Como admiradora, creyente y practicante de la palabra escrita esta semana tuve una experiencia que disfruté y a la vez me transportó a mi adolescencia...
Recibí un poema, de un amigo especial de la coctelera, está publicado en su blog y estoy halagada y agradecida por eso.
No caben aqui grandes explicaciones sobre poemas recibidos en otros momentos de mi vida... creo que siempre he estado especialmente vinculada a las personas que se les salen las palabras entre los dedos. Y he sido afortunada de recibir poemas y escritos para mi y otros que, siendo escritos por otras personas, me fueron dedicados. Los conservo todos y cada uno de ellos. Unos en digital, otros en papeles viejos... Todos menos uno, que busqué el martes en la noche entre todos los papeles que puedo tener y no lo encontré.
Era el primero que alguien me dedicó.
No fue un poema de amor, como uno supondría. Y no fue entregado en privado. Fue leído en público en mi salón de clase de 9no grado y recibido a mis 14 años con toda la dignidad del caso. Mi profesor de historia se paró al finalizar una clase y después de leerlo preguntó: ¿para quién creen Uds. que leí este poema?... y todo el mundo volteó a verme, pues parecía muy obvio que era para mi.
El poema es de un cubano llamado Raúl Ferrer y se titula "Romance de mi niña mala"Resulta que buscandolo en internet me enteré que también tiene música...
Aqui les dejo la letra
POEMA DE RAÚL FERRER
Romance de la niña mala 
Música: Pedro Luis Ferrer
Un vecino del ingenio
dice que Dorita es mala,
para probarlo me cuenta
que es arisca y mal criada
y que cien veces al día
todo el batey la regaña.

Que a la hija de un colono,
le dio ayer una pedrada,
y que la del mayoral
le puso roja la cara,
quién sabe con qué razones
por nosotros ignoradas.

Que si la visten de limpio
al poco rato su bata
está rota o está sucia,
que anda siempre despeinada,
que no estudia la lección
y nunca sabe la tabla,
que el sábado y el domingo
se pierde en las guardarrayas
persiguiendo tomequines
y recogiendo guayabas.

Y yo pregunto: “Vecino,
vecino de mala entraña,
¿quién puede decir que sea
por eso mi niña mala?.
Si hubieras visto lo íntimo
de su vida y de su alma
como lo ha visto el maestro
¡Qué diferente pensara…!

Verdad que siempre está ausente,
pero si viene no falta,
entre sus manitas breves
un ramo de rosas blancas
para poner al Martí
que tengo a mitad del aula.
Con quien no tenga merienda
parte a gusto su naranja;
si cantamos al salir
se oye su voz la más alta,
su voz que es limpia y alegre
como arpegio de guitarra.

Y cuando explico aritmética
le resulta tan abstracta
que de flores y banderas
me llena toda la página.
Y prefiere en los recreos,
cuando juegan a las casas,
jugar con Luisa: la única
niña negra de mi aula.
A veces le llama Luisa
y a veces le dice: ¡Hermana!.

Y cuentan los que la vieron
que en aquella tarde amarga
en que no vino el maestro
era la que más lloraba.

Cuando se premie el cariño
y lo rebelde del alma,
cuando se entienda la risa
y se le cante a la gracia,
cuando la justicia rompa
entre mi pueblo y su marcha
y el tierno botón de un niño
sea una flor en la esperanza,
habrá que poner al pecho
de mi niña una medalla
aunque el batey, malicioso,
me le dé tan mala fama,
y tú -mi pobre vecino-
no entiendas una palabra.

(Pedro Luis Ferrer-Raúl Ferrer. Mariposa. 1977)
Seguí recordando los versos de memoria y recordé que al año siguiente, el mismo profesor, me dedicó un poema amistoso y sincero escrito por él: "Rosario de Perlas", del cual les hablaré en otra ocasión...