav Shimón bar Yojái.

Para el hombre y la mujer común ser padre es abrir un canal para un alma que mejorará sus vidas o las hará miserables. Es un panorama aterrador y quienes no saben nada sobre Kabbalah o rechazan el tema de la reencarnación, juegan con su vida en el arte de la procreación. Felices son aquellos que están con su alma gemela en dicha situación, ya que las almas gemelas están en unidad y son tan felices en la compañía de la otra persona que sólo los pensamientos más benignos pueden entrar en el acto de hacer el amor.

En el Infinito, todas las almas eran una. Pero el Zóhar nos dice que el Creador separó cada una de su circuito positivo-negativo, así creó al hombre y a la mujer. Las almas gemelas son las mitades de una misma alma que se encuentran de nuevo usualmente después de vagar por muchas vidas en búsqueda de la otra y completando su tikún.

Como regla general, las almas gemelas pueden encontrarse y casarse sólo después de pagar la deuda kármica. Por lo tanto, pocas personas en el mundo se encuentran con su alma gemela en un momento determinado. Aun así, hombres y mujeres se encuentran y se casan, a veces hasta se divorcian y se casan de nuevo. No obstante, ninguna de estas uniones es inútil según los kabbalistas. Todas tienen el fin de enseñar alguna lección o virtud que se debe obtener.

Hay un sabio adagio que dice: “El matrimonio es como una ciudad sitiada: los que están adentro quieren salir, los que están afuera quieren entrar”. Con la epidemia de divorcios de quienes se casan, ¿para qué casarse? Debido a que el matrimonio tiene un papel tan importante en cualquier sociedad, es importante entender dicho papel. Las leyes cósmicas de la reencarnación no pueden ser cambiadas y la carencia de conocimiento de esas leyes produce muchos de los problemas actuales.

No podemos ocultar la inestabilidad y la falta de devoción que estropean la mayoría de los matrimonios modernos. Un verdadero matrimonio de almas gemelas es aquel en el que el amor incondicional es la base de su unión. No puede obtenerse un alto nivel de amor incondicional sin un entendimiento profundo sobre la reencarnación. El Zóhar afirma que ninguna relación humana importante es cuestión de suerte. El Rey David y Batsheva fueron el resultado directo de un proceso de tikún que se estableció al momento de la creación del mundo. Un matrimonio en el que los participantes simplemente no puedan soportar estar sin el otro todo el tiempo es un ejemplo de almas gemelas en su máxima expresión. La armonía de todo el universo es mantenida por este equilibrio. El estudio de la rencarnación es el factor más importante para la estabilidad del mundo.


(Extraído de Kabbalah Magazine, Vol. 2 Edición 2, enero 1997)