"Algo de mis Yo's Puntosuspensivadas (…)" by Brenda G. alias Kamala Telb

Siddharta y Kamala

Palabras de Siddharta a Kamala

"Tú eres como yo, diferente de la mayoría de las personas, eres Kamala y nada más. Dentro de ti hay paz y un refugio a donde puedes ir a cada hora del día. Yo también puedo hacerlo. Poca gente tiene ese asilo y, sin embargo, todos lo podrían tener."

Ujuuum....ASI MISMITO!!

Ujuuum....ASI MISMITO!!

viernes, 18 de abril de 2014

(KT-2014) “Séptima Palabra: In Manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum” (1988) by YO

Hoy Viernes Santo 2014, a 26 años de haber escrito estas líneas, y haber recorrido muuuuucho camino... continúo "enchulá" de este "Personaje" llamado "EL CRISTO" que me estremece en tooooodos los sentidos. Que cooooosas!! Quién lo diría, ah? Yo tan carnal, tan imperfecta, tan insegura y/o ilusa en tantos aspectos... con mi alias, con mi comprensión particular del cosmos, con mis research contrastantes, en fin con tooooda yo y las Yo's en mí... y sí... continúo enchulá, enchulá, enchulá!... que es lo mismo que enamorada, extasiada, entusiasmada, impresionada, etc. etc. etc.  "En tus Manos Encomiendo Mi Espiritu" y tooooodas mis esencias conocidas, desconocidas, descubiertas, recordadas y recordando!! AMEN! Lo demás... sobra!! (....) Brenda G. alias Kamala Telb

(BG-1988) “Séptima Palabra: In Manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum”

by YO

PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU
Por: Brenda M. González Aguirre
Parr. Santa Rosa de Lima
16/abril-Cuaresma 1988

Séptima y última palabra:
“In Manus Tuas, Domine, commendo spiritum meum”.
“Padre en Tus Manos encomiendo mi espíritu.”


[Saludos a Tod@s.  Esto lo escribí hace ya 17 años, justo a mis 17 de edad.  Me parece interesante lanzarme a reflexionar a la 'luz' de mis 34 años actuales el día 10 de marzo de 2005 a las 8:21pm… con el equipaje (o mejor dicho: des-equipaje) adquirido (o mejor dicho: Liberado).  Ciertamente, me doy cuenta que continúo la línea de Confianza Plena de aquel entonces, sin embargo ahora ya no cuestiono en lo absoluto, ahora ... ¡ENTIENDO!  Ahora sí que estoy concientemente juque'á con este chulo personaje llamado Cristo, Jesús, Sananda, Jeshua, Hijo de Dios, Mesías....etc, etc, etc. Comparto con ustedes ésta “Sin Editar” de hace tanto tiempo, para en algún momento hacerles llegar la actualizada.  Mis Respetos.] 


Toda jornada, con una mañana y una noche, es un nacimiento y una muerte; toda decisión, toda aceptación, es una renuncia a algo.  Al final de una jornada, como al final de una vida, todos nuestros pecados, todas nuestras ofensas al Dios de Amor, vuelven a subir del corazón al espíritu.  ¡Que ni la noche ni la muerte, me encuentren sin arrepentimiento!  Sobre todo la muerte, al quitarme el cuerpo, encuentre mi espíritu en tus manos, Señor, habiendo aceptado plenamente el sacrificio de mi vida por amor a Ti, reconociendo que vives en cada uno de mis semejantes porque ésa es la victoria que vence al mundo!


Aún así, Cristo, me pregunto, ¿a quién vas a dedicar la última de tus Siete Palabras que será también la última de tu vida?  Con ella, se sellarán tus labios mortales.  ¿Para quién será ese sello?  ¿Para tu Padre? … ¡Lo siento!  ¿Me dejas decir lo que pienso; me dejas decir la verdad? ¡Lo siento!  Y, por otro lado, lo comprendo, dada la trayectoria que llevaban tus últimas Palabras.  Al ritmo que iban, tenían que desembocar en tu Padre.  Pero repito: ¡lo siento!  Lo siento porque perdiste la última oportunidad.  Sigues anticuado, Cristo.  Con una mentalidad oxidada.  La última palabra ya no se dedica como antes a tu Padre.  La última palabra -y todas- la gente moderna las dedicamos a nuestros hermanos los hombres, sobre todo a los oprimidos, a los explotados, a los subdesarrollados.  Pero no a tu Padre.  ¿Para qué necesita tu Padre, allá en los cielos, la ofrenda de tu última Palabra?  En cambio a tus hermanos los hombres se la debías en justicia; los habrías conquistado.  Habrías ganado prestigio y popularidad, acercándote a ellos, regalándoles el detalle de tu última Palabra en la Cruz.  Pero ya vemos, Cristo, que tú tienes verdadera obsesión con tu Padre.  Empezaste las siete Palabras hablando con Él y en Sus Manos colocas, con tu espíritu, tu última Palabra.  Las Siete, que son tu Testamento, transcurren en un diálogo entrañable y filial con tu Padre.  Oras a tu Padre.  Le pides que nos perdone.  Te quejas a tu Padre.  Le preguntas a tu Padre.  Te abandonas en tu Padre.  De tu Padre viniste y a tu Padre retornas después de haber cumplido, día a día, durante toda tu vida, la Voluntad de tu Padre.  Por eso le dedicas la última Palabra.  Claro que esta vinculación amorosa a tu Padre, no la improvisas ahora, de pronto, en el Calvario, entre fracasos y dolores, ante la muerte.  Ésa fue la tónica y el aire de tu vida.  Fue tu obsesión: “Las cosas de mi Padre.”; “La Voluntad de mi Padre.”; “La hora de mi Padre.”; “Eso lo sabe mi Padre.”; “Mi Padre decidirá.”; “Quien me ve a mí, ve al Padre.”; “Cuando lo diga mi Padre.”; “La casa de mi Padre.”; “Tú ya lo sabes, Padre.”; “Tú siempre me escuchas, Padre.”; “Padre nuestro que estás en los cielos…” (…)


Estabas en contínua comunicación con Él.  Sin cerrar jamás la conexión: en hilo directo.  Eras la Palabra del Padre, el espejo del Padre.  Pero, siento decírtelo, Cristo, ya que se trata de algo tan entrañable para ti: esa mentalidad tuya está un tanto o bastante superada por ineficaz, porque no nos dice nada.


Hemos conservado de ti una sola cosa: la obsesión.  Pero hemos cambiado el objeto.  Tú estabas obsesionado con tu Padre; nosotros estamos obsesionados con los hombres.  Tú estás vinculado a tu Padre por la plegaria y el diálogo entrañable; nosotros estamos vinculados a los hombres por la actividad y la organización eficiente y práctica.  Hemos roto con el Padre y con la oración: no los necesitamos.  Nos hemos volcado en una torrente de actividad social hacia los hombres.  Para esta obsesión terrestre económica y cultural no es necesario el Padre ni la oración ni Tú, Cristo: para esto nos bastamos solos los hombres.  Es evidente.  ¿Orar?  ¿Rezar como Tú al Padre?  ¡Ridículo!  ¡Inútil!  Hoy nadie reza, y tienen razón.  La oración no vale para nada. ¿Qué se saca en limpio de la plegaria en el mundo moderno?  ¡Nada! 


Hoy, Cristo, la consigna no es orar sino actuar, hacer, realizar.  Los hombres no necesitan de su oración; la humanidad reclama sus obras.  En lugar de visitar a Cristo en el Sagrario de una Iglesia o adorar a Dios en el culto, visite usted a un pobre o a un enfermo.  En vez de andar comulgando tanto o hincándose de rodillas en el templo, consiga pan para que coman los hambrientos.  En vez de hacer media hora de oración dialogando con su Padre Dios, invierta esa media hora en dialogar con los hombres sobre promoción social y económica.  Será más positivo.  Esto es lo que exigen hoy, Cristo, los signos de los tiempos.  Tu clima evangélico de oración, ya no se usa.  En el evangelio moderno ya no está la palabra oración.  En su lugar se ha escrito otra palabra: Entrega, Compromiso: “Usted, comprométase y entréguese al máximo, sin dudar ni negar nada.  Hasta las últimas consecuencias.  Hasta la suprema donación.  Así incondicionalmente; pero entréguese a los demás que lo reclaman y a quienes se debe en verdad y justicia.  No a Dios que no lo necesita a usted." 


Pero resulta, Jesucristo, que Tú siendo el Hombre de la oración obsesiva y del recurso incesante al Padre, fuiste al mismo tiempo el Hombre de la máxima entrega y del más generoso compromiso.  Nadie más comprometido que Tú.  Nadie podrá nunca superarte en generosidad y entrega a los demás.  Viviste para los hombres sin dudar y sin quejarte de nada.  Sacrificaste tu vida por amor a los hombres hasta morir ahora en una CRUZ.  Y dentro de unos momentos, cuando cierres los ojos y dobles la cabeza, un soldado te partirá el corazón de un lanzazo y por la herida saldrán las últimas gotas de sangre que te quedaban dentro.  Todo esto para acabar de entregarlo todo.  Sin reservarte nada.  Aún así no dejaste de orar.  No cortaste la comunicación directa, entrañable y filial con tu Padre.  Sabemos que tu muerte es un sacrificio en sentido propio.  Sabemos que para Ti no se trataba de evitar la muerte sino de afrontarla; le pides al Padre no te conserve con un soplo de vida sino, al contrario, que tome tu alma inmortal.  Ahora es necesario que arranques tu propia alma, viva, de un cuerpo desgarrado, con una decisión violenta de la voluntad.  Así, en el momento de entrar en la muerte, Jesús, que es Dios, entrega su propio Espíritu, su Alma creada inmortal, a su Padre Dios.  Eres el Hombre del Supremo Compromiso.  Y eres el Hombre de la contínua Oración.  No se pueden separar en Ti estas dos realidades.  ¿Por qué nosotros enfrentamos y separamos estas realidades haciéndolas irreconocibles, frenándolas de nuestra actividad y entrega, un estorbo?  ¿Por qué si a Ti la una no te impedía la otra?  ¿Si a Ti, la oración no te estorbaba ni te frenaba?  Al contrario, tomabas vuelo y fuerza con la oración al Padre para luego entregarte con mayor plenitud y empuje a tus hermanos los hombres.  Somos nosotros los que separamos y hacemos incompatibles estas dos realidades supremas.  Somos los que llevamos a una falsa y peligrosa contrariedad, la oración a Dios y la entrega a los demás, la caridad y la plegaria.  No es una oposición de términos que obliga a decidir u optar por uno solo -o rezas o actúas-, sino que es la suma, la interacción de dos factores que se necesitan, se complementan y se perfeccionan en una maravillosa, auténtica y plena unión: “Reza y entrégate.”; “Oración y Compromiso.”  Se ora para entregarse, y se entrega porque se ora. De tal modo que ninguno de los dos términos puede subsistir solo en una exclusión del otro.  Es la síntesis o conclusión suprema que Tú realizas en el Testamento de tus Siete Palabras: la máxima entrega de tu vida en un diálogo vital con tu Padre.  Desde que Tú viniste a morir en una cruz, la entrega inicial a Dios.


Nuestra vida cristiana supone entrega inicial a Dios.  Nuestra vida cristiana es un triángulo con tres vértices: Cristo, Yo, Mi Hermano.  Mi Hermano es un espejo que copia, repite y reproduce vitalmente al mismo Cristo.  Por eso cuando más ame yo a Cristo, más me volcaré en mi hermano, porque es también Cristo.  Y me lanzo de Cristo a mi hermano, y regreso de mi Hermano a Cristo, en un juego de ida y vuelta para retornar con más fuerza a mi hermano.  Sin llegar a saber al final si amo más a Cristo que se copia en mi hermano, o a mi hermano que reproduce a Cristo.  Viniste del Padre a entregarte a los hombres; y en breves momentos regresarás al Padre, llevándole a todos los hombres en tu corazón.


Cristo: el hombre más comprometido de la historia.  Tu fidelidad al compromiso te ha llevado hasta la última consecuencia: la muerte.  Tú lo dijiste: “Nadie ama más, que aquel que da la vida por los amigos.”; “Yo doy mi vida y la tomo de nuevo.”; “Nadie me la quita, sino que la doy yo por mí mismo.”; “Tengo el poder de darla y el poder de tomarla.” (Jn. 10, 17-18)  Y vas a completar tu misión y cumplir lo que dijiste, muriendo en la cruz.  Pero mueres rezando.  No te cansas de rezar.  Y la última palabra del hombre más entregado y comprometido fue una oración filial: “Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu."


Hermanos: Cristo acaba de morir.  Después de su última palabra, callaron sus labios y se cerraron sus oídos.  Ya no habla, ya no oye, ya no podemos hablarle; sólo, contemplarle.  Acaba de bajar la cabeza.  La cabeza más bella y más clarividente; la cabeza de Cristo, sede suprema de la máxima sabiduría, se ha inclinado ante la muerte.  Cristo ha bajado la cabeza ante el Padre.  Su último gesto, nuestro testamento.  Gesto misterioso que todos heredamos y que todos, queramos o no, cumpliremos.  Todos terminaremos bajando la cabeza ante la muerte.  De esto no escapamos aunque hayamos creído tener la mayor sabiduría, y aunque nuestra soberbia se rebele.  Y ya antes, a lo largo de nuestra vida, aunque no lo queramos reconocer ni aceptar, hemos ido bajando la cabeza poco a poco a causa de los dolores, las injusticias, los fracasos, las enfermedades, los años, las desilusiones,...

Señor, puesto que hemos de bajar la cabeza, permite que como Tú, lo hagamos por y con amor.  Con la aceptación salvadora y redentora de la entrega.  Que nuestra débil y pobre e inclinada cabeza, rota por la vida y humillada por la muerte, descanse amorosa y filialmente, como la Tuya, Cristo, en el regazo de tu Padre.  De nuestro Padre.  “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu.”  Pero encomendar nuestro espíritu viéndolo con una profundidad de humanidad, una pureza, un éxtasis, una alegría que nos haga encontrar la idea creadora escondida en el seno de cada ser.

Amén.

***
 Reposición 10 de marzo de 2005 a las 8:21pm

jueves, 17 de abril de 2014

BIOGRAFIA: Gabriel Garcia Márquez "El Gabo" (6marzo1927 a 17abril2014-RIP)

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Gabriel García Márquez
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Gabriel García Márquez nació en Aracataca (Magdalena), el 6 de marzo de 1927. Creció como niño único entre sus abuelos maternos y sus tías, pues sus padres, el telegrafista Gabriel Eligio García y Luisa Santiaga Márquez, se fueron a vivir, cuando Gabriel sólo contaba con cinco años, a la población de Sucre, donde don Gabriel Eligio montó una farmacia y donde tuvieron a la mayoría de sus once hijos.
Los abuelos eran dos personajes bien particulares y marcaron el periplo literario del futuro Nobel: el coronel Nicolás Márquez, veterano de la guerra de los Mil Días, le contaba al pequeño Gabriel infinidad de historias de su juventud y de las guerras civiles del siglo XIX, lo llevaba al circo y al cine, y fue su cordón umbilical con la historia y con la realidad. Doña Tranquilina Iguarán, su cegatona abuela, se la pasaba siempre contando fábulas y leyendas familiares, mientras organizaba la vida de los miembros de la casa de acuerdo con los mensajes que recibía en sueños: ella fue la fuente de la visión mágica, supersticiosa y sobrenatural de la realidad. Entre sus tías la que más lo marcó fue Francisca, quien tejió su propio sudario para dar fin a su vida.
Gabriel García Márquez aprendió a escribir a los cinco años, en el colegio Montessori de Aracataca, con la joven y bella profesora Rosa Elena Fergusson, de quien se enamoró: fue la primera mujer que lo perturbó. Cada vez que se le acercaba, le daban ganas de besarla: le inculcó el gusto de ir a la escuela, sólo por verla, además de la puntualidad y de escribir una cuartilla sin borrador.

Gabriel García Márquez
En ese colegio permaneció hasta 1936, cuando murió el abuelo y tuvo que irse a vivir con sus padres al sabanero y fluvial puerto de Sucre, de donde salió para estudiar interno en el colegio San José, de Barranquilla, donde a la edad de diez años ya escribía versos humorísticos. En 1940, gracias a una beca, ingresó en el internado del Liceo Nacional de Zipaquirá, una experiencia realmente traumática: el frío del internado de la Ciudad de la Sal lo ponía melancólico, triste. Permaneció siempre con un enorme saco de lana, y nunca sacaba las manos por fuera de sus mangas, pues le tenía pánico al frío.
Sin embargo, a las historias, fábulas y leyendas que le contaron sus abuelos, sumó una experiencia vital que años más tarde sería temática de la novela escrita después de recibir el premio Nobel: el recorrido del río Magdalena en barco de vapor. En Zipaquirá tuvo como profesor de literatura, entre 1944 y 1946, a Carlos Julio Calderón Hermida, a quien en 1955, cuando publicó La hojarasca, le obsequió con la siguiente dedicatoria: "A mi profesor Carlos Julio Calderón Hermida, a quien se le metió en la cabeza esa vaina de que yo escribiera". Ocho meses antes de la entrega del Nobel, en la columna que publicaba en quince periódicos de todo el mundo, García Márquez declaró que Calderón Hermida era "el profesor ideal de Literatura".
En los años de estudiante en Zipaquirá, Gabriel García Márquez se dedicaba a pintar gatos, burros y rosas, y a hacer caricaturas del rector y demás compañeros de curso. En 1945 escribió unos sonetos y poemas octosílabos inspirados en una novia que tenía: son uno de los pocos intentos del escritor por versificar. En 1946 terminó sus estudios secundarios con magníficas calificaciones.
Estudiante de leyes
En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para García Márquez la ciudad del mundo (y las conoce casi todas) que más lo impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy abrigada y negra. Al igual que en Zipaquirá, García Márquez se llegó a sentir como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces "una ciudad colonial, (...) de gentes introvertidas y silenciosas, todo lo contrario al Caribe, en donde la gente sentía la presencia de otros seres fenomenales aunque éstos no estuvieran allí".
El estudio de leyes no era propiamente su pasión, pero logró consolidar su vocación de escritor, pues el 13 de septiembre de 1947 se publicó su primer cuento, La tercera resignación, en el suplemento Fin de Semana, nº 80, de El Espectador, dirigido por Eduardo Zalamea Borda (Ulises), quien en la presentación del relato escribió que García Márquez era el nuevo genio de la literatura colombiana; las ilustraciones del cuento estuvieron a cargo de Hernán Merino. A las pocas semanas apareció un segundo cuento: Eva está dentro de un gato.
En la Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a consecuencia del "Bogotazo", la Universidad se cerró indefinidamente. García Márquez perdió muchos libros y manuscritos en el incendio de la pensión donde vivía y se vio obligado a pedir traslado a la Universidad de Cartagena, donde siguió siendo un alumno irregular. Nunca se graduó, pero inició una de sus principales actividades periodísticas: la de columnista. Manuel Zapata Olivella le consiguió una columna diaria en el recién fundado periódico El Universal.
El Grupo de Barranquilla
A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de Barranquilla; su cabeza rectora era don Ramón Vinyes. El "sabio catalán", dueño de una librería en la que se vendía lo mejor de la literatura española, italiana, francesa e inglesa, orientaba al grupo en las lecturas, analizaba autores, desmontaba obras y las volvía a armar, lo que permitía descubrir los trucos de que se servían los novelistas. La otra cabeza era José Félix Fuenmayor, que proponía los temas y enseñaba a los jóvenes escritores en ciernes (Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor y Germán Vargas, entre otros) la manera de no caer en lo folclórico.
Gabriel García Márquez se vinculó a ese grupo. Al principio viajaba desde Cartagena a Barranquilla cada vez que podía. Luego, gracias a una neumonía que le obligó a recluirse en Sucre, cambió su trabajo en El Universal por una columna diaria en El Heraldo de Barranquilla, que apareció a partir de enero de 1950 bajo el encabezado de "La girafa" y firmada por "Septimus".

Con su hijo y su esposa
En el periódico barranquillero trabajaban Cepeda Samudio, Vargas y Fuenmayor. García Márquez escribía, leía y discutía todos los días con los tres redactores; el inseparable cuarteto se reunía a diario en la librería del "sabio catalán" o se iba a los cafés a beber cerveza y ron hasta altas horas de la madrugada. Polemizaban a grito herido sobre literatura, o sobre sus propios trabajos, que los cuatro leían. Hacían la disección de las obras de Defoe, Dos Passos, Camus, Virginia Woolf y William Faulkner, escritor este último de gran influencia en la literatura de ficción de América Latina y muy especialmente en la de García Márquez, como él mismo reconoció en su famoso discurso "La soledad de América Latina", que pronunció con motivo de la entrega del premio Nobel en 1982: William Faulkner había sido su maestro. Sin embargo, García Márquez nunca fue un crítico, ni un teórico literario, actividades que, además, no son de su predilección: él prefirió y prefiere contar historias.
En esa época del Grupo de Barranquilla, García Márquez leyó a los grandes escritores rusos, ingleses y norteamericanos, y perfeccionó su estilo directo de periodista, pero también, en compañía de sus tres inseparables amigos, analizó con cuidado el nuevo periodismo norteamericano. La vida de esos años fue de completo desenfreno y locura. Fueron los tiempos de La Cueva, un bar que pertenecía al dentista Eduardo Vila Fuenmayor y que se convirtió en un sitio mitológico en el que se reunían los miembros del Grupo de Barranquilla a hacer locuras: todo era posible allí, hasta las trompadas entre ellos mismos.
También fue la época en que vivía en pensiones de mala muerte, como El Rascacielos, edificio de cuatro pisos, ubicado en la calle del Crimen, que alojaba también un prostíbulo. Muchas veces no tenía el peso con cincuenta para pasar la noche; entonces le daba al encargado sus mamotretos, los borradores de La hojarasca, y le decía: "Quédate con estos mamotretos, que valen más que la vida mía. Por la mañana te traigo plata y me los devuelves".
Los miembros del Grupo de Barranquilla fundaron un periódico de vida muy fugaz, Crónica, que según ellos sirvió para dar rienda suelta a sus inquietudes intelectuales. El director era Alfonso Fuenmayor, el jefe de redacción Gabriel García Márquez, el ilustrador Alejandro Obregón, y sus colaboradores fueron, entre otros, Julio Mario Santo domingo, Meira del Mar, Benjamín Sarta, Juan B. Fernández y Gonzalo González.
Periodismo y literatura
A principios de 1950, cuando ya tenía muy adelantada su primera novela, titulada entonces La casa, acompañó a doña Luisa Santiaga al pequeño, caliente y polvoriento Aracataca, con el fin de vender la vieja casa en donde él se había criado. Comprendió entonces que estaba escribiendo una novela falsa, pues su pueblo no era siquiera una sombra de lo que había conocido en su niñez; a la obra en curso le cambió el título por La hojarasca, y el pueblo ya no fue Aracataca, sino Macondo, en honor de los corpulentos árboles de la familia de las bombáceas, comunes en la región y semejantes a las ceibas, que alcanzan una altura de entre treinta y cuarenta metros.
En febrero de 1954 García Márquez se integró en la redacción de El Espectador, donde inicialmente se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo colombiano, y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en Bogotá el primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán.
Duró sólo siete años, pero fueron suficientes, por la profunda influencia que ejerció en la vida cultural colombiana, para considerar que Mito señala el momento de la aparición de la modernidad en la historia intelectual del país, pues jugó un papel definitivo en la sociedad y cultura colombianas: desde un principio se ubicó en la contemporaneidad y en la cultura crítica. Gabriel García Márquez publicó dos trabajos en la revista: un capítulo deLa hojarasca, el Monólogo de Isabel viendo llover en Macondo (1955), y El coronel no tiene quien le escriba(1958). En realidad, el escritor siempre ha considerado que Mito fue trascendental; en alguna ocasión dijo a Pedro Gómez Valderrama: "En Mito comenzaron las cosas".
En ese año de 1955, García Márquez ganó el primer premio en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas; publicó La hojarasca y un extenso reportaje, por entregas, Relato de un náufrago, el cual fue censurado por el régimen del general Gustavo Rojas Pinilla, por lo que las directivas de El Espectador decidieron que Gabriel García Márquez saliera del país rumbo a Ginebra, para cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes, y luego a Roma, donde el papa Pío XII aparentemente agonizaba. En la capital italiana asistió, por unas semanas, al Centro Sperimentale di Cinema.
Rondando por el mundo
Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga temporada en París, y recorrió Polonia y Hungría, la República Democrática Alemana, Checoslovaquia y la Unión Soviética. Continuó como corresponsal de El Espectador, aunque en precarias condiciones, pues si bien escribió dos novelas, El coronel no tiene quien le escriba yLa mala hora, vivía pobre a morir, esperando el giro mensual que El Espectador debía enviar pero que demoraba debido a las dificultades del diario con el régimen de Rojas Pinilla. Esta situación se refleja en El coronel, donde se relata la desesperanza de un viejo oficial de la guerra de los Mil Días aguardando la carta oficial que había de anunciarle la pensión de retiro a que tiene derecho. Además, fue corresponsal de El Independiente, cuando El Espectador fue clausurado por la dictadura, y colaboró también con la revista venezolana Élite y la colombianísima Cromos.
Su estancia en Europa le permitió a García Márquez ver América Latina desde otra perspectiva. Le señaló las diferencias entre los distintos países latinoamericanos, y tomó además mucho material para escribir cuentos acerca de los latinos que vivían en la ciudad luz. Aprendió a desconfiar de los intelectuales franceses, de sus abstracciones y esquemáticos juegos mentales, y se dio cuenta de que Europa era un continente viejo, en decadencia, mientras que América, y en especial Latinoamérica, era lo nuevo, la renovación, lo vivo.
A finales de 1957 fue vinculado a la revista Momento y viajó a Venezuela, donde pudo ser testigo de los últimos momentos de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez. En marzo de 1958, contrajo matrimonio en Barranquilla con Mercedes Barcha, unión de la que nacieron dos hijos: Rodrigo (1959), bautizado en la Clínica Palermo de Bogotá por Camilo Torres Restrepo, y Gonzalo (1962). Al poco tiempo de su matrimonio, de regreso a Venezuela, tuvo que dejar su cargo en Momento y asumir un extenuante trabajo en Venezuela Gráfica, sin dejar de colaborar ocasionalmente en Élite.
Pese a tener poco tiempo para escribir, su cuento Un día después del sábado fue premiado. En 1959 fue nombrado director de la recién creada agencia de noticias cubana Prensa Latina. En 1960 vivió seis meses en Cuba y al año siguiente fue trasladado a Nueva York, pero tuvo grandes problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir a México. No sobra decir que, luego de esa estadía en Estados Unidos, el gobierno de ese país le denegó el visado de entrada, porque, según las autoridades, García Márquez estaba afiliado al partido comunista. Sólo en 1971, cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa, le dieron un visado, aunque condicionado.

Con el poeta cubano Eliseo Diego
Recién llegado a México, donde García Márquez ha vivido muchos años de su vida, se dedicó a escribir guiones de cine y durante dos años (1961-1963) publicó en las revistas La Familia y Sucesos, de las cuales fue director. De sus intentos cinematográficos el más exitoso fue El gallo de oro (1963), basado en un cuento del mismo nombre escrito por Juan Rulfo, y que García Márquez adaptó con el también escritor Carlos Fuentes. El año anterior había obtenido el premio Esso de Novela Colombiana con La mala hora.
La consagración
Un día de 1966 en que se dirigía desde Ciudad de México al balneario de Acapulco, Gabriel García Márquez tuvo la repentina visión de la novela que durante 17 años venía rumiando: consideró que ya la tenía madura, se sentó a la máquina y durante 18 meses seguidos trabajó ocho y más horas diarias, mientras que su esposa se ocupaba del sostenimiento de la casa.
En 1967 apareció Cien años de soledad, novela cuyo universo es el tiempo cíclico, en el que suceden historias fantásticas: pestes de insomnio, diluvios, fertilidad desmedida, levitaciones... Es una gran metáfora en la que, a la vez que se narra la historia de las generaciones de los Buendía en el mundo mágico de Macondo, desde la fundación del pueblo hasta la completa extinción de la estirpe, se cuenta de manera insuperable la historia colombiana desde después del Libertador hasta los años treinta del presente siglo. De ese libro Pablo Neruda, el gran poeta chileno, opinó: "Es la mejor novela que se ha escrito en castellano después del Quijote". Con tan calificado concepto se ha dicho todo: el libro no sólo es laopus magnum de García Márquez, sino que constituye un hito en Latinoamérica, como uno de los libros que más traducciones tiene, treinta idiomas por lo menos, y que mayores ventas ha logrado, convirtiéndose en un verdadero bestseller mundial.
Después del éxito de Cien años de soledad, García Márquez se estableció en Barcelona y pasó temporadas en Bogotá, México, Cartagena y La Habana. Durante las tres décadas transcurridas, ha escrito cuatro novelas más, se han publicado tres volúmenes de cuentos y dos relatos, así como importantes recopilaciones de su producción periodística y narrativa.

En una imagen tomada en Bogotá, 1972
Varios elementos marcan ese periplo: se profesionalizó como escritor literario, y sólo después de casi 23 años reanudó sus colaboraciones en El Espectador. En 1985 cambió la máquina de escribir por el computador. Su esposa Mercedes Barcha siempre ha colocado un ramo de rosas amarillas en su mesa de trabajo, flores que García Márquez considera de buena suerte. Un vigilante autorretrato de Alejandro Obregón, que el pintor le regaló y que quiso matar en una noche de locos con cinco tiros del calibre 38, preside su estudio. Finalmente, dos de sus compañeros periodísticos, Álvaro Cepeda Samudio y Germán Vargas Cantillo, murieron, cumpliendo cierta predicción escrita en Cien años de soledad.
Premio Nobel de Literatura
En la madrugada del 21 de octubre de 1982, García Márquez recibió en México una noticia que hacía ya mucho tiempo esperaba por esas fechas: la Academia Sueca le otorgó el ansiado premio Nobel de Literatura. Por ese entonces se hallaba exiliado en México, pues el 26 de marzo de 1981 había tenido que salir de Colombia, ya que el ejército colombiano quería detenerlo por una supuesta vinculación con el movimiento M-19 y porque durante cinco años había mantenido la revista Alternativa, de corte socialista.
La concesión del Nobel fue todo un acontecimiento cultural en Colombia y Latinoamérica. El escritor Juan Rulfo opinó: "Por primera vez después de muchos años se ha dado un premio de literatura justo". La ceremonia de entrega del Nobel se celebró en Estocolmo, los días 8, 9 y 10 de diciembre; según se supo después, disputó el galardón con Graham Greene y Gunther Grass.
Dos actos confirmaron el profundo sentimiento latinoamericano de García Márquez: a la entrega del premio fue vestido con un clásico e impecable liquiliqui de lino blanco, por ser el traje que usó su abuelo y que usaban los coroneles de las guerras civiles, y que seguía siendo de etiqueta en el Caribe continental. Con el discurso "La soledad de América Latina" (que leyó el miércoles 8 de diciembre de 1982 ante la Academia Sueca en pleno y ante cuatrocientos invitados y que fue traducido simultáneamente a ocho idiomas), intentó romper los moldes o frases gastadas con que tradicionalmente Europa se ha referido a Latinoamérica, y denunció la falta de atención de las superpotencias por el continente. Dio a entender cómo los europeos se han equivocado en su posición frente a las Américas, y se han quedado tan sólo con la carga de maravilla y magia que se ha asociado siempre a esta parte del mundo. Sugirió cambiar ese punto de vista mediante la creación de una nueva y gran utopía, la vida, que es a su vez la respuesta de Latinoamérica a su propia trayectoria de muerte.
El discurso es una auténtica pieza literaria de gran estilo y de hondo contenido americanista, una hermosa manifestación de personalidad nacionalista, de fe en los destinos del continente y de sus pueblos. Confirmó asimismo su compromiso con Latinoamérica, convencido desde siempre de que el subdesarrollo total, integral, afecta todos los elementos de la vida latinoamericana. Por lo tanto, los escritores de esta parte del mundo deben estar comprometidos con la realidad social total.
Con motivo de la entrega del Nobel, el gobierno colombiano, presidido por Belisario Betancur, programó una vistosa presentación folclórica en Estocolmo. Además, adelantó una emisión de sellos con la efigie de García Márquez dibujada por el pintor Juan Antonio Roda, con diseño de Dickens Castro y texto de Guillermo Angulo, a propósito de la cual el Nobel colombiano expresó: "El sueño de mi vida es que esta estampilla sólo lleve cartas de amor".
Desde que se conoció la noticia de la obtención del ambicionado premio, el asedio de periodistas y medios de comunicación fue permanente y los compromisos se multiplicaron. Sin embargo, en marzo de 1983 Gabo regresó a Colombia. En Cartagena lo esperaban doña Luisa Santiaga Márquez de García, en su casa del Callejón de Santa Clara, en el tradicional barrio de Manga, con un suculento sancocho de tres carnes (salada, cerdo y gallina) y abundante dulce de guayaba.
Después del Nobel, García Márquez se ratificó como figura rectora de la cultura nacional, latinoamericana y mundial. Sus conceptos sobre diferentes temas ejercieron fuerte influencia. Durante el gobierno de César Gaviria Trujillo (1990-1994), junto con otros sabios como Manuel Elkin Patarroyo, Rodolfo Llinás y el historiador Marco Palacios, formó parte de la comisión encargada de diseñar una estrategia nacional para la ciencia, la investigación y la cultura. Pero, quizás, una de sus más valientes actitudes ha sido el apoyo permanente a la revolución cubana y a Fidel Castro, la defensa del régimen socialista impuesto en la isla y su rechazo al bloqueo norteamericano, que ha servido para que otros países apoyen de alguna manera a Cuba y que ha evitado mayores intervenciones de los estadounidenses.
Tras años de silencio, en 2002 García Márquez presentó la primera parte de sus memorias, Vivir para contarla, en la que repasa los primeros treinta años de su vida. La publicación de esta obra supuso un acontecimiento editorial, con el lanzamiento simultáneo de la primera edición (un millón de ejemplares) en todos los países hispanohablantes. En 2004 vio la luz su novela Memorias de mis putas tristes.

Tomado de: http://www.biografiasyvidas.com/reportaje/garcia_marquez/

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Biografía


Con su hijo, Gonzalo, y su exposa, Mercedes (Gamma-Liaison)


      Gabriel José García Márquez  nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Cursó estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza. 

      Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia  fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor,Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas.  
      
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya  los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora.  
      
Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado  al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones... En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso.  
      
Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida:  El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde,  publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor. 
      
En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeñosEntre cachacosEuropa y América y Notas de prensa.  
      
Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez, Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener "el brazo caliente" entre dos  novelas. 

Tomado de: http://www.mundolatino.org/cultura/garciamarquez/ggm1.htm

domingo, 13 de abril de 2014

(BG-2014) RESEARCH: "Julia de Burgos-Antologia Poética"

Del Site Literatura.us

¡Buenas! Hoy es domingo, abril 13, 2014 y son las 5:48 pm 
Julia de Burgos
(Barrio Santa Cruz, Carolina, 1914 - Harlem, Nueva York, 1953)

Antología poética(*)

A JULIA DE BURGOS
                Ya las gentes murmuran que yo soy tu enemiga
porque dicen que en verso doy al mundo
tu yo.

                Mienten, Julia de Burgos. Mienten, Julia de Burgos.
La que se alza en mis versos no es tu voz: es mi voz;
porque tú eres ropaje y la esencia soy yo;
y el más profundo abismo se tiende entre las dos.

                Tú eres fría muñeca de mentira social,
y yo, viril destello de la humana verdad.

                Tú, miel de cortesanas hipocresías; yo no;
que en todos mis poemas desnudo el corazón.

                Tú eres como tu mundo, egoístas; yo no;
que todo me lo juego a ser lo que soy yo.

                Tú eres sólo la grave señora señorona;
yo no, yo soy la vida, la fuerza, la mujer.

                Tú eres de tu marido, de tu amo; yo no;
yo de nadie, o de todos, porque a todos, a todos,
en mi limpio sentir y en mi pensar me doy.

                Tú te rizas el pelo y te pintas; yo no;
a mí me riza el viento; a mí me pinta el sol.

                Tú eres dama casera, resignada, sumisa,
atada a los prejuicios de los hombres; yo no;
que yo soy Rocinante corriendo desbocado
olfateando horizontes de justicia de Dios.

                Tú en ti misma no mandas; a ti todos te mandan;
en ti mandan tu esposo, tus padres, tus parientes,
el cura, la modista, el teatro, el casino,
el auto, las alhajas, el banquete, el champán,
el cielo y el infierno, y el qué dirán social.
En mí no, que en mí manda mi solo corazón,
mi solo pensamiento; quien manda en mí soy yo.
Tú, flor de aristocracia; y yo la flor del pueblo.
Tú en ti lo tienes todo y a todos se lo debes,
mientras que yo, mi nada a nadie se la debo.

                Tú, clavada al estático dividendo ancestral,
y yo, un uno en la cifra del divisor social,
somos el duelo a muerte que se acerca fatal.

                Cuando las multitudes corran alborotadas
dejando atrás cenizas de injusticias quemadas,
y cuando con la tea de las siete virtudes,
tras los siete pecados, corran las multitudes,
contra ti, y contra todo lo injusto y lo inhumano,
yo iré en medio de ellas con la tea en la mano.



ÍNTIMA
                Se recogió la vida para verme pasar.
Me fui perdiendo átomo por átomo de mi carne
y fui resbalándome poco a poco al alma.

                Peregrina en mí misma, me anduve un largo instante.
Me prolongué en el rumbo de aquel camino errante
que se abría en mi interior,
y me llegué hasta mí, íntima.

                Conmigo cabalgando seguí por la sombra del tiempo
y me hice paisaje lejos de mi visión.

                Me conocí mensaje lejos de la palabra.
Me sentí vida al reverso de una superficie de colores y formas.
Y me vi claridad ahuyentando la sombra vaciada en la tierra desde el
                                                                                                          hombre.

                                                 * * *

                 Ha sonado un reloj la hora escogida de todos.
¿La hora? Cualquiera. Todas en una misma.
Las cosas circundantes reconquistan color y forma.
Los hombres se mueven ajenos a sí mismos
para agarrar ese minuto índice
que los conduce por varias direcciones estáticas.

                 Siempre la misma carne apretándose muda a lo ya hecho.
Me busco. Estoy aún en el paisaje lejos de mi visión.
Sigo siendo mensaje lejos de la palabra.

                 La forma que se aleja y que fue mía un instante
me ha dejado íntima.
Y me veo claridad ahuyentando la sombra
                                                    vaciada en la tierra desde el hombre.


RÍO GRANDE DE LOÍZA
¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en mi espíritu
y deja que mi alma se pierda en tus riachuelos,
para buscar la fuente que te robó de niño
y en un ímpetu lo te devolvió al sendero.
Enróscate en mis labios y deja que te beba,
para sentirte mío por un breve momento,
y esconderte del mundo, y en ti mismo esconderte,
y oir voces de asombro, en la boca del viento.
Apéate un instante del lomo de la tierra,
y busca de mis ansias el íntimo secreto;
confúndeme en el vuelo de mi ave fantasía,
y déjame una rosa de agua en mis ensueños.

¡Río Grande de Loiza!.. Mi manantial, mi río,
desde que alzóse al mundo el pétalo materno;
contigo se bajaron desde las rudas cuestas
a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos;
y mi niñez fue toda un poema en el río,
y un río en el poema de mis primeros sueños.
Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida
prendida en lo más ancho de tu viajar eterno;
y fui tuya mil veces, y en un bello romance
me despertaste el alma y me besaste el cuerpo.

¿Adónde te Ilevaste las aguas que bañaron
mis formas, en espiga del sol recién abierto?
¡Quién sabe en qué remoto país mediterráneo
alguien fauno en la playa me estará poseyendo!
¡Ouién sabe en qué aguacero de qué tierra lejana
me estaré derramando para abrir surcos nuevos;
o si acaso, cansada de morder corazones,
me estaré congelando en cristales de hielo!

¡Río Grande de Loíza! Azul, Moreno, Rojo.
Espejo azul, caído pedazo azul del cielo;
desnuda carne blanca que se te vuelve negra
cada vez que la noche se te mete en el lecho;
roja franja de sangre, cuando baja la lluvia
a torrentes su barro te vomitan los cerros.
Río hombre, pero hombre con pureza de río,
porque das tu azul alma cuando das tu azul beso.
Muy señor río mío. Río hombre. Único hombre
que ha besado en mi alma al besar en mi cuerpo.

¡Río Grande de Loiza!... Río grande. Llanto grande.
El más grande de todos nuestros llantos isleños,
si no fuera más grande el que de mi se sale
por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.




DAME TU HORA PERDIDA
De tu existencia múltiple dame la hora perdida,
cuando vacío de todo, no sientas ni la vida.

Cuando te encuentres solo, tan lejos de ti mismo
que te pese la mera conciencia del mutismo.

Cuando sientas tan fuerte desprecio por lo humano
que hasta de ti te rías, cual de cualquier gusano.

Cuando estés tan distante del farsante murmullo
que deshagas la fórmula de tu arrogante orgullo.

Entonces, ya vacío de todo, con tu nada
acércate a mi senda y espera mi llegada.

Yo te daré la nota más cierta de mi vida.
Tú me darás la nada de tu hora perdida.

Yo te daré inquietudes, sentidas emociones
que turben tu vacío y broten en canciones.

Tú me darás la nada de la inmortal mentira
de eternizar las cosas en su inmortal mentira.

Yo te daré verdades de todo lo tangible
para pesar la nada de tu vida insensible.

Y así, tú te darás en mí como si fuera
mi vida un aletazo de la ida primavera.

Que nunca ha sido, y siempre se extiende en nuestras almas
como verdad de nada, igual que las no almas.

Y yo me daré en ti como futuro incierto
de tiempos que no han sido, y canción que no ha muerto.

Y alzaremos en ritmo vibrante y alocado
la sublime mentira de habernos encontrado.

Yo, en la nada insensible de tu hora perdida,
y tú, en la también nada de mi frívola vida.



MOMENTOS
Yo, fatalista,
mirando la vida llegándose y alejándose
de mis semejantes.

Yo, dentro de mí misma,
siempre en espera de algo
que no acierta mi mente.

Yo, múltiple,
como en contradicción,
atada a un sentimiento sin orillas
que me une y me desune,
alternativamente,
al mundo.

Yo, universal,
bebiéndome la vida
en cada estrella desorbitada,
en cada grito estéril,
en cada sentimiento sin orillas.



[Se me ha perdido un verso]


CORTANDO DISTANCIAS
Chispeado de luces del rumbo futuro
que adviértese en todas las nuevas llamadas,
de espalda al prejuicio y a solas contigo,
llegastes a mi vida cortando distancias.

Distancia de innobles pisadas sociales.
Distancia de huellas de loca avanzada.
Distancia de credos, de normas, de anhelos.
Distancia de todo lo que hace la nada.

Llegaste. Eso es todo. Rasguea tus sentidos,
y dame un lenguaje de voces calladas.
Renuncio al legado de un mundo ficticio.
No quiero limosnas de herencia gastada.

Prefiero al murmullo de todos los tiempos,
el secreto íntimo de las circunstancias,
prendida al silencio de tu vida mía
y oyendo en tus ojos y no en tus palabras.

Lancemos un grito de adioses al viento
por todas las fugas que cortan distancias.
Un místico y suave adiós al ensueño
que engaña las mentes y teje la nada.
Un grave y piadoso adiós al imbécil
que vive tan solo de sol, aire y agua.
Un fuerte y cortante adiós al cobarde
que vive sumiso a credos y trabas.

Y un loco y salvaje adiós a nosotros
en ritos y normas y gestos y máscaras.

Que sea nuestra vida presente de todo.
Que busque futuro tan solo en el alma.
Que ensaye verdades. Que sienta en idea.
Que siempre se extienda cortando distancias.

Y que sea más íntima que todas las frases,
de todos los tiempos, de todas las razas.



AMANECERES
¡Amaneceres en mi alma!
¡Amaneceres en mi mente!

Cuando se abre la puerta íntima
para entrar a una misma,
¡Que de amaneceres!

Recoger la hora que pasa temblando a nuestro lado,
y hacerla presente,
y hacerla robusta,
y hacerla universal.

Y que cante;
y que grite;
y que se interne en todos los rincones anónimos
despertando rebeldías;
y que barra la cara de los eternos jorobados del tiempo
enfermos de no pensar;
y que cuelgue todas las canciones de rumbos y burgueses,
y rompa sus segundos en un millón de himnos proletarios.

¡Amaneceres en mi alma!
¡Amaneceres en mi mente!

Cuando se abre la puerta íntima
para entrar a una misma,
¡Que de amaneceres!



[Pentacromía]

NADA
Como la vida es nada en tu filosofía,
brindemos por el cierto no ser de nuestros cuerpos.

Brindemos por la nada de tus sensuales labios
que son ceros sensuales en tus azules besos;
como todo azul, quimérica mentira
de los blandos océanos y de los blancos cielos.

Brindemos por la nada del material reclamo
que se hunde y se levanta en tu carnal deseo;
como todo lo carne, relámpago, chispazo,
en la verdad mentira sin fin del Universo.

Brindemos por la nada, bien nada de tu alma,
que corre su mentira en un potro sin freno;
como todo lo nada, buen nada, ni siquiera
se asoma de repente en un breve destello.

Brindemos por nosotros, por ellos, por ninguno;
por esta siempre nada de nuestros nunca cuerpos;
por todos, por los menos; por tantos y tan nada;
por esas sombras huecas de vivos que son muertos.

Si del no ser venimos y hacia el no ser marchamos,
nada entre nada y nada, cero entre cero y cero,
y si entre nada y nada no puede existir nada,
brindemos por el bello no ser de nuestros cuerpos.



INTERROGACIONES
Una risa se me acaba de reir en los labios.
        —¿Risa de qué?
        —De todo lo creado.

Un llanto se ha echado a llorar dentro de mis ojos.
        —¿Llanto de qué?
        —De todo lo soñado.

Un olvido se me ha olvidado en el bosquejo de mi mente.
        —¿Olvido de qué?
        —De todo lo pasado.

Un desprecio se ha despreciado él mismo en mi mañana.
        —¿Desprecio de qué?
        —De todo lo futuro.

¿Qué me queda el presente?
Lo río..
Lo lloro...
Lo olvido...
Lo desprecio...



AY, AY, AY DE LA GRIFA NEGRA
Ay, ay, ay, que soy grifa y pura negra;
grifería en mi pelo, cafrería en mis labios;
y mi chata nariz mozambiquea.

Negra de intacto tinte, lloro y río
la vibración de ser estatua negra;
de ser trozo de noche, en que mis blancos
dientes relampaguean;
y ser negro bejuco
que a lo negro se enreda
y comba el negro nido
en que el cuervo se acuesta.
Negro trozo de negro en que me esculpo,
ay ay ay, que mi estatua es toda negra.

Dícenme que mi abuelo fue el esclavo
por quien el amo dio treinta monedas.
Ay ay ay, que el esclavo fue mi abuelo
es mi pena, es mi pena.
Si hubiera sido el amo,
sería mi vergüenza;
que en los hombres, igual que en las naciones,
si el ser el siervo es no tener derechos,
el ser el amo es no tener conciencia.

Ay ay ay, los pecados del rey blanco
lávelos en perdón la reina negra.

Ay ay ay, que la raza se me fuga
y hacia la raza blanca zumba y vuela
hundirse en su agua clara;
tal vez si la blanca se ensombrará en la negra.

Ay ay ay, que mi negra raza huye
y con la blanca corre a ser trigueña;
¡a ser la del futuro,
fraternidad de América!



CANCIÓN DE RECUERDO
Esta noche,
el deseo de la carne se me fuga hacia la nada,
y el recuerdo de horas tiernas y felices
con mi alma se da cita.

Hace tiempo que mi alma,
en continuo sobresalto con la vida,
uno a uno deshojaba sus ensueños,
una a una renunciaba las caricias
de ese íntimo letargo,
cuando el mundo de las cosas espontáneas
en la luz no presentida
de un adentro que no piensa
ni analiza
y que solo sabe y siente
emociones imprevistas.

Esta noche mi alma vibra
en hallazgo de sí misma,
y alejada de la carne,
es presente el recuerdo de tu vida.

¡Cómo vuelven las primeras ilusiones,
y el silencio de los besos que se abrieron como rosas
al connubio de tus labios y mis labios
en el lecho de la brisa!



[Desde el Puente Martín Peña]
[Mi símbolo de rosas]
[Soy en cuerpo de ahora]
[Poema a Federico]
[Mi alma]
[Ochenta mil]


YO MISMA FUI MI RUTA
                Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisora
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.

                A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.

                Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la espresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.

                Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.

                Y fui toda en mí como fue en mí la vida…

                Yo quiese ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.


[Poema detenido en un amanecer]

ALBA DE MI SILENCIO
      En ti me he silenciado...
El corazón del mundo está en tus ojos, que se vuelan
mirándome.

      No quiero levantarme de tu frente fecunda
en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.

      Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.
Me voy muriendo en mis años de angustia
para quedar en ti
como corola recién en brote al sol...

      No hay una sola brisa que no sepa mi sombra
ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.

      ¡Canción silenciada de plenitud!
En ti me he silenciado...

      (La hora más sencilla para amarte es esta
en que voy por la vida dolida de alba.)



[Dos mundos sobre el mundo]

TRANSMUTACIÓN
Estoy sencilla como la claridad...
Nada me dice tanto como tu nombre repetido de montaña
a montaña
por un eco sin tiempo que comienza en mi amor
y rueda hasta el infinito...

(¡Tú ......................................................!
                Casi paloma erguida
                                sobre un mundo de alas
                                                                que has creado en mi espíritu.)

           Tú lo dominas todo para mi claridad.
Y soy simple destello en albas fijas
amándote...

           Ningún viento agitado seduce mi reposo
de ternuras naciendo y apretándose
entre tu mano
y mi sollozo.

           Una afluencia de ríos por nacer, y golondrinas mudas,
se estrecha contra mí
allí donde tu alma me dice al corazón
la palabra más leve.

           Mis pies van despegados de rastros amarillos
y escalan techos infatigados de mariposas
donde el sol, sin saberlo, se ha visto una mañana,
deslumbrante...

           Para amarte
me he desgarrado el mundo de los hombros,
y he quedado desierta en mar y estrella,
sencilla
como la claridad.

           Aquí no hay geografía para manos ni espíritu.
Estoy sobre el silencio y en el silencio mismo
de una transmutación
donde nada es orilla...



AMANECIDA
          Soy una amanecida del amor...

          Raro que no me sigan centenares de pájaros
picoteando canciones sobre mi sombrilla blanca.
(Será que van cercando, en vigilia de nubes,
la claridad inmensa donde avanza mi alma).

          Raro que no me carguen pálidas margaritas
por la ruta amorosa que han tomado mis alas.
(Será que están llorando a su hermana más triste,
que en silencio se ha ido a la hora del alba).

          Raro que no me vista de novia la más leve
de aquellas brisas suaves que durmieron mi infancia.
(Será que entre los árboles va enseñando a mi amado
los surcos inocentes por donde anduve, casta…)

          Raro que no me tire su emoción el rocío,
en gotas donde asome risueña la mañana.
(Será que por el surco de angustia del pasado,
con agua generosa mis decepciones baña).

          Soy una amanecida del amor...

          En mí cuelgan canciones y racimos de pétalos,
y muchos sueños blancos, y emociones aladas.

          Raro que no me entienda el hombre, conturbado
por la mano sencilla que recogió mi alma.
(Será que en él la noche se deshoja más lenta,
o tal vez no comprenda la emoción depurada...)


[Principio de un poema sin palabras]

VIAJE ALADO
Hoy me acerco a tu alma
con las manos amarillas de pájaros.
La mirada corriendo por el cielo,
y una leve llovizna entre mis labios.

Saltando claridades
he recogido el sol en los tejados,
y una nube ligera que pasaba
me prestó sus sandalias de aire blando.

La tierra se ha colgado a mis sandalias
y es un tren de emoción hasta tus brazos,
donde las rosas sin querer se fueron
unidas a la ruta de mi canto.

La tragedia del mundo
de mi senda de amor se ha separado,
y hay un aire muy suave en cada estrella
removiéndome el polvo de los años.

Hasta mi cara en vuelo
las cortinas del mar se me treparon,
y mis ojos se unieron a los ojos
de todas las pupilas del espacio.

Anudando emociones
sorprendí una sonrisa entre mis manos
caída desde el pájaro más vivo
que se asomó a mirar mi viaje alado.

Por encima del ruido de los hombres
una larga ilusión se fue rodando,
y dio a inclinar la sombra de mi mente
en el rayo de luz de tu regazo.

Como corola al viento,
todo el cosmos abrióseme a mi paso,
y se quedó en el pétalo más rosa
de esta flor de ilusión que hasta ti alargo...



SUEÑO DE PALABRAS
Honda, de ti, me inundo el corazón de voces,
mientras tú duermes sueño de palabras...

¡Amado!
¡Qué estrellado va el cielo!

La rosa de la noche en las calle me mece.
Ecos de golondrinas se aquietan en la nube.
La sombra va danzando su dolor por los muelles.
El mar se sale al viento en perfume salvaje.
El ideal a ratos se sacude y florece...

(Tu sueño de palabras va perdiendo su sueño.
Mi corazón se expande en canciones celestes...)

¡Amado!
¡Entre las nubes se acarician los lirios!
¡En los labios del viento las canciones se duermen!
¡Las estrellas se guardan su lenguaje de luces!
¡El silencio se viste de rosales y fuentes!
¡Viene el tiempo corriendo su locura de viaje!
¡Mi pasión está fresca! ¡Mi emoción está leve!

(El sueño de palabras ha dejado tus labios.)
¡No me hables! ¡Tus notas yo las quiero silvestres!




POEMA PERDIDO EN POCOS VERSOS
¡Y si dijeran que soy como devastado crepúsculo
donde ya las tristezas se durmieron!

Sencillo espejo donde recojo el mundo.
Donde enternezco soledades con mi mano feliz.

Han llegado mis puertos idos tras de los barcos
como queriendo huir de su nostalgia.

Han vuelto a mi destello las lunas apagadas
que dejé con mi nombre vociferando duelos
hasta que fueran mías todas las sombras mudas.

Han vuelto mis pupilas
amarradas al sol de su amor alba.

¡Oh amor entretenido en astros y palomas,
cómo en rocío feliz cruzas mi alma!

¡Amarilla ciudad de mis tristezas:
soy el verde renuevo de tus ramas!

¡Feliz! ¡Feliz! ¡Feliz!

Agigantada en cósmicas gravitaciones ágiles,
sin reflexión ni nada...



NOCHE DE AMOR EN TRES CANTOS
I
Ocaso
            ¡Cómo suena en mi alma la idea
de una noche completa en tus brazos
diluyéndome toda en caricias
mientras tú te me das extasiado!

            ¡Qué infinito el temblor de miradas
que vendrá en la emoción del abrazo,
y qué tierno el coloquio de besos
que tendré estremecida en tus labios!

            ¡Cómo sueño las horas azules
que me esperan tendida a tu lado,
sin más luz que la luz de tus ojos,
sin más lecho que aquel de tu brazo!

            ¡Cómo siento mi amor floreciendo
en la mística voz de tu canto:
notas tristes y alegres y hondas
que unirán tu emoción a tu rapto!

            ¡Oh la noche regada de estrellas
que enviará desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!

II
Media Noche
            Se ha callado la idea turbadora
y me siento en el sí de tu abrazo,
convertida en un sordo murmullo
que se interna en mi alma cantando.

            Es la noche una cinta de estrellas
que una a una a mi lecho han rodado;
y es mi vida algo así como un soplo
ensartado de impulsos paganos.
Mis pequeñas palomas se salen
de su nido de anhelos extraños
y caminan su forma tangible
hacia el cielo ideal de tus manos.

            Un temblor indeciso de trópico
nos penetra la alcoba. ¡Entre tanto,
se han besado tu vida y mi vida...
y las almas se van acercando!

            ¡Cómo siento que estoy en tu carne
cual espiga a la sombra del astro!
¡Cómo siento que llego a tu alma
y que allá tú me estás esperando!

            Se han unido, mi amor, se han unido
nuestras risas más blancas que el blanco,
y ¡oh milagro! en la luz de una lágrima
se han besado tu llanto y mi llanto...

            ¡Cómo muero las últimas millas
que me ataban al tren del pasado!
¡Qué frescura me mueve a quedarme
en el alba que tú me has brindado!

III
Alba
            ¡Oh la noche regada de estrellas
que envió desde todos sus astros
la más pura armonía de reflejos
como ofrenda nupcial a mi tálamo!

            ¡Cómo suena en mi alma la clara
vibración pasional de mi amado,
que se abrió todo en surcos inmensos
donde anduve mi amor, de su brazo!

            La ternura de todos los surcos
se ha quedado enredando en mis pasos,
y los dulces instantes vividos
siguen, tenues, en mi alma soñando...

            La emoción que brotó de su vida
— que fue en mí manantial desbordado —
ha tomado la ruta del alba
y ahora vuela por todos los prados.

            Ya la noche se fue; queda el velo
que al recuerdo se enlaza, apretado,
y nos mira en estrellas dormidas
desde el cielo en nosotros rondando...

            Ya la noche se fue; y a las nuevas
emociones del alba se ha atado.
Todo sabe a canciones y a frutos,
y hay un niño de amor en mi mano.

            Se ha quedado tu vida en mi vida
como el alba se queda en los campos;
y hay mil pájaros vivos en mi alma
de esta noche de amor en tres cantos.



ARMONÍA DE LA PALABRA Y EL INSTINTO
Todo fue maravilla de armonías
en el gesto inicial que se nos daba
entre impulsos celestes y telúricos
desde el fondo de amor de nuestras almas.

Hasta el aire espigóse en levedades
cuando caí rendida en tu mirada;
y una palabra, aún virgen en mi vida,
me golpeó el corazón, y se hizo llama
en el río de emoción que recibía,
y en la flor de ilusión que te entregaba.

Un connubio de nuevas sensaciones
elevaron en luz mi madrugada.
Suaves olas me alzaron la conciencia
hasta la playa azul de tu mañana,
y la carne fue haciéndose silueta
a la vista de mi alma libertada.

Como un grito integral, suave y profundo
estalló de mis labios la palabra;
Nunca tuvo mi boca mas sonrisas,
ni hubo nunca más vuelo en mi garganta!

En mi suave palabra, enternecida,
me hice toda en tu vida y en tu alma;
y fui grito impensado atravesando
las paredes del tiempo que me ataba;
y fui brote espontáneo del instante;
y fui estrella en tus brazos derramada.

Me di toda, y fundiéndome por siempre
en la armonía sensual que tu me dabas;
y la rosa emotiva que se abría
en el tallo verbal de mi palabra,
uno a uno fue dándote sus pétalos,
mientras nuestros instintos se besaban.



CANCIÓN DESNUDA
Despierta de caricias,
aún siento por mi cuerpo corriéndome tu abrazo.
Estremecido y tenue sigo andando en tu imagen.
¡Fue tan hondo de instintos mi sencillo reclamo...!

De mí se huyeron horas de voluntad robusta,
y humilde de razones, mi sensación dejaron.
Yo no supe de edades ni reflexiones yertas.
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que pasaba por el canto del ave
y la arteria del árbol.

Otras notas más suaves pude haber descorrido,
pero mi anhelo fértil no conocía de atajos:
me agarré a la hora loca,
y mis hojas silvestres sobre ti se doblaron.

Me solté a la pureza de un amor sin ropajes
que cargaba mi vida de lo irreal a lo humano,
y hube de verme toda en un grito de lágrimas,
¡en recuerdo de pájaros!

Yo no supe guardarme de invencibles corrientes
¡Yo fui la Vida, amado!
La vida que en ti mismo descarriaba su rumbo
para darse a mis brazos.


[Próximo a Dios]
[Canción para dormirte]


ALTA MAR Y GAVIOTA
Por tu vida yo soy...
en tus ojos yo vivo la armonía de lo eterno.
La emoción se me riega,
y se ensancha mi sangre por las venas del mundo.

No doy ecos partidos.
Lo inmutable me sigue
resbalando hasta el fondo de mi propia conciencia.

En ti yo amo las últimas huidas virginales
de las manos del alba,
y armando lo infinito
te quiero entre las puertas humanas que te enlazan.

En ti aquieto las ramas abiertas del espacio,
y renuevo en mi arteria tu sangre con mi sangre.

¡Te multiplicas!
                          ¡Creces!
                                       ¡Y amenazas quedarte
                                      con mi prado salvaje!

Eres loca carrera donde avanzan mis pasos,
atentos como albas
al sol germinativo que llevas en tu impulso.

Por tu vida yo soy
alta mar y gaviota:
en ella vibro
y crezco...



[Próximo a Dios]
[Exaltación sin tiempo y sin orillas]


TE QUIERO
Te quiero...
y me mueves el tiempo de mi vida sin horas.  

Te quiero
en los arroyos pálidos que viajan en la noche,
y no termina nunca de conducir estrellas a la mar.

Te quiero
en aquella mañana desprendida del vuelo de los siglos
que huyó su nave blanca hasta el agua sin ondas
donde nadaban tristes, tu voz y mi canción.  

Te quiero
en el dolor sin llanto que tanta noche ha recogido el sueño
en le cielo invertido en mis pupilas para mirarte cósmica,
en la voz socavada de mi ruido de siglos derrumbándose.

Te quiero
(grito de noche blanca...)
en el insomnio reflexivo
de donde ha vuelto en pájaros mi espíritu.   

Te quiero...
Mi amor se escapa leve de expresiones y rutas,
y va rompiendo sombras y alcanzando tu imagen
desde el punto inocente donde soy yerba y trino.


[Próximo a Dios]
[El vuelo de mis pasos]
[Unidad]
[Soy hacia ti]
[Poema del minuto blanco]


INSOMNE
Insomne, medianoche de penas desvelándome el alma
fuego de estrellas rojas sobre mis sueños blancos.
Lo eterno persiguiendome.

Camino, en puntos suspensivos de dolor
anudo tu distancia.
El aire se me pierde.

¿Que te separa de mis ojos, destrozados y debiles?
¿Como no estas aqui, vida por mi poema, diluyendote?

¿Por que te llevan de mis manos tiernas, que por no herirte,
rozarian la muerte?

¿Por que nos tienden infeliz frontera, entre tu amor y mi
alma que en ti crece?

¿Por que no ves mis lagrimas ahora, fieles como horizontes
a tu suerte?

Insomne, medianoche de lagrimas desvelandome el alma,
y un millon de crepusculos rompiendose en mi frente...


[Voz del alma restaurada]

COLOQUIO SIDERAL
¡Te adoré tanto anoche!
                                           —Me adoraste en ausencia.
—¡Te besé tanto anoche!
                                          —Me besaste en ausencia.
—¡Te miré tanto anoche !
                                          —Me miraste en ausencia.

—¡Te adoré
sin pensarte en la forma.

Te besé
sin sentirme en tu rostro.

Te miré
sin mirada y sin sol...

                                          —¿Y eso es posible, amada?
—Pregúntalo a la nube
que cruzó por mi sueño y se posó en tu alma.

                                          —¿Qué se posó en mi alma?
—Cargada por la brisa, con la última nota
de mi vida en canción...

                                          —Y la brisa ¿qué hizo
                                          al sentirte en sus prados?
—Con los ojos turbados
presenció mi invasión...

                                          —¿Y no quiso besarte?
—Sus labios no alcanzaron
mi corazón en flor.

Hubo de ver mi rostro
en sonrisa de agua,
contigo en la emoción...

                                          —¿Y así llegaste, amada?
—Así miré tu alma,
te besé en la sonrisa,
y adoré tu ilusión...



YO FUI LA MÁS CALLADA
           Yo fui la más callada
de todas las que hicieron el viaje hasta tu puerto.

           No me anunciaron lubricadas ceremonias sociales,
ni las sordas campanas de ancestrales reflejos;
mi ruta era la música salvaje de los pájaros
que soltaba a los aires mi bondad en revuelo.

           No me cargaron buques pesados de opulencia,
ni alfombras orientales apoyaron mi cuerpo;
encima de los buques mi rostro aparecía
silbando en la redonda sencillez de los vientos.

           No pesé la armonía de ambiciones triviales
que prometía tu mano colmada de destellos:
solo pesé en el suelo de mi espíritu ágil
el trágico abandono que ocultaba tu gesto.

           Tu dualidad perenne la marcó mi sed ávida.
Te parecías al mar, resonante y discreto.
Sobre ti fui pasando mis horarios perdidos.
Sobre mí te seguiste como el sol en los pétalos.

           Y caminé en la brisa de tu color caído
con la tristeza ingenua de saberme en lo cierto:
tu vida era profundo batir de inquietas fuentes
en inmenso río blanco corriendo hacia el desierto.

           Un día, por las playas amarillas de histeria,
muchas caras ocultas de ambición te siguieron;
por tu oleaje de lágrimas arrancadas al cosmos
se colaron las voces sin cruzar tu misterio...

           Yo fui la más callada.
La voz casi sin eco.
La conciencia tendida en sílaba de angustía,
desparramada y tierna, por todos los silencios.

           Yo fui la más callada.
La que saltó la tierra sin más arma que un verso.
¡Y aquí me veis, estrellas,
desparramada y tierna, con su amor en mi pecho!


[Canción sublevada]
[Desvelos sin sollozo]
[Regreso a mí]


POEMA DE MI PENA DORMIDA
Con los ojos cerrados, amplia de voces íntimas,
me detengo en el siglo de mi pena dormida.
La contemplo en su sueño...
Duerme su noche triste
despegada del suelo donde arranca mi vida.
Ya no turba la mansa carrera de mi alma
ni me sube hasta el rostro en dolor de pupilas.

Encerrada en su forma,
ya no proyecta el filo sensible de sus dedos
tumbándome alegrías,
en la armonía perfecta de mi canción erguida.

Ya no me parte el tiempo...
Duerme su noche triste
desde que tú te anclaste en la luz de mis rimas.

Recuerdo que las horas se rodaban en blanco
sobre mi pena viva,
cuando corría tu sombra por entre extrañas sombras,
adueñado de risas.

Mi emoción esperaba....
Pero tuve momentos de locura suicida.

Un agitado viento de esperanza
parece que me anuncia tu regreso.
Entre el fuego de luna que me invade
alejando crepúsculos te siento.

Estás aquí. Conmigo.
Por mi sueño.
¡A dormirse se van ahora mis lágrimas
por donde tú cruzaste entre mi verso!


[Canción sublevada]

TE SEGUIRÉ CALLADA
Te seguiré por siempre, callada y fugitiva,
por entre oscuras calles molidas de nostalgia,
o sobre las estrellas sonreídas de ritmos
donde mecen su historia tus más hondas miradas.

Mis pasos desatados de rumbos y fronteras
no encuentran las orillas que a tu vida se enlazan.
Busca lo ilimitado mi amor, y mis canciones
de espalda a los estático, irrumpen en tu alma.

Apacible de anhelos, cuando el mundo te lleve,
me doblaré el instinto y amaré tus pisadas;
y serán hojas simples las que iré deshilando
entre quietos recuerdos, con tu forma lejana.

Atenta a lo infinito que en mi vida ya asoma,
con la emoción en alto y la ambición sellada,
te seguiré por siempre, callada y fugitiva,
por entre oscuras calles, o sobre estrellas blancas.


[Canción de tu presencia]

CANCIÓN DE LA VERDAD SENCILLA
           No es él el que me lleva…
Es mi vida que en su vida palpita.
Es la llamada tibia de mi alma
que se ha ido a cantar entre sus rimas.
Es la inquietud de viaje de mi espíritu
que ha encontrado en su rumbo eterna vía.

           Él y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre entre las cimas;
manantial abrazando lluvia y tierra;
fundidos en un soplo ola y brisa;
blanca mano enlazando piedra y oro;
hora cósmica uniendo noche y día.

           Él y yo somos uno.
Uno mismo y por siempre en las heridas.
Uno mismo y por siempre en la conciencia.
Uno mismo y por siempre en la alegría.

           Yo saldré de su pecho a ciertas horas,
cuando él duerma el dolor en sus pupilas,
en cada eco bebiéndome lo eterno,
y en cada alba cargando una sonrisa.

           Y seré claridad para sus manos
cuando se vuelquen a trepar los días,
en la lucha sagrada del instinto
por salvarse de ráfagas suicidas.

           Si extraviado de senda, por los locos
enjaulados del mundo, fuese un día,
una luz disparada por mi espíritu
le anunciará el retorno hasta mi vida.

           No es él el que me lleva…
Es su vida que corre por la mía.



POEMA DE LA CITA ETERNA
Lo saben nuestras almas,
más allá de las islas y más allá del sol.
El trópico, en sandalias de luz, prestó las alas,
y tu sueño y mi sueño se encendieron.

Se hizo la cita al mar... tonada de mis islas,
y hubo duelo de lirios estirando colinas,
y hubo llanto de arroyos enloqueciendo brisas,
y hubo furia de estrellas desabriéndose heridas...
Tú, y mi voz de los riscos, combatían mi vida.

Se hizo al mar tu victoria, sobre palmas vencidas...

Fue paisaje en lo inmenso
una imagen de mar casi riachuelo,
de río regresando,
de vida, de tan honda, atomizándome.
Y se dio cita eterna la emoción.

El mar, el verdadero mar,
casi ya mío...
El mar, el mar extraño
en su recinto...
El mar
ya quiere ser el mar sobremarino...



EL MAR Y TÚ
La carrera del mar sobre mi puerta
es sensación azul entre mis dedos,
y tu salto impetuoso por mi espíritu
es no menos azul, me nace eterno.

Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo nadan ami encuentro,
y en locura de amarme hasta el naufragio
van rompiendo los puertos y los remos.

¡Si tuviera yo un barco de gaviotas,
para sólo un instante detenerlos,
y gritarle mi voz a que se batan
en un sencillo duelo de misterio!

Que uno en el otro encuentre su voz propia,
que entrelacen sus sueños en el viento,
que se ciñan estrellas en los ojos
para que den, unidos, sus destellos.

Que sea en el otro encuentre su voz propia,
que entrelacen sus sueños en el viento,
que se ciñan estrellas en los ojos
para que den, unidos, sus destellos.

Que sea un duelo de música en el aire
las magnolias abiertas de sus besos,
que las olas se vistan de pasiones
y la pasión se vista de veleros.

Todo el color de aurora despertada
el mar y tú lo estiren en un sueño
que se lleve mi barco de gaviotas
y me deje en el agua de dos cielos.



NO HAY ABANDONO
Se ha muerto la tiniebla en mis pupilas,
desde que hallé tu corazón
en la ventana de mi rostro enfermo.

¡Oh pájaro de amor,
que trinas hondo, como un clarín total y solitario,
en la voz de mi pecho!
No hay abandono...
ni habrá miedo jamás en mi sonrisa.

¡Oh pájara de amor,
que vas nadando cielo en mi tristeza...!
Más allá de tus ojos
mis crepúsculos sueñan bañarse en tus luces...

¿Es azul el misterio?

Asomada en mí misma contemplando mi rescate,
que me vuelve a la vida en tu destello...




PROA DE MI VELERO DE ANSIEDAD
¡Si fuera todo mar,
para nunca salirme de tu senda!

¡Si Dios me hiciera viento,
para siempre encontrarme por tus velas!

¡Si el universo acelerara el paso,
para romper los ecos de esta ausencia!

Cuando regreses, rodará en mi rostro
la enternecida claridad que sueñas.
Para mirarte, amado,
en mis ojos hay público de estrellas.

Cuando me tomes, trémulo,
habrá lirios naciendo por mi tierra,
y algún niño dormido de caricia
en cada nido azul que te detenga.

Nuestras almas, como ávidas gaviotas,
se tenderán al viento de la entrega,
y yo, fuente de olas, te haré cósmico...
¡Hay tanto mar nadando en mis estrellas!

Recogeremos albas infinitas,
las que duermen al astro en la palmera,
las que prenden el trino en las alondras
y levantan el sueño de las selvas.

En cada alba desharemos juntos
este poema exaltado de la espera,
y detendremos de emoción al mundo
al regalo nupcial de auroras nuestras.


[Sobre la claridad]
[Presencia de amor en la isla]


CANTAR MARINERO
¡Una vela!
¡Una vela nadando en el mar!
¿Es el mar que ha salido a mirarme,
o es mi alma flotando en el mar?

¡Una ola en la vela!
¡Una ola en la vela del mar!
¿Es mi amor que se trepa en el viento,
o es tu vida en las alas del mar?
¡Una vela! ¡Una ola! ¡Dos sueños
entre el cielo y el pecho del mar!
¿Es que el sol se ha calzado de espumas,
o es que somos los brazos del mar?

¡Una vela! ¡Una ola! ¡Un naufragio
en las blancas espaldas del mar!
No hay un puerto que pueda alojarnos...
¡Remaremos el barco del mar!




CASI ALBA
Casi alba,
como decir arroyo entre la fuente,
como decir estrella,
como decir paloma en cielo de alas.

Esta noche se ha ido casi aurora,
casi ronda de luna entre montañas,
como una sensación de golondrina
al picar su ilusión en una rama.

Amanecer, sin alas para huirse,
regreso de emoción hasta su alma,
palomitas de amor entre mis manos
que al asalto de amor subieron castas.

Noche rasgada al tiempo repetido,
detenida ciudad de esencias altas,
como una claridad rompes mi espíritu,
circundadas mi emoción como una jaula.

Amor callado y lejos...
Tímida vocesita de una dalia,
así te quiero, íntimo,
sin saberte las puertas al mañana,
casi sonrisa abierta entre las risas,
entre juego de luces, casi alba...




DONDE COMIENZAS TÚ
Soy ola de abandono,
derribada, tendida,
sobre un inmenso azul de sueños y de alas.
Tú danzas por el agua redonda de mis ojos
con la canción más fresca colgando de tus labios.
¡No la sueltes, que el viento todavía azota fuerte
                           por mis brazos mojados,
y no quiero perderte ni en la sílaba!

Yo fuí un día la gaviota más ave de tu vida.
(Mis pasos fueron siempr eenigma de los pájaros.)
Yo fuí un día la más honda de tus edades íntimas.
(El universo entrero cruzaba por mis manos.)
¡Oh día de sueño y ola…!
Nuestras dos juventudes hacia el viento estallaron.
Y pasó la mañana,
y pasó la agonía de la tarde muriéndose en el fondo de un lirio
y pasó la alba noche rebalando en los astros,
                           exhibiéndose en pétalos
y pasó mi letargo…
Recuerdo que al mirarme con la voz derrotada,
las dos manos del cielo me cerraron los párpados.

Fué tan sólo una ráfaga,
una ráfaga húmeda que cortó mi sonrisa
y me izó en los crepúsculos entre caras de espanto.
Tú nadabas mis olas retardadas e inútiles,
y por poco me parto de dolor esperando…

Pero llegaste, fértil,
más intacto y más blanco.
Y me llevaste, épico,
venciéndote en tí mismo los caminos cerrados.

Hoy anda mi caricia
derribada, tendida,
sobre un inmenso azul de sueños con mañana.
Soy ola de abandono,
y tus playas ya saltan certeras, por mis lágrimas.

¡Amante, la ternura desgaja mis sentidos…
yo misma soy un sueño remando por tus aguas!



CANCIÓN HACIA ADENTRO
¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Hay un sólo trino entre tu amor y mi alma.

Mis dos ojos navegan
el mismo azul sin fin donde tú danzas.

Tu arco-iris de sueños en mí tiene
siempre pradera abierta entre montañas.

Una vez se perdieron mis sollozos,
y los hallé, abrigados, en tus lágrimas.

¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Un ruiseñor nos tiene en su garganta.

Los ríos que me traje de mis riscos,
desembocan tan sólo por tus playas.

Hay confusión de vuelos en el aire...
¡El viento que nos lleva en sus sandalias !

¡No me recuerdes! ¡Siénteme!
Mientras menos me pienses, más me amas.



AZUL A TIERRA EN TI
Parece mar, el cielo
donde me he recostado a soñarte…

Si vieras mi mirada,
como un ave, cazando horizontes y estrellas.

El universo es mío desde que tú te hiciste
techo de mariposas para mi corazón.

Es tan azul el aire cuando mueves tus alas,
que el vuelo nace eterno, en repetida ola sin cansancio.

No sé si en ola o nuba abrirme la ternura
para rodarme al sueño donde duermes.

Es tan callado el viento,
que he podido lograrte entre los ecos.

Soy toda claridad para estrecharte…

Te he visto con los ojos vivos como los ojos abiertos
               de los bosques,
figurándome en risas y quebradas nadando hasta el océano.

Te he recogido en huellas de canciones marinas
donde una vez dejaste corazones de agua enamorados.

Te he sacado del tiempo…

¡Cómo te he levantado en un lirio de luz
que floreció mi mano al recordarte!

¿Por qué me corre el mar?

Tú eres vivo universo contestándome…



[El regalo del viento]
[Naufragio]


VÍCTIMA DE LUZ
Aquí estoy,
desenfrenando estrella, desatada,
buscando entre los hombres mi víctima de luz.

A tí he llegado.
Hay algo de universo en tu mirada,
algo de mar sin playa desembocando cauces infinitos,
algo de amanecido nostalgia entretenida en imitar palomas...

Mirarte es verme entera de luz
rodando en un azul sin barcos y sin puertos.

Es inútil la sombra en tus pupilas...
Algún soplo inocente debe haberse dormido en tus entrañas.

Eres, entre las fronas, mi víctima de luz.
Eso se llama amor, desde mis labios.

Tienes que olvidar sendas,
y disponerte a manejar el viento.

¡A mis brazos, iniciado de luz,
víctima mía!

Pareces una espiga debajo de mi alma,
y yo, pleamar tendida bajo tu corazón.



VELAS SOBRE UN RECUERDO
Todo estático,
menos la sangre mía y la voz mía,
y el recuerdo volando.

Todo el lecho en un cántico de fuego
echando a andar las ondas del reclamo.
La misma pared siente
que ha bajado a llamarte entre mis labios.

¡Qué grandioso el silencio de mis dedos
cuando toman el verso de los astros,
que se cuelan en rápidas guirnaldas
para esculpirte en luces por mis brazos!

Va gritando tu nombre entre mis ojos,
el mismo mar, inquieto y constelado.
Las olas más infantes te pronuncian,
al girar por mis párpados mojados.

Todo es ágil ternura por mi lecho,
entre cielos y ecos conturbados.
Con tu sendero vivo en mi flor íntima,
he movido lo estático...



[Rompeolas]
[Ronda sobremarina por la montaña]


MI SENDA ES EL ESPACIO
Para hallarte esta noche las pupilas distantes,
he dominado cielos, altamares, y prados.
He deshecho el sollozo de los ecos perdidos...
tengo el hondo infinito jugando entre mis manos.

Siénteme la sonrisa. Es el último sueño
de una espiga del alba que se unió a mi reclamo...
Yo quiero que adelantes en espíritu y alas
mi canción enredada de trinos y de pájaros.

Te esperaré la vida. Levántame el ensueño.
Mírame toda en ascuas. Recuéstate en mis labios.
¡Tan simple, que en mitades iguales de armonía,
se rompieran a un tiempo tus lazos y mis lazos!

Vuélvete la caricia. No quiero que limites
tus ojos en mi cuerpo. Mi senda es el espacio.
Recorrerme es huirse de todos los senderos...
Soy el desquilibrio danzante de los atros.



CANCIÓN AMARGA
Nada turba mi ser, pero estoy triste.
Algo lento de sombra me golpea,
aunque casi detrás de esta agonía,
he tenido en mi mano las estrellas.

Debe ser la caricia de lo inútil,
la tristeza sin fin de ser poeta,
de cantar y cantar, sin que se rompa
la tragedia sin par de la existencia.

Ser y no querer ser... esa es la divisa,
la batalla que agota toda espera,
encontrarse, ya el alma moribunda,
que en el mísero cuerpo aún quedan fuerzas.

¡Perdóname, oh amor, si no te nombro!
Fuera de tu canción soy ala seca.
La muerte y yo dormimos juntamente...
Cantarte a ti, tan sólo, me despierta.



[Constelación de alas]

ES UN ALGO DE SOMBRA
Como si entre mis pasos se paseara la muerte
desde el cielo me miran consternados los astros.

Algo esconde paisajes a mis ojos de sueño.
Algo llueve en mi rostro las corolas del llanto.

Algo flota en mi espíritu por encima de tu alma,
algo grave y doliente que destroza mis párpados.

¿Definirlo? Las rosas de mi amor se conmueven,
y no encuentran la nota de la pena en sus labios.

La palabra no puede con mi carga de angustia,
y no cabe en mi verso mi dolor exaltado.

Es un algo de sombra desnutriendo mi vuelo,
un temor de ser poca a la sed de tus brazos,

de perderte una noche desde todas mis alas,
sin un surco en la frente ni un adiós en las manos.

¡Oh la sed infinita de estrecharte y asirte,
de escuchar que en tu vida soy montaña y soy llano,

que si agreste, sintieras un anhelo de selva,
bastaríante los riscos que contienen mis pasos,

que si a tus velas frágiles las destrozara el viento
detendrías tu naufragio en mis lirios mojados,

y si aún fuese la tierra poca senda a tus ansias,
en mi verso de espumas hallarías tu barco!

¡Oh la sed infinita! ¡0h el temor de perderte!
¡Oh mis ojos, cubridme, rescatadme del llanto!

¡Contempladlo! En sus labios mis sonrisas se baten,
y aún habita en su rostro mi recuerdo más casto.

Ved la huella de estrellas que le enciende la frente,
son las mismas, las mutuas estrellitas de antaño.

¡Perseguidlo! Aún es mío, aún las notas unidas
de su voz y mi poema aletean el espacio.

Aún recorre las nubes recogiendo mis lágrimas,
por quitarle a mi río la ilusión de mi llanto.

Aún se duerme en la noche sobre todas mis risas,
constelando su sueño con mis trinos cerrados.

¡Oh mis ojos! Cerradle los caminos inciertos,
que en las rutas perdidas lo conduzcan mis pájaros.



[Poema con destino]


POEMA DE LA ÍNTIMA AGONÍA
Este corazón mío, tan abierto y tan simple,
es ya casi una fuente debajo de mi llano.

Es un dolor sentado más allá de la muerte.
Un dolor esperando... esperando... esperando...

Todas las horas pasan con la muerte en los hombros.
Yo sola sigo quieta con mi sombra en los brazos.

No me cesa en los ojos de golpear el crepúsculo,
ni me tumba la vida como un árbol cansado.

Este corazón mío, que ni él mismo se oye,
que ni él mismo se siente de tan mudo y tan largo.

¡Cuántas veces lo he visto por las sendas inútiles
recogiendo espejismos, como un lago estrellado!

Es un dolor sentado más allá de la muerte,
dolor hecho de espigas y sueños desbandados.

Creyéndome gaviota, verme partido el vuelo,
dándome a las estrellas, encontrarme en los charcos.

¡Yo que siempre creí desnudarme la angustia
con solo echar mi alma a girar con los astros!

¡Oh, mi dolor, sentado más allá de la muerte!
¡Este corazón mío, tan abierto y tan largo!




ENTRETANTO, LA OLA
Las sombras se han echado a dormir sobre mi soledad.

Mis cielos,
víctimas de invasoras constelaciones ebrias,
se han desterrado al suelo como en bandadas muertas
de pájaros cansados.

Mis puertos inocentes se van segando al mar,
y ni un barco ni un río me carga la distancia.

Sola, desenfrenada en tierra de sombra y de silencio.
Sola,
partiéndome las manos con el deseo marchito de edificar
palomas con mis últimas alas.

Sola,
entre mis calles húmedas,
donde las ruinas corren como muertos turbados.

Soy agotada y turbia espiga de abandono.
Soy desolada y lloro...

¡Oh este sentirse el alma más eco que canción!
¡Oh el temblor espumado del sueño a media aurora
¡Oh inútilmente larga la soledad siguiendo mi ca-mino sin sol!

Entretanto, la ola,
amontonando ruidos sobre mi corazón.
Mi corazón no sabe de playa sin naufragios.
Mi corazón no tiene casi ya corazón.
Todo lo ha dado, todo...
Es gesto casi exacto a la entrega de Dios.

Entretanto, la ola...
Todo el musgo del tiempo corrompido en un éxtasis
de tormenta y de azote sobre mi ancho dolor.
Tronchadas margaritas soltando sus cadáveres
por la senda partida donde muero sin flor.
Pechos míos con lutos de emoción, aves naufragas
arrojadas del cielo, mutiladas, sin voz.

Todo el mundo en mi rostro,
y yo arrastrada y sola,
matándome yo misma la última ilusión.

Soy derrotada...
Alba tanto distante,
que hasta mi propia sombra con su sombra se ahuyenta.

Soy diluvio de duelos,
toda un atormentado desenfreno de lluvia,
un lento agonizar entre espadas perpetuas.
¡Oh intemperie de mi alma!
¡En qué ola sin nombre callaré tu poema!



LLUVIA ÍNTIMA
Las calles de mi alma andan desarropadas.
La emoción va desnuda tras la sombra acostada del anhelo.
Hay vientos azotando cercano a mi conciencia.

El cielo de mi mente amenaza estallar,
para soltar el hondo dolor amontonado en noches inocentes,
sobre el otro dolor de ser ola sin playa donde reposar lágrimas.

Mi dolor va vendado de llanto entre mis ojos,
busca mares de espíritu donde navegar íntimos
                    motivos de tragedia,

quiere crecer, crecer,
hasta doblarme el grito,
y derrumbarme en ecos por la tierra.



NAUFRAGIO DE UN SUEÑO
¡Corre, que se me muere,
que se me muere el sueño!
Tanto que lo cuidamos,
y el pobrecito, enfermo,
hoy me yace en los párpados,
arropado de versos.

¡Corre, que se me muere,
que de avivarle el pecho,
mis ojos ya no pueden
recoger más luceros!

Ya los luceros, tímidos,
se me esconden de miedo,
a la intemperie, solo,
se matará mi sueño...

Yo lo conozco, amado,
ya me expira en el verso...
¡Corre, que se me muere,
y me ha pedido el cuerpo!



EXALTACIÓN AL HOY
Amor...
única llama que me queda de Dios
en el sendero cierto de lo incierto.

Aquí,
desesperada,
me contemplo la vida en un hueco del tiempo.

Entrecortando pasa el sendero de luz
que esperancé de sueño.

¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas,
volando en el espacio!

¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa,
cuando despierta el cuerpo!

¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados...!
¡Multiplican en ecos!

Aquí, junto al continuo gravitar de la nada,
¡cómo asaltan mi espíritu los silencios más yermos!

Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma...
Es una sombra vaga sin ancla y sin regreso.

Mis espigas no quieren germinar al futuro.
¡Oh el peso del ambiente!
¡Oh el peso del destierro!

¡Amor...!
Hasta la leve ronda de tu voz perturbada,
me partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.



YA NO ES MÍO MI AMOR
Si mi amor es así, como un torrente,
como un río crecido en plena tempestad,
como un lirio prendiendo raíces en el viento,
como una lluvia íntima,
sin nubes y sin mar...

Si mi amor es de agua,
¿por qué a rumbos inmóviles lo pretenden atar?

Si mi amor rompe suelos,
disuelve la distancia como la claridad,
ataja mariposas al igual que luceros,
y cabalga horizontes como cruza un rosal...

Si el universo es átomo siguiendome las alas,
¿por qué medirme el trino cuando rompe a cantar?

Si mi amor ya no es mío,
es yo misma borrando las riberas del mar,
yo inevitablemente y fatalmente mía,
germinándome el alma en mis albas de paz...

Si mi amor ya no roza fronteras con mi espíritu...
¿qué canción sin su vida puede ser en mi faz?

¡Si mi amor ya no es mío!
Es tonada de espumas en los labios del mar...

[Entre mi voz y el tiempo]

DADME MI NÚMERO
¿Qué es lo que esperan? ¿No me llaman?
¿Me han olvidado entre las yerbas,
mis camaradas más sencillos,
todos los muertos de la tierra?

¿Por qué no suenan sus campanas ?
Ya para el salto estoy dispuesta.
¿ Acaso quieren más cadáveres
de sueños muertos de inocencia?

¿Acaso quieren más escombros
de más goteadas primaveras,
más ojos secos en las nubes,
más rostro herido en las tormentas?

¿Quieren el féretro del viento
agazapado entre mis greñas?
¿Quieren el ansia del arroyo,
muerta en mi muerte de poeta?

¿Quieren el sol desmantelado,
ya consumido en mis arterias ?
¿Quieren la sombra de mi sombra,
donde no quede ni una estrella?

Casi no puedo con el mundo
que azota entero mi conciencia...

¡Dádme mi número! No quiero
que hasta el amor se me desprenda…
(Unido sueño que me sigue
como a mis pasos va la huella.)

¡Dádme mi número, porque si no,
me moriré después de muerta!


POEMA DE LA ESTRELLA REINTEGRADA
Habia una vez una estrella que se murió de puro miedo,
las golondrinas la encontraron, las margaritas la entreabrieron,
y fue una fiesta en el rocío, cuando ascendió cantando un verso,
todos los ríos la besaron, todas las albas la siguieron...


Eso me dijo la mañana que se internó por mi sendero,
lo repitió la tarde blanca,
y entre la noche danza en ecos.

Yo se la historia de esa estrella...
Su caída breve fue en mi pecho.
(Por poco el mar enluta todo con el color de un sueño muerto.)

Pero ya hay fuentes por mi alma,
para mi barco hay pasajeros,
vuelan gaviotas sobre mi alma,
y hasta en mis ojos hay veleros.

Amo el dolor que se me escapa
por donde viene mi gran sueño...
Uno me eleva para el alma,
otro me salva para el tiempo.

¡Dolor y amor! De las estrellas,
juntos bajaron a mi encuentro.
Dos horizontes apretados
que se me funden alma adentro...

“Habia una vez una estrella...”

¡Que inmenso es ser el creerse muerto!


[Inclinación al vuelo]

¡OH LENTITUD DEL MAR!
He tenido que dar, multiplicarme,
despedazarme en órbitas complejas...
Aquí en la intimidad, conmigo misma,
¡qué sencillez me rompe la conciencia!

Para salvarme el mundo del espíritu,
he tenido que armar mis manos quietas,
¡cómo anhelo la paz, la hora sin ruido,
cuando nada conturbe mi existencia!

Todo sonar se ha muerto en mis pupilas,
a mis ojos no inquietan las estrellas,
los caminos son libres de mi rumbo,
y hasta el nombre del mar, sorda me deja.

¡Y aún me piden canciones por palabras,
no conciben mi pulso sin poemas,
en mi andar buscan, trémulos, los astros,
como si yo no fuese por la tierra!

¡Oh lentitud del mar! ¡Oh el paso breve
con que la muerte avanza a mi ala muerta!
¿Cómo haría yo para salvarte el tiempo?
¿Qué me queda del mundo? ¿Que me queda...?



¡OH MAR, NO ESPERES MÁS
Tengo caído el sueño,
y la voz suspendida de mariposas muertas.
El corazón me sube amontonado y solo
a derrotar auroras en mis párpados.
Perdida va mi risa
por la cuidad del viento más triste y desbastada.
Mi sed camina en ríos agotados y turbios,
rota y despedazándose.
Amapolas de luz, mis manos fueron fértiles tentaciones
de incendio.
Hoy, cenizas me tumban para el nido distante.

¡ Oh mar, no esperes más !
Casi voy por la vida como gruta de escombros.
Ya ni el mismo silencio se detiene en mi nombre.
Inútilmente estiro mi camino sin luces.
Como muertos sin sitio se sublevan mis voces.

¡ Oh mar, no esperes más !
Déjame amar tus brazos con la misma agonía
con que un día nací.
Dame tu pecho azul,
y seremos por siempre el corazón del llanto...



[Ruta de sangre al viento]

POEMA PARA LAS LÁGRIMAS
Corno cuando se abrieron por tus sueños mis párpados,
rota y cansadamente, acoge mi partida.

Como si me tuvieras nadando entre tus brazos,
donde las aguas corren dementes y perdidas.

Igual que cuando amaste mis ensueños inútiles,
apasionadamente, despídeme en la orilla...

Me voy como vinieron a tus vuelos mis pájaros,
callada y mansamente, a reposar heridas.

Ya nada más detiene mis ojos en la nube...
Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída!

Sobre mi pecho saltan cadáveres de estrellas
que por ríos y por montes te robé, enternecida.

Todo fue mi universo unas olas volando,
y mi alma una vela conduciendo tu vida...

Todo fue mar de espumas por mi ingenuo horizonte...
Por tu vida fue todo, una duda escondida.

¡Y saber que mis sueños jamás solos salieron
por los prados azules a pintar margaritas!

¡Y sentir que no tuve otra voz que su espíritu!
¡Y pensar que yo nunca sonreí sin su risa!

¡Nada más! En mis dedos se suicidan las aves,
y mis pasos cansados ya no nacen espigas.

Me voy como vinieron a tu techo mis cielos...
fatal y quedamente, a quedarme dormida...

Como el descanso tibio del más simple crepúsculo,
naturalmente trágico, magistralmente herida.

Adiós. Rézame versos en las noches muy largas..
En mi pecho sin lumbre ya no cabe la vida...



LETANÍA DEL MAR
Mar mío,
mar profundo que comienzas en mí.,
mar subterráneo y solo
de mi suelo de espadas apretadas.

Mar mío,
mar sin nombre,
desfiladero turbio de mi canción despedazada,
roto y desconcertado silencio transmarino,
azul desesperado,
mar lecho,
mar sepulcro...

Azul,
lívido azul,
para mis capullos ensangrentados,
para la ausencia de mi risa,
para la voz oculta de mi muerte con poemas...

Mar mío,
mar lecho,
mar sin nombre,
mar a deshoras,
mar en la espuma del sueño,
mar en la soledad desposando crepúsculos,
mar viento descalzando mis últimos revuelos,
mar tú,
mar universo...



POEMA CON LA TONADA ÚLTIMA
¿Que adónde voy con esas caras tristes
y un borbotón de venas heridas en mi frente?

Voy a despedir rosas al mar,
a deshacerme en olas más altas que los pájaros,
a quitarme caminos que ya andaban en mi corazón como raíces...

Voy a perder estrellas,
y rocíos,
y riachuelitos breves donde amé la agonía que arruinó
         mis montañas
y un rumor de palomas
especial,
y palabras...

Voy a quedarme sola,
sin canciones, ni piel,
como un túnel por dentro, donde el mismo silencio
         se enloquece y se mata.



[Más allá del mar]
[Poema para tu soledad sin sonido]



POEMA DEL HIJO NO NACIDO
Como naciste para la claridad
te fuiste no nacido.

Te perdiste sereno,
antes de mí,
y cubriste de siglos
la agonía de no verte.

No quisiste la orilla de la angustia
ni el porqué de unas horas que pasan lentamente
en la vida,
sin dejar un sollozo,
ni un recuerdo,
ni nada.

No quisiste la aurora.
Ni quisiste la muerte.
Rechazaste el olvido,
y en la flauta del aire avanzaste perpetuo.

No quisiste el amor en féretro de olas
ni quisiste el silencio que deja el túnel breve
donde ha dormido el hombre.

Tuyo, inmensamente tuyo,
como naciste para la claridad
te fuiste no nacido,
nardo entre dos pupilas que no supieron nunca
separar el eco de la sombra.

Manantial sin rocíos lastimeros,
pie fértil caminando para siempre en la tierra.



[Media tarde]
[Poema con un solo después]
[Retorno]
[Voces para una nota sin paz]



TE LLEVARÁN
Para ese día de sombra que llegará, amor mío,
no risco volcado dentro de un manantial,
ese día de espanto y pañuelos al viento
catemos desde ahora, que la vida se va.

Cantemos, sí, cantemos, que al cantarle al silencio,
a la sorda derrota y a la impar soledad,
venceremos la muerte, venceremos la nada,
y a la cumbre del tiempo nuestras almas irán.

Cantemos, si, cantemos, que hay un solo minuto
uno sólo aguardando nuestro mundo cruzar:
ese minuto trágico que hace tiempo nos ronda
su oferta de lágrimas y mañanas sin paz.

¡Te llevarán! Los ecos del viento me lo dicen,
los labios del mar lloran que sí. ¡Te llevarán!
Partirás, y mis ojos que tanto te nutrieron,
bajarán quedamente a nutrir a la mar.

Podrás amarme en sueños, pero mi voz, mi risa,
ojos con riachuelos, de ti se ocultarán.
Puede estrecharte el eco que ha estrechado mi nombre
desde mis labios, ¡nunca mis labios besarás!

Y cuando se alce el ruido marino, entre las noches
apagadas y crueles de tu pena inmortal,
mi fiel camino de olas llevará hasta tu sueño
la ternura que mi alma te ha salvado del mar.

Amado, mis verdugos ya me han medido el paso,
el color de mis huellas conocen, y mi ajuar:
el pudor duerme nupcias eternas con la forma;
hacia el alma es muy largo el camino que andar.

¡Te llevarán! Para esa eternidad de llanto
cantemos desde ahora que la vida se va.
Para ese día de espanto y pañuelos al viento
la canción de la muerte nos llegara del mar.



[¿Y...?]
[Éramos tres]
[¿Milagro yo?]



TRES CAMINOS
Tres caminos me duelen...
Tú,
mi madre
y el río.

Una dulce sonrisa se hizo
horizonte triste
en mi cielo angustiado
desde que Ella partió
inocente y feliz hacia su alba perpetua.

Tú te tragaste el grito
de mi existencia cósmica,
con capullos,
palomas y rocíos, y lastimantes
lágrimas,
y tal vez una sombra de mis voces felices.

Entre mi soledad desarropada,
tú,
nostalgia incansable de ayeres
y futuros,
solo entre sombra y eco,
labio del infinito que te inundas
profundo
en el azul que es mío.

Tú,
solamente tú,
Río Grande de Loíza,
podrá darme la risa para
el camino eterno,
allá bajo tus aguas.



[Nada soy]
[Partir]



DESDE ADENTRO
Es un lamento.
Es un grito sin lágrimas.

Desde adentro,
Desde el fondo de todo lo inevitable.
Desde el sollozo en espiral de espadas.
Desde la rama trágica
de un silencio perfecto.

Desde el azul caído
en los pies de la noche.
Desde la tempestad de
un sueño solitario.

Desde ti
y desde mí
grita un lamento
sin lágrimas
diciendo:
¡Adiós!



POEMA PARA MI MUERTE
Ante un anhelo
No morir conmigo misma, abandonada y sola,
en la más densa roca de una isla desierta.
En el instante un ansia suprema de claveles,
y en el paisaje un trágico horizonte de piedra.

Mis ojos todos llenos de sepulcros de astro,
y mi pasión, tendida, agotada, dispersa.
Mis dedos como niños, viendo perder la nube
y mi razón poblada de sábanas inmensas.

Mis pálidos afectos retornando al silencio
—¡hasta el amor, hermano derretido en mi senda! —
Mi nombre destorciéndose, amarillo en las ramas,
y mis manos, crispándose para darme a las yerbas.

Incorporarme el último, el integral minuto,
y ofrecerme a los campos con limpieza de estrella
doblar luego la hoja de mi carne sencilla,
y bajar sin sonrisa, ni testigo a la inercia.

Que nadie me profane la muerte con sollozos,
ni me arropen por siempre con inocente tierra;
que en el libre momento me dejen libremente
disponer de la única libertad del planeta.

¡Con qué fiera alegría comenzarán mis huesos
a buscar ventanitas por la carne morena
y yo, dándome, dándome, feroz y libremente
a la intemperie y sola rompiéndome cadenas!

¿ Quién podrá detenerme con ensueños inútiles
cuando mi alma comience a cumplir su tarea,
haciendo de mis sueños un amasijo fértil
para el frágil gusano que tocará a mi puerta ?

Cada vez más pequeña mi pequeñez rendida,
cada instante más grande y más simple la entrega;
mi pecho quizás ruede a iniciar un capullo,
acaso irán mis labios a nutrir azucenas.

¿Cómo habré de llamarme cuando sólo me quede
recordarme, en la roca de una isla desierta?
Un clavel interpuesto entre el viento y mi sombra,
hijo mío y de la muerte, me llamarán poeta.



AGUA, VIDA Y TIERRA
Yo fui estallido fuerte de la selva y el río,
y voz entre dos ecos, me levanté en las cuestas.
De un lado me estiraban las manos de las aguas,
y del otro, prendíanme sus raíces las sierras.

Cuando mi río subía su caricia silvestre
en aventuras locas con el rocío y la niebla,
con el mismo amor loco que impulsaba mi sueño,
lejos de sorprenderlo, me hospedaba en las sierras.

Pero si alguna sombra le bajaba a los ojos,
me repetía en sus aguas hasta dar en la arena,
y era mi grito nuevo como un tajo en el monte
que anegaba las calles y golpeaba las puertas.

A veces la montaña se me vestía de flores
e iniciaba en mi talle curvas de primavera.

Quién sabe en qué mañana se apretaron mis años
sobre senos y muslos y caderas de piedra!

Se treparon mis ojos al rostro de los árboles
y fueron mariposas sus vivas compañeras:
así es como en los prados voy buscando las flores,
y alas pido en las almas que a mi vida se acercan.

Mis dedos arañaron la fuerza de los riscos,
y juraron ser índices de mis futuras vueltas;

por eso entre los cuerpos doblados de los hombres,
como puntales puros de orientación se elevan.

Yo fui estallido fuerte de la sierra y el río,
y crecí amando el río e imitando la sierra...

Una mañana el aire me sorprendió en el llano:
ya mi raíz salvaje se soltaba las riendas!
Pálidas ceremonias saludaron mi vida,
y una fila de voces reclamaron la prenda...

Mis labios continuaron el rumor de las fuentes
donde entrañé mis años y abastecí las venas.
De ahí mi voz de ahora, blanca sobre el lenguaje,
se tiende por el mundo como la dio  la tierra!



EL RIVAL DE MI RÍO
Yo te fui contemplando desde la carne al alma,
y me sentí culpable de un extraño delito
que me subía a los ojos en chispeantes miradas,
y se rompía en mi rostro en rubor infinito.

De pronto fue tornándose en pájaro mi boca,
y un sentimiento cósmico inundó mis sentidos;
me escondí en el secreto que estalló en tus pupilas,
y adiviné en tu rostro al rival de mi río.

¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en su vida.
¡Río Grande de Loíza!... Alárgate en su espíritu,
a ver si te descubres en la flor de su alma,
o en el sol de sus ojos te contemplas tu mismo.

El tiene en sus caricias el gesto de tu abrazo,
y en sus palabras cuelgan rumores parecidos
al lenguaje que llevas en tu boca de agua
desde el más quieto charco al más agreste risco.

Tú me besaste un día despertándome el alma;
él también me ha besado con un beso tan límpido,
que no se allá en mi espíritu si posar extasiada
en el beso del hombre o en el beso del río.

¡Quién sabe si al vestirme con mi traje de carne,
y al sentirte enroscado a mi anhelo más intimo,
surgiste a mi presencia en el río de sus ojos,
para entregarte, humano, y sentirte más mío!

¡Quién sabe si al bajarte del lomo de la tierra
para besarme toda en un loco delirio,
te humanizaste en su alma, y brotaste en corrientes
que una a una en mi tierra de emoción hizo nido!

¡Oh rival de mi río!... ¿De dónde me llegaste?
¿En algún país remoto te bañaste conmigo
mientras en otra playa, con alguna doncella
se entregaba en amores mi voluptuoso río?

¿Me sorprendiste acaso en algún aguacero
violando claridades y callando suspiros,
portavoz ambulante de una raza de agua
que me subió a las venas en un beso del río?

¡Río Grande de Loíza!... Yo lo fui contemplando
desde la carne al alma: ese fue mi delito.
Un sentimiento cósmico estremeció mi vida,
y me llego el amor... tu rival presentido.



EL ENCUENTRO DEL HOMBRE Y EL RÍO
Recuerdo que los árboles recogieron sus sombras,
pálidos como sueños paralelos a mi alma.
Nubes recién bañadas se asomaron a verme
y un silencio de pájaros adornó mi llegada.

(Aparecía en el valle la luz de aquella niña
que venía por las tardes a seguir las quebradas.
La novia del Río Grande dibujaba a lo lejos
su rostro hecho de plumas y caricias de agua.

Volvía la amante suave, por los ojos del río,
la adolescente frágil que su cuerpo entregaba,
la que se fuera en las noches a espiar las estrellas,
y que un día entre los hombres su vestido enredara.)

Mariposas que nunca levantaron el vuelo
fueron a dar al río la noticia anhelada.
Cuentan las margaritas que por breves momentos
la emoción de mirarme le detuvo las aguas.

(Desde aquel vago instante en que perdí su senda,
no levantó los ojos, ni enamoró más algas.
Me imaginaba siempre jugando en las orillas,
o dormida de amor, sobre su blanda espalda.

Envuelta en el misterio de ser mujer o sueño,
yo caminaba a ciegas sobre mi propia alma.
De frente, mi amor loco por el río se encendía,
y a mi lado, mi amante, la emoción me inundaba.

Cuando perdí en mis pasos el impulso del río,
me le solté a la vida con voz desesperada,
y ya dura de golpes, sorprendí entre mis años,
una mano que en luces mi dolor levantaba.

Yo le amé, por sus hondas incursiones celestes,
que callaron el hondo silencio de mi alma,
y noté que mis venas se poblaban de instintos
cada vez que sus brazos con mis brazos rozaban.

Su amor fue recogiendo los vírgenes paisajes
que al río, en su locura de amor, se le olvidaran;
y la humana corriente que saltó de su anhelo,
fue más ancha que el mar, y más fuerte que el agua.

Recuerdo que algún día yo le hablé de mi río,
y una como tormenta se agitó en sus entrañas.
No sé si fue mi pecho que tembló de recuerdo,
o si fueron mis ojos que asomaron nostalgias.

Me tomó de la mano como flor de misterio,
y siguió los guijarros que un día desandara.
Así fue que los valles recobraron inquietos
la chiquilla silvestre del sendero de plata.

Por un instante el alma se me fue de los pasos,
y me olvidé la vida, y me doblé las alas:
por entre las cortinas de extraviados relámpagos,
enteros de verdad, hombre y río se miraban...

¡Nunca tuvo más fuentes la bondad de mi amante!
¡La locura del río nunca tuvo más alma!
Los dos, claros de fuerza, se amaron en mi espíritu,
y besaron a un tiempo, mi emoción que lloraba.

Unos juncos morados que a mi lado dormían
recogieron el eco de unos labios de agua:
dicen lirios ingenuos que los juncos sensibles
nunca se despertaron por no herir la montaña.

(Tal vez en lo más íntimo del corazón del río
presenciaron los lirios una muerte de alma...)



[Mi poema de agua]


MI MADRE Y EL RÍO
Casi humanos, los gritos de la noche se fueron.
Ella me alzó de un salto con su mano de estrella.
Fue tu risa tendida su primavera caricia
en mi aurora, ¡Oh mi río, consternado de ausencia!


Mis muñecas se hicieron de tus juncos morados,
mis cabellos de viaje, de tus ondas inquietas.
Ella no quiso verme si no rodando en oro
por el beso amarillo de tus aguas abiertas.


En tus fuentes nacieron, a la sed de los lirios,
las luciérnagas vivas de mi castas entregas.
Ella no fue trenzando mis espigas de sueños
para otra armonía que tu anhelo poeta.


En tus iras de agua te soltaba, las manos
enredadas al ancla silvestre de las piedras.
Ella quiso ver libre tus arterias paganas
para cuando mi sangre por tu cuerpo subiera.


Su sollozo en tus labios era brisa de pájaro
fatalmente intruyendo mi destino en tu senda
Ella te fue educando a mi amor, y fue blanca
en sus espaldas tibias nuestra cita primera.


Casi humanos, los gritos me penetran la carne.
Ella se fue, ¡oh mi conternado de ausencia!
Se me fue de las manos como rosa estraviada
y me dejó en el alma toda ella en esencias...


Nunca olvido tus ojos de paloma perdida,
cuando conmigo en brazas se tradaba en las yerbas;
vivia los sueños mudos de mi ingenio noviazgo
como una santa loca sujetada en la tierra.


¡Oh, mi río! ¡Oh, mi río! Por su amor me detuve
largas mañanas agiles a buscarte en la niebla,
por su amor fui buscandote en los rostros más puros,
hasta amarte en el hombre que logró mi consiencia.


Ella se fue ¡Oh, mi río!, como trino cerrado:
la siguieron mil pájaros recogiendo sus huellas.
Su capricho de rara soledad en mí tuvo
lluvias hondas, en pueblos de emociones inéditas.


¡Oh mi río! ¡Oh mi llanto! Vuestras aguas crecidas
se estarán encontrando ¡en qué mar de tragedia!
¡En qué suelo sin pájaros que liberten la angustia
estarán naufragando nuestras nubes inmensas!


¡Oh, mi río, tus ojos pueden más horizontes
que las brisas partidas de mis manos pequeñas!
¡Por tu anhelo de verte perpetuado en mi carne
busca el santo espejismo donde su alma se espera!


Ella sé que me quiere abrazar en tus brazos:
me lo dijo una noche, asaltada de estrellas.
Su ternura intangible traspasada mis formas,
y, ¡Oh mi río! es la hora de adornarle la senda.


¡Oh los gritos humanos! ¡Cómo parten mi sangre!
¡Oh mi río, libertala de su ancla de tierra!
No le digas que sigo atajada en el suelo.
Que me busque en los astros o en la voz de las selvas.



[Vuelta al sendero único]
[Sombras...]
[Ella]



EL HOMBRE Y MI ALMA
¡Qué caricia larga de acción me sube por las venas
anchas de recorrerme!

Me veo inmóvil de carne esperando la lucha
entre el hombre y mi alma,
y me siento invencible,
porque mi ahora es fuerte columna de avanzada
en la aurora que apunta,
es grito de corazón vacío en la nave del mundo,
es esfuerzo de ola tendido en playa firme
para arrasar calumnias de las conciencias rotas.

Entre el hombre y mi alma
se ha cruzado la espada...
(La mente es una intérprete que traduce la fuerza
en ideas que avanzan.)

De mi lado se bate la conciencia del hombre
en un sol de principios sobre el soy de las almas.

En la mano del hombre se defiende la hueca
escultura de normas sobre el tiempo moldeada.

Ha sonado la lucha...
Y me siento intocada...
Estoy sobre los siglos con fiereza de olas...
¡Nadie palpe la sombra que mi impulso ahuyentara!



[El triunfo de mi alma]
[Emoción exaltada sin respuesta]
[Vaciedad]



CANCIÓN DE MI SOMBRA MINÚSCULA
A veces la vida me quiere estallar en canciones
de angustia inesperada!

Yo quisiera quedarme en el secreto de mis penas
punzantes como estrellas,
pero mi alma no puede alcanzar el silencio
del poema sin palabras,
y salta por mis labios hecha polvo de vibraciones íntimas.

Hay una sola puerta abierta en el camino a donde va mi vida
desconocida de sonrisas.
Me echo a buscar su rastro,
como si el cosmos se hubiese concentrado en su energía
y hasta ella fuese mi emoción hecha pedazos
de mariposas destrozadas.

Mi emoción rueda ahora por una de esas islas salvajes
de dolor.
Me he sentido llegar allí donde se mueren
las canciones felices,
y el dolor se da cita con la pintura transparente del cielo.

Me duele aquella rosa prematura que se cayó en mis ojos
herida por los pétalos rosados;
y la última mirada de una novia del aire
que se murió de castidad al sentirse de carne
para el beso del hombre.

Sangra en el dolor del atardecer caído en mis espaldas
la pena del crepúsculo que no volverá a enamorar
la margarita pálida del bosque.

Solloza de misterio en mi vuelo de nube
una gota de lagrima que se subió al espacio
llevada por una espiga de rocío.

Todo el dolor que rueda en el instante abandonado
viene a danzar su ritmo en mi carne atormentada
de ansiedad cósmica.

Y la emoción me estalla en canciones inútiles,
dentro de este espejismo de grandeza
de donde parte,
minúscula,
mi sombra...



[Confesión del sí y del no]
[Hoy]



POEMA DEL RUMBO NUEVO
Iba fiel la tormenta sobre mi alma cansada
cuando te apareciste con ternura de estrella.

Las ráfagas huyeron del suelo y de mis llantos
y me guedé dormida en tus luces inmensas.

Desperté luego en sueños inocentes y alados,
y partí con tu mano a incendiar primaveras.

Caminitos infantes entreabrieron sus almas,
y mi dieron, resueños, sus pisadas primeras.

Nuevos soles brotaron de la fa faz del espacio,
y hubo como una senda de Dios sobre mi senda.

Y juntitos subimos al rincón de lo grande
para izarnos de amor sobre nuevas esferas.



[Poema para la tentación del mar en primavera]
[Cuando me enamorabas]
[Ven]
[Será en el Mar de Moira]
¡Amor!]
[Yo quiero hablarle a Dios]
[¡Shalimar!]
[Camino ardiendo]
[COmo cuando no exista]
[Éramos solos]
[Poema sin sentido]
[Paisaje interior]
[Mi cerebro se ha hecho estrella de infinito]
[Poema de la fuga en tu recuerdo]
[Llanto de sangre en rosas]
[Este destino mío]
[Que me quieres en verde]
[Quedó el silencio mudo]
[Tardía, sin heridas]



TENGO EL DESESPERANTE SILENCIO DE LA ANGUSTIA
Tengo el desesperante silencio de la angustia
y el trino verde herido...
¿Por qué persiste el aire en no darme el sepulcro?
¿Por qué todas las músicas no se rompen a
un tiempo a recibir mi nombre?
—¡Ah, sí, mi nombre, que me vistió de niña
y que sabe el sollozo que me enamora el
alma!



[Adiós...]
[¿En dónde está el sonido especial de la luz?]
[Campo - 1]
[Campo - 2]
[Ronda nocturna]
[Perpetuamente insomne]
[Las primeras lágrimas]
[Farewell in Welfare Island]
[The Sun in Welfare Island]
[Romance de la Perla]



A JOSÉ MARTÍ
Yo vengo de la tierra mitad de tu destino;
del sendero amputado al rumbo de tu estrella;
del último destello del resplandor andino
que se extravió en la sombra, perdido por tu huella.

Yo vengo de una isla que tembló por tu trino,
que hizo tu alma más fuerte, tu llamada más bella
a la que diste sangre, como diste camino
(que al caer por tu Cuba, ya caíste por ella).

Y por ella, la América debe un soplo a tu lumbre,
tu tiniebla hace un nudo de dolor en tu cumbre,
recio dios antillano, pulso eterno, Martí.

¡Porque tengamos cerca de la muerte un consuelo,
Puerto Rico, mi patria, te reclama en su suelo,
y por su voz herida se conduce hacia ti!

28 de enero de 1941



[Ya no es canción]
[Amante]
[Es algo de lo eterno al goce del mundo”]
[Amado]
[Latigazos]
[Una canción a Albizu Campos]
[Canción a los Pueblos Hispanos de América y del mundo]
[Himno de amor a Rusia]
[Canto a Martí]
[Hora verde]
[Himno de Sangre a Trujillo]
[Romance de Guayama]
[23 de septiembre]
[Es nuestra hora]
[“Saludo en ti a la nueva mujer americana”]
[“Oh pájaro de amor”]
[Oración]
[Anunciación]
[Ibero-Am?0rica resurge ante Bolívar]
[Domingo de Ramos]
¡Viva la República]
[Canto a Aguadilla]
[Responso de ocho partidas]
[A Simón Bolívar]
[Somos puños cerrados]
[España... no caerá]
[Canto a la federación libre]
[A Rafel Trejo]
[Las voces de los muertos]
[El Canto de las Piedras]
[El regalo de los Reyes]
[Las poemas a Armando - 1]
[Las poemas a Armando - 2]
[Réplica]
[Gloria a ti]
[Despierta]
[A plena desnudez]
[Poema al hijo que no llega]
[Yo quiero darme a ti]
[Canto a la ciudad primada de mmérica]
Puerto Rico está en ti]
[Ofrenda]
[“En la tierna guitarra”]
[“El cielo se ha vestido su traje de horizontes”]
[Poemas para una muerte que puede ser la mía (1)]
[Poemas para una muerte que puede ser la mía (2)]
[Inquietud]
[Después]



[*] Seguimos la numeración (aunque no la versificación) de Jack Agüeros, en la Obra poética completa de Julia de de Burgos. Esta es la ficha: Song of the Simple Truth. Obra completa poética. The Complete Poems. Julia de Burgos. Compiled and translated by Jack Agüeros. Willimantic, Connecticut: Curbstone Press, 1997
Los [ ] contienen los títulos de los poemas que no se incluyen en esta selección

Tomado de http://www.literatura.us/julia/poemas.html