"Algo de mis Yo's Puntosuspensivadas (…)" by Brenda G. alias Kamala Telb

Siddharta y Kamala

Palabras de Siddharta a Kamala

"Tú eres como yo, diferente de la mayoría de las personas, eres Kamala y nada más. Dentro de ti hay paz y un refugio a donde puedes ir a cada hora del día. Yo también puedo hacerlo. Poca gente tiene ese asilo y, sin embargo, todos lo podrían tener."

Ujuuum....ASI MISMITO!!

Ujuuum....ASI MISMITO!!

viernes, 11 de abril de 2014

(BG-2014) RESEARCH: Pensamiento de Nicolas Maquiavelo (filosófico-político)

Pensamiento de Nicolas Maquiavelo (filosófico-político)





Subido el 11/02/2011
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Pensamiento de Maquiavelo (filosófico-político).
Vídeo elaborado por alumnos de la escuela de Ciencias de la Comunicación de la UNT, 2008. promoción XXII.

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(2014) RESEARCH-Lutero: "La Edad Media - Fe, Ciencia y Magia"

La Edad Media - Fe, Ciencia y Magia



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Publicado el 29/03/2012
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(BG-2014) RESEARCH-Biografía: "Martin Lutero Su Historia Documental Completo"


Las monografías de Biografías y Vidas
Martín Lutero
BiografíaCronologíaLa ReformaFotosVídeos

La ruptura de la cristiandad
Con el nombre de Reforma es designado el movimiento religioso iniciado por Martín Lutero que daría lugar al protestantismo. La división religiosa del continente a que llevó la Reforma se inició en 1520, cuando el monje alemán Martín Lutero fue excomulgado por el papa León X por su feroz crítica de la política religiosa de los papas, convertidos en mercaderes de paraísos y de salvación a buen precio; tres años antes, el propio Lutero había colgado su diatriba (las famosas noventa y cinco tesis) en las puertas de la iglesia de Wittenberg. Este suceso aparentemente banal fue el desencadenante de un largo proceso de ruptura. Pocos meses después, en la Dieta de Worms (1521), la negativa de Lutero a retractarse ante el emperador Carlos V, convertido en defensor de la ortodoxia católica, supuso también su proscripción política del Imperio. Los intereses de algunos príncipes alemanes por frenar el ascenso del absolutismo de los Habsburgo y su deseo creciente de hacerse con las tierras de los monasterios hicieron el resto.

Lutero ante la Dieta de Worms
Entre 1521 y 1525, la Reforma viviría sus momentos heroicos, de abierta oposición a Roma y a sus símbolos. El mensaje de emancipación pasó a ser interpretado libremente, desbordando con creces el marco originario de las doctrinas luteranas. Ejemplo extremo de ello es la guerra de los campesinos liderados por Thomas Müntzer (1491-1525). De hecho, el final de este conflicto, que se saldó con la ejecución de los rebeldes, marca un punto de inflexión en la reforma luterana. A partir de este momento se observará una orientación más conservadora: en materia religiosa, frenando las innovaciones y libres interpretaciones de algunos discípulos; en materia social, predicando la sumisión a las autoridades establecidas (como en el caso de las propias revoluciones campesinas, condenadas enérgicamente por Lutero); en materia eclesiástica, prestando una mayor atención a los aspectos organizativos de la nueva iglesia. Finalmente, en este período se produjo la ruptura total de Lutero con humanistas como Erasmo de Rotterdam, a causa de las diferencias doctrinales en el tema de la predestinación.

A partir de 1527 la reforma luterana se extendió, conviviendo con otras versiones de la doctrina reformada como las de Ulrico Zwinglio en Zurich o Martín Bucero (1491-1551) en Estrasburgo. Zwinglio, artífice de la Reforma en la ciudad suiza, era hijo de campesinos, clérigo humanista, admirador de Platón y conocedor de Erasmo. Zwinglio inició un proceso de renovación personal que le llevó a adoptar unas posiciones doctrinales cercanas a las de Lutero. Siendo predicador en Zurich, luchó a partir de 1521 para que su ciudad y los cantones confederados se sumaran a sus ideas, cosa que logró en 1523: la misa en latín quedó suprimida, se retiraron las imágenes de las iglesias y se secularizaron los conventos.

Ulrico Zwinglio
Basilea, por otro lado, era en estos años un centro humanista de singular importancia. Johannes Ecolampadio (1482-1531) predicó allí las doctrinas zwinglianas desde 1523, y cuatro años más tarde la ciudad se incorporó a la Reforma. El triunfo de la Reforma en Estrasburgo a partir de 1529 se debió a Capiton (1478-1521) y, sobre todo, a Martín Bucero. La Reforma en su versión zwingliana se difundió ampliamente por las ciudades de Suiza y el sur de Alemania, mientras que las del norte se mantuvieron fieles al primitivo mensaje luterano. Uno y otro modelo presentaban diferencias teológicas y litúrgicas importantes, siendo quizás la fundamental la relativa a la eucaristía. Zwinglio negaba la presencia real de Cristo en ella, convirtiendo el sacramento en una simple ceremonia simbólica. De esta forma, se abría una fisura en el seno de las doctrinas reformadas.

Los intentos de frenar la relativa tolerancia seguida por Carlos V tras la primera Dieta de Espira (1526) fueron contestados por los príncipes alemanes reunidos de nuevo en aquella ciudad en 1529. Príncipes y ciudades reformadas protestaron (de ahí que desde entonces se les conociera como "protestantes") contra la voluntad imperial de volver a la situación de 1520. Los intentos de llegar a un entendimiento en la Dieta de Augsburgo de 1530 fracasaron, dando paso al enfrentamiento armado.

La lucha contra los príncipes alemanes reformados, unidos en la Liga de Esmalcalda (1531) por Federico de Hesse, tuvo altibajos debido a las ayudas que aquellos recibían de potencias como Francia o Inglaterra, adversarias de la hegemonía política que los Habsburgo trataban de imponer sobre Europa. A pesar de la victoria de Carlos V de Mühlberg (1547), los ejércitos de Mauricio de Sajonia (1521-1553) derrotaron a los imperiales en Innsbruck (1552). Esta derrota, además de la abdicación del emperador en favor de su hermano Fernando y de su hijo Felipe, que se haría efectiva entre 1555 y 1556, precipitó la llamada paz de Augsburgo (1555), que significaba la renuncia a la unidad religiosa en Alemania y el fin de los ideales de una sola cristiandad defendidos por Carlos V.

Carlos V
En la década de 1550 la fisura religiosa había quedado definida, aunque no de forma concluyente. España, Italia, gran parte del sur de Alemania, Austria, Bohemia, Polonia y Lituania seguían siendo católicas, aunque las cuatro últimas hubiesen aceptado la presencia de minorías calvinistas. Gran parte del norte de Alemania era luterana, al igual que Dinamarca y Suecia. Los cantones suizos eran en parte católicos, pero Ginebra aparecía como centro del calvinismo. Inglaterra, al cabo de muchas vacilaciones, se convirtió en un país protestante con una iglesia estatal de signo calvinista. Rusia conservó su fe ortodoxa. Surgieron nuevas sectas, como los anabaptistas, que discrepaban tanto de la religión católica como de la protestante, y que, por su oposición a todo principio de autoridad, serían perseguidos por una y otra. La respuesta católica, auspiciada por el emperador Carlos V, fue la convocatoria por el papa Paulo III del Concilio de Trento (1545-1563).

La ruptura terminaría generando confusión y violencia. En Francia, la conversión al calvinismo de determinados sectores sociales en la década de 1560 añadió un matiz ideológico a la rivalidad existente entre los grandes magnates territoriales (los Guisa, los Condé, los Borbones) en una época de debilidad del gobierno central. Durante las guerras civiles que desgarraron el país intermitentemente entre 1562 y 1593, Francia corrió serio peligro de fragmentación confesional. También en los Países Bajos, a partir de la década de 1560, los intereses religiosos se confundieron con los políticos. Se inició así una rebelión que se prolongaría a lo largo de ochenta años.

Causas y efectos de la Reforma

Las causas profundas del malestar religioso tenían sus raíces en el propio desarrollo histórico del Renacimiento europeo. La crisis política de la iglesia bajomedieval y el Cisma de Occidente (1378-1417) originaron un vacío espiritual y la creciente mercantilización de las prácticas religiosas. Numerosos humanistas denunciaron el bajo nivel moral del clero, su escasa preparación, la primacía de los intereses terrenales sobre los espirituales y, en especial, la venta de indulgencias con las que se conseguía una rebaja de las penas del purgatorio.

Los anhelos de regeneración de las costumbres religiosas y la búsqueda de una vida espiritual más intensa y personal fueron abriéndose paso en círculos de religiosos y laicos como el de los Hermanos de la Vida Común, un grupo próximo a lo que se llamó la devotio moderna. Numerosos en los Países Bajos y Renania, e influyentes gracias a sus escuelas (Erasmo y Lutero asistieron a ellas) y a sus libros -sobre todo la Imitación de Cristo (1418), atribuida a Tomás de Kempis, (1380-1471)-, no desafiaban la ortodoxia abiertamente, sino que manifestaban sus críticas de forma implícita, prescindiendo de muchos ritos y preceptos que consideraban superfluos y defendiendo una piedad subjetiva y ascética basada en la lectura personal y directa de la Biblia. La crítica textual propugnada por los humanistas vino en su ayuda, demostrando que, aparte del bautismo y la eucaristía, presentes en los Evangelios, el posterior edificio de los sacramentos (confirmación, matrimonio, confesión, penitencia, extremaunción, ordenación) era artificial y estaba llamado a desmoronarse, y con él la necesidad de una casta sacerdotal que lo mantuviese en pie: la jerarquía eclesiástica entera, desde el papa hasta el último franciscano, se hacía innecesaria.

A nivel político, allí donde la Reforma triunfó tuvo lugar un proceso de consolidación del poder establecido. La ruptura con el papado liberó a los gobernantes de su dependencia respecto a una institución que proclamaba la superioridad de su poder espiritual sobre cualquier otro poder terrenal. Además, la supresión de las antiguas instituciones eclesiásticas y la secularización de sus bienes, junto al principio luterano que atribuía al poder político la organización de sus propias iglesias, favoreció una ampliación del ámbito de competencias del poder civil: el pastor se convertía así en funcionario del príncipe. La tesis del sacerdocio universal no implicó la desaparición del ministerio pastoral, sino la profesionalización de los líderes eclesiásticos a partir de una completa redefinición de su estatus social y de sus funciones. La labor fundamental del pastor era ahora la predicación de la doctrina, y el sermón se convirtió en pieza clave de una misa cuya liturgia se simplificaba y enriquecía a la vez con nuevos elementos como los cánticos, empleándose las lenguas vulgares como vehículo de comunicación.

La Reforma también tuvo importantes repercusiones sociales. Las doctrinas reformadas, al hacer hincapié en la salvación individual, estructuraron las prácticas piadosas en torno al culto doméstico. Las familias se integraban en parroquias en las que el pastor ejercía una "clericatura atenuada", una tarea de disciplina y control. La primera práctica colectiva era el culto dominical. La confesión privada al oído fue sustituida por una confesión pública leída por el pastor, quien también ofrecía una absolución general. La eucaristía se celebraba cuatro veces al año. Los ritos asociados a la existencia del feligrés (bautismo, matrimonio y funerales) perdieron toda su carga simbólica.

La teología luterana

El término Reforma, por su suavidad, puede inducir a confusión: la Reforma no fue una transición ni una serie de cambios programados, sino una verdadera revolución religiosa con aspectos y efectos políticos; la Reforma rompió la unidad de la Iglesia de Occidente, produjo nuevas formas eclesiásticas e inauguró una nueva época en la historia de la espiritualidad cristiana. Sin embargo, la palabra Reforma corresponde a la idea que tuvieron sus promotores de no ser los fundadores de una nueva religión, sino de restaurar, en un tiempo en el que ya estaban presentes todos los gérmenes de la edad moderna, el antiguo cristianismo. Si bien es la resultante de tendencias, aspiraciones e impaciencias ampliamente difundidas en Europa a principios del siglo XVI, la Reforma recibe un sello inconfundible por efecto de la personalidad de Lutero.

La formación de Lutero explica algunas de sus actitudes posteriores. Hijo de un minero, estudió con los Hermanos de la Vida en Común en un ambiente espiritual exigente. Destinado a ser jurista por voluntad paterna, decidió no obstante ingresar en la rigurosa orden de los Eremitas de San Agustín (1505). Su brillante carrera religiosa y universitaria en Wittenberg oculta, según el historiador Lucien Febvre, una profunda inquietud personal: "Lo que le importa a Lutero de 1505 a 1515 no es la reforma de la Iglesia. Es Lutero, el alma de Lutero, la salvación de Lutero. Sólo eso." Tras largas reflexiones, la solución teológica la encontró en las Epístolas de Pablo: la justificación por la fe.

Martín Lutero

La justificación por la fe es la base del pensamiento de Lutero, que rechaza la idea de que las obras puedan coadyuvar a que el hombre alcance la salvación. Lo que hace revolucionario el pensamiento luterano es la radicalidad de su formulación y la coherencia de su desarrollo, que conduce a una negación sistemática, en nombre de Dios, de las enseñanzas católicas fundamentales y de la propia Iglesia como institución. En efecto, si sólo la fe justifica, resulta innecesario todo ministerio sacerdotal, con poderes exclusivos para administrar los sacramentos, que haga de intermediario entre Dios y los hombres. Lutero sólo aceptaba como verdaderamente instituidos por Jesucristo los sacramentos del bautismo y la eucaristía. La revelación estaba contenida únicamente en la Biblia, y todo cristiano iluminado por el Espíritu Santo era capaz de interpretarla libremente. Esta idea, que rechazaba expresamente la tradición de la Iglesia, ocasionó la publicación de numerosas Biblias sin comentarios ni acotaciones. Las doctrinas reformadas se sintetizaron en el lema Sola fide, sola gratia, sola scriptura (Sólo fe, gracia y Escrituras).

Lutero resume en sí el conflicto de la cultura eclesiástica en el bajo Medioevo. Ningún contacto directo, al principio, con el Humanismo; pero su formación filosófica y teológica se perfecciona con la "vía moderna" de Guillermo de Occam: una filosofía crítica, no sin analogías con la kantiana, en la que la unidad de fe y razón queda destruida y la especulación metafísica se suspende. Dios se envuelve en un misterio abismal, del cual sale revelándose solamente en la medida en que quiere hacerlo, en la revelación histórica. Dios, que está más allá de todo concepto de bien o de mal, impone no obstante al hombre una disciplina; siguiéndola con su mejor voluntad, el hombre puede y debe legítimamente presumir que le es grato.

El esfuerzo para hacerse grato a este Dios insondable, llevado a cabo con una indudable seriedad y un vivo sentimiento de lo absoluto, conduce a Lutero a la paradójica conclusión de que el hombre no puede jamás estimarse positivamente digno de la gracia, y que su único mérito ante Dios consiste en reconocerse radicalmente pecador, acusándose sin merced ante Dios y haciendo suyo su veredicto condenatorio. A una tal acusación incondicionada de sí mismo, Dios contesta con una no menos incondicionada absolución. Estos pensamientos reciben en Lutero una influencia de apoyo por parte de la mística germánica, aunque no asimila (por sus premisas críticas occamistas) su fondo especulativo neoplatónico. El deseo de poner en claro su "teología de la cruz" como una doctrina de absoluta penitencia interior con respecto a la práctica penitencial de la Iglesia (indulgencias) conduce a Lutero a la proclamación de las noventa y cinco tesis (1517) y a la revolución religiosa.

La espiritualidad de la Reforma refleja las exigencias complejas y a veces antitéticas de la experiencia luterana. Por una parte la concepción intimista de la penitencia, y en general de la vida religiosa, pone al hombre directamente en relación con Dios, y al desvalorizar intrínsecamente las obras meritorias, es natural que la Iglesia, como dispensadora de la gracia, quede privada de motivación y sea abandonada; por otra parte, la actitud crítica, antirracionalista y anatomista que caracterizó a Lutero se contrapone al intelectualismo y a la confianza en la persona que aportó el Humanismo.

Lutero en un retrato de Cranach el Viejo (1521)

La Iglesia, como custodia de la revelación, como garantizadora sacramental de la gracia, es indispensable en su espiritualidad, y Lutero la reconstruye después haberla negado; pero la reconstruye como un puro cuerpo espiritual, abandonando sus aspectos jurídicos y administrativos a la autoridad de los príncipes alemanes, los cuales, en el pensamiento de Lutero, administran la Iglesia, no en cuanto son el Estado, sino en cuanto que ellos son también "miembros preeminentes" de la Iglesia, investidos, por su posición, de especiales responsabilidades.

La misma complejidad llena de antítesis se encuentra en toda la concepción luterana de la vida. Si Lutero abandona el estado monástico (no voluntariamente, a decir verdad, sino forzado por las circunstancias) y si lo combate como la quintaesencia de las "obras meritorias", con una polémica violenta hasta la injusticia, no por ello reivindica Lutero la posibilidad de un gozoso vivir humano. Todo el mundo para Lutero yace en el mal, y el pecado se insinúa en todas partes, desde la forma sutil de la vanidad y del amor a sí mismo hasta en las expresiones de moralidad más elevadas.

Por otra parte, precisamente porque el mundo es malo, y en ningún modo es posible crear en él una isla de perfección, el mundo es aceptado como es: como un campo de batalla, de ejercitación moral, como una cruz a veces, cumpliendo con fidelidad los deberes (relativos y siempre discutibles desde el punto de vista de lo absoluto) de los que se compone la vida humana, y que, cumplidos con religiosa conciencia, como deberes dictados por Dios al hombre en su particular situación concreta, asumen un valor de "vocación".

La vida se desenvuelve así en dos líneas paralelas: la vida de la fe, en su interioridad y pureza, y la vida del mundo, con su relatividad pecaminosa. El hombre cristiano, en su concreción, pertenece a la una y a la otra, sacando de su fe una exigencia superior, un motivo de control, y al mismo tiempo de desvío de la realidad problemática en que vive; en esta realidad halla las condiciones concretas para el ejercicio, ascético en el fondo y quizá doliente, de su fe. Pero la vida vivida en la fe no impide al mundo ser "mundo", insuperable pecaminosidad, y la fidelidad cristiana en el servicio del mundo no puede jamás asentarse en la cuenta favorable al hombre en el balance eterno: la única razón de subsistencia del hombre ante Dios es siempre su inmerecido y gratuito perdón.


Lutero dirige una plegaria en el Castillo
de Wartburg (óleo de Hugo Vogel)

En esta polaridad y ambivalencia está la característica profunda de la espiritualidad luterana. Es por otra parte difícil que ésta se mantenga íntegramente en la tensión y el equilibrio de su afirmación y negación. Y así, hay a menudo, ya en Lutero mismo y más en el luteranismo, una alternancia de estados de ánimo: unas veces de completa negación del mundo (del que se busca refugio en la interioridad de una vida espiritual autosuficiente y sin necesaria relación con la vida concreta,) y otras veces de afirmación integral de la vida en su autonomía relativa, que en un tiempo más próximo a nosotros, a causa de la reducción del cristianismo al plano de una religiosidad sin pecado original y sin redención trágica, se resolverá simplemente en el optimismo de la presencia interna de lo divino en el devenir del mundo.

Esta resolución, cuya paternidad (sea gloriosa o deplorable) Lutero no puede declinar en las concepciones del mundo moderno, está en todo caso más allá de las intenciones del reformador. De todos modos hay que reconocer a Lutero el mérito de haber planteado el problema de la ética con todo su rigor, aclarando la diferencia que hay entre lo moral, lo útil y lo jurídico. El bien no es la adecuación al contenido de una "ley", y no es tampoco lo ventajoso para mí o para mi prójimo; más allá de todo legalismo y de todo interés, el bien es la obediencia incondicional a una voluntad absoluta. La transcripción lógica de la experiencia luterana será la moral kantiana. Reduciendo a la razón legisladora del hombre la insondable voluntad del Dios de Lutero (que por otra parte se revela como una libre voluntad de amor para sus criaturas, poniéndose así como forma y contenido del deber), Kant empobrece sin embargo en cierta manera la ética luterana de la obediencia a Dios solo.

El anabaptismo

La Reforma luterana se encuentra, desde su aparición, en antítesis y en competencia con un movimiento popular de insurrección religiosa, social y política: el anabaptismo. La hostilidad hacia este movimiento de Lutero (quien tuvo su parte de responsabilidad moral en su sangrienta represión por obra de los príncipes alemanes) no es debida solamente a motivos contingentes. El anabaptismo no comprometía solamente la Reforma ante el juicio de los príncipes, de los que la Reforma tenía necesidad, sino que sobre todo expresaba una espiritualidad diversa, en la que revivían los motivos dominantes de las herejías medievales: la aspiración a la renovación de la sociedad, la espera del reino de Dios del año mil, la inspiración como suprema instancia religiosa y como contraseña de la madurez de los tiempos.

Con su voluntad de instaurar un orden cristiano, según el modelo del Sermón de la Montaña, el anabaptismo debía desconocer profundamente, a juicio de Lutero, la insuperable pecaminosidad del mundo y la diferencia irreductible entre el plano de la fe y el de la vida concreta. La voluntad del anabaptismo de purificar la Iglesia, transformándola en una comunidad de adultos bautizados después de una profesión de fe personal, no concordaba con la profunda y compleja concepción eclesiástica de Lutero, según el cual la Iglesia, en su profunda esencia, no es "visible" (sólo Dios discierne los que son justificados por él mismo), mientras que la organización visible de la Iglesia queda siempre sujeta a lo problemático de las cosas de este mundo.

También el carácter insurreccional del movimiento contradecía no solamente el temperamento conservador de Lutero, sino su profunda persuasión de que los males de este mundo han de ser soportados como una cruz y transfigurados en factores de vida interior. En fin, la apelación al Espíritu Santo, que aparecía, incluso en su realidad concreta, expuesto a todos los riesgos del subjetivismo, no se compaginaba con el apego a la Biblia que Lutero había heredado de su formación occamista, y que correspondía profundamente a las exigencias de su conciencia suspicaz ante todas las voces interiores y los impulsos incontrolables, en que fácilmente podían enmascararse las insidias del diablo. El espiritualismo de los anabaptistas presenta en cambio mayores afinidades con la religiosidad humanista que reconocía en Erasmo su más autorizado representante, y que por otra parte era opuesta a toda actitud revolucionaria. Hacia ésta, como hacia el anabaptismo, Lutero puso, con su famosa polémica contra el libre albedrío, un límite infranqueable.

El calvinismo

La Reforma llega a su completa expresión sociológica y eclesiástica y a su sistematización doctrinal coherente con el calvinismo. El espíritu lógico y jurídico latino de Juan Calvino (1509-1564); el hecho de que la Reforma calvinista se desarrolló en un ambiente ciudadano y republicano como el de Ginebra, y que en otras zonas (Francia, Países Bajos) se encontrara ampliamente empeñada en las guerras de religión; y el mayor radicalismo de esta Reforma, que no se limitó a corregir el edificio de la Iglesia medieval, como había hecho Lutero, sino que quiso fundarlo de nuevo sobre el modelo de la Iglesia primitiva (aspiración común con el anabaptismo), explican la diversa fisonomía del calvinismo.

La Iglesia calvinista, incluso allí donde está en relaciones de íntima colaboración con el estado, como en Ginebra, es una Iglesia que se gobierna por sí misma, por medio de sus consejos de pastores y de "ancianos" (consistorios, sínodos), creando de este modo en sus fieles el gusto y la capacidad del autogobierno. Su ética está determinada por el desarrollo que asume en la doctrina calvinista la idea de la predestinación. Esta doctrina, que parece que habría de conducir a un fatalismo pasivo, quitando al hombre todo motivo de obrar, se trueca en cambio en el Calvinismo en un enérgico impulso a la acción.


Juan Calvino

Los que están persuadidos de ser elegidos de Dios e instrumento de sus planes piensan cumplir en sus acciones su eterna voluntad, y recíprocamente encuentran en el éxito de sus acciones una comprobación de su elección. Las obras, eliminadas por Lutero como obras "meritorias", reingresan en la ética reformada como "signos" de la salvación cumplida. El dualismo del mundo y del Reino de Dios, que no es substancialmente menos completo para Calvino que para Lutero, no conduce en este caso a una tolerancia pasiva, sino a una enérgica actividad dirigida a someter el mundo a la voluntad de Dios, y a obligarle a reconocer su gloria.

La motivación de esta actividad en el mundo, por otra parte, está desprovista de todo motivo utópico: el mundo no es substancialmente mejorado por la actividad de los elegidos, y sigue siendo el mundo del pecado, provisional, transitorio, caduco. El calvinismo no espera una instauración milenarista del Reino de Dios (como el anabaptismo), y su visión de la vida perfecta se proyecta decididamente en el más allá (como en el luteranismo y en el catolicismo); pero igual que el catolicismo, y más que el luteranismo, se interesa por el problema de una sistematización de la ciudad terrena que tienda favorablemente a los fines del Reino de Dios.

La ética calvinista se traduce en la vida económica (estimulada por la supresión de la prohibición medieval del préstamo a interés) en un activismo al mismo tiempo libre y austero, que considera la vida como un combate, el lucro como un deber, el éxito como una sanción divina, el lujo como un pecado y la severidad del tipo de vida como un título de nobleza (puritanismo). Esta concepción de la vida, en los siglos XVII y XVIII, especialmente en suelo anglosajón, se cruza con otras influencias de origen humanista y anabaptista, que por una parte conducen a una atenuación de la doctrina de la predestinación (arminianismo) y por otra a una valoración más favorable de la capacidad del hombre natural (jusnaturalismo), e inclinan la autonomía de los elegidos calvinistas en el sentido de la declaración de los derechos del hombre y de la libertad de conciencia.

El devenir de la Reforma

Nacida de exigencias religiosas, la Reforma se entrecruza, en su difusión, con los intereses políticos y las pasiones nacionales y raciales, polarizando en los Estados germánicos el estado de ánimo impaciente por la influencia, a veces financieramente gravosa, de la curia romana, y sacando provecho de la secularización de los bienes eclesiásticos confiscados por los príncipes, en gran parte en provecho propio. Tal interferencia de motivos determina diversamente la configuración de la Reforma y de la Iglesia en los estados protestantes, y su conexión más o menos estrecha con las autoridades civiles.

Una posición aparte ocupa la Iglesia anglicana, brotada de un acto de gobierno regio al que debe también su fisonomía particular: católica en el rito y en la jerarquía, calvinista en la doctrina y en la moral. Pero la historia de la Reforma en Inglaterra no se identifica con la de la Iglesia anglicana, sino que más bien es la historia de la controversia del anglicanismo con las Iglesias "independientes", de más acentuado carácter calvinista. En Francia, la historia de la Reforma se inserta en la de las luchas de la nobleza provincial contra el creciente absolutismo monárquico. De esta situación de minoría combatida y perseguida se deriva la teoría calvinista del derecho a la resistencia, por parte de los "magistrados inferiores" y de los estados generales, al arbitrio del soberano. En Italia la Reforma se redujo a un movimiento de "élites" intelectuales, más o menos íntimamente unido al humanismo. A este origen cultural deben los reformadores italianos su peculiar fisonomía, que les confiere una posición intermedia entre Renacimiento y Reforma, y los convierte en precursores (incomprendidos y combatidos hasta por los protestantes de su tiempo) de la Ilustración del siglo XVIII (socinianismo).

La época de la Reforma comprende esencialmente los siglos XVI y XVII. En el XVIII afloran en la sensibilidad europea nuevas tendencias, que aunque sigan buscando su inspiración en la fe y en la piedad de la Reforma, señalan al mismo tiempo hacia nuevos problemas y nuevas orientaciones. El predominio de la Biblia en la Reforma quedará sometido a la crítica de la razón y de la historia; el dogma cristiano se resolverá en la "religión natural" (Ilustración); la esfera del sentimiento, relegada a un segundo plano por el objetivismo teológico, eclesiástico y sacramental de la ortodoxia protestante, recobrará la conciencia de su autonomía, contraponiéndose al racionalismo (Pietismo, Metodismo, Romanticismo). El protestantismo vivirá en adelante de su controversia con el mundo moderno, al cual sigue proporcionando importantes temas de meditación espiritual.

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Martin Lutero Su Historia Documental Completo


Publicado el 24/06/2012
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(BG-2014) RESEARCH: "Lutero explica la gran diferencia entre el Cristianismo y el Catolicismo"

Lutero explica la gran diferencia entre el Cristianismo y el Catolicismo

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Ideas y movimientos sociales y políticos

por Antonio Carrasco

La Reforma: Lutero y Calvino


1. Los orígenes de la Reforma

La Reforma Protestante apareció en una cristiandad marcada por la inquietud religiosa, la crisis de la espiritualidad medieval y la impotencia de la Iglesia para superarla.

Las aspiraciones espirituales

El final de la Edad Media se caracteriza por la existencia de un clima de inquietud religiosa. El cristiano siente la necesidad de asegurar su salvación y busca los medios. Recurre a la devoción tradicional, pero ante la imposibilidad de conocer a Dios, intenta encontrar respuestas en otras vías:
  • Pide ayuda a la Virgen y a los Santos.
  • Realiza obras piadosas y peregrinaciones.
  • Paga misas por los difuntos.
  • Utiliza objetos religiosos (como medallas, escapularios y reliquias).
  • Recita más o menos mecánicamente plegarias y letanías.
  • Colecciona indulgencias comprando el perdón de los pecados.
El cristiano cae así en un grave peligro: la tendencia hacia el formalismo y la superstición.
La elite intelectual también sufre esta preocupación. Influida por el nominalismo de Guillermo de Occam, que separa la fe de la razón, intenta relacionar la experiencia sensible con las creencias.
Los cristianos buscan, por tanto, la salvación de forma individual ya que la Iglesia no ofrece respuestas.

La crisis de la Iglesia

La crisis de la Iglesia bajomedieval es tanto institucional como espiritual:
  • Institucional:
    • Los papas se ocupan de otros temas más que del ejercicio de su oficio pastoral: las artes (Pío II), las ambiciones familiares (Alejandro VI), la guerra (Julio II), las construcciones (León X).
    • Abundan los cardenales, siendo muchos de ellos indignos de tal grado.
    • La Curia pontificia busca beneficios, exigiendo a las iglesias locales tributos cada vez mayores.
    • Muchos obispos son nombrados por motivos políticos, no residen ni ejercen en sus respectivos territorios, y buscan los mayores beneficios.
    • El proletariado clerical urbano está mal pagado y apenas tiene formación o predisposición para realizar su labor. En gran número, se dedica a la vida cómoda (la carnalidad, el concubinato, la violencia, la bebida).
    • Los clérigos regulares dejan de observar sus reglas monásticas, abandonan las clausuras, sus costumbres no dan ejemplo y se mueven por intereses personales y terrenales.
  • Espiritual (la ausencia de preparación y vocación pastoral en el clero):
    • El sacerdocio es considerado como un oficio más.
    • La mayor parte del clero rural no tiene formación teológica, pastoral o litúrgica. No sabe latín y se limita a recitar textos que no entiende. Ignora las Escrituras. Y dispensa sacramentos como remedios mágicos.
    • El clero urbano estaba mejor formado. Sus miembros solían tener, al menos, una mínima preparación universitaria, aunque la formación escolástica no era suficiente.

Intentos “ortodoxos” de reforma

La mayoría de los intentos de reforma tuvieron como objetivo la supresión de los abusos de la Iglesia, pero no ofrecieron solución a las preocupaciones espirituales. Relacionamos a continuación los distintos tipos de intentos:
  • Intentos oficiales. Tanto el Papado como la jerarquía eclesiástica trataron de utilizar los concilios para acabar con los abusos más evidentes. Pero, en general, los problemas políticos tendieron a impedir la reforma religiosa.
  • Los gobernantes laicos también fracasaron al intentar erradicar los abusos de sus Estados. Solo la Iglesia hispánica, gracias al Cardenal Cisneros, experimentó una mejora material y espiritual.
  • Intentos privados. Tuvieron escaso eco acciones como la reforma de algunas congregaciones, la fundación de órdenes nuevas o la creación de escuelas para la formación de los futuros clérigos.
Al margen de la Iglesia oficial, los intelectuales buscaron nuevas vías espirituales, marcadas por el individualismo:
  • Misticismo. El misticismo o devotio moderna proponía la abstracción del mundo y la meditación y oración individual como forma de acercamiento a Dios. Su principal representante fue Thomas Kempis. Más que llevarle a la salvación, el misticismo ayudó al cristiano a tomar conciencia de la imposibilidad de imitar a Cristo.
  • Humanismo. El humanismo partía del optimismo antropológico y reconocía la aptitud del cristiano para realizar el bien y, por tanto, para salvarse. Los humanistas deseaban una vuelta a la sencillez evangélica y proponían una religión intelectualizada basada en el conocimiento de las fuentes sagradas, que evitaba las formas exteriores próximas a la superstición. Se trataba de una religión de intelectuales para intelectuales y ello llevó al fracaso al Humanismo cristiano.

La situación en Alemania

A comienzos del siglo XVI, la situación social, política, económica y religiosa en Alemania era propicia para el desarrollo de la Reforma por distintos motivos.
  • La debilidad del poder imperial.
  • Las ambiciones de autonomía de los “príncipes” alemanes.
  • La prosperidad de las ciudades.
  • Las tensiones sociales existentes entre el campesinado y los señores, y entre las ciudades y la nobleza
  • El nacionalismo, muy hostil a las influencias romanas.
  • Los abusos eclesiásticos (como el crecimiento de las exacciones de dinero para la Curia romana, o la concesión de cargos eclesiásticos a extranjeros o al mejor postor).

2. Tesis fundamentales de la Reforma

La salvación y la justificación por la fe

Lutero encuentra una nueva solución al problema de la salvación del hombre. Afirma que esta depende por completo de la voluntad divina y que solo la fe puede justificar sus actos ante Dios.
Lutero parte de una antropología pesimista. El hombre fue corrompido por el pecado original y, por ello, la maldad siempre está presente en cualquier comportamiento humano. El hombre no puede justificarse con las obras, porque no puede presentar únicamente obras buenas al juicio divino. Por ello, solo es posible la justificación por la fe. El hombre debe creer y confiar en la bondad y la misericordia divinas; Dios perdona al hombre que cree. Esta fe en la confianza del perdón se llama “fe fiducial”.
Según Lutero, hay dos vías para tener fe:
  • El conocimiento directo de la Palabra de Dios, por medio de la lectura de las Sagradas Escrituras. El hombre es capaz de entender las Sagradas Escrituras. Este principio del libre examen le permite al teólogo alemán justificar su separación de la doctrina tradicional católica: frente a la interpretación institucional, la lectura e interpretación individual. Lutero trató de promover la lectura de la Biblia traduciéndola al alemán.
  • La predicación, en sus diferentes formas (el sermón, el culto litúrgico, los himnos, las procesiones, los ritos de los sacramentos…), también puede promover la fe. Lutero opina que no es necesario que la predicación sea realizada por sacerdotes, que han recibido poderes especiales para realizar tal misión y la de gobernar la Iglesia. Frente al sacerdocio ministerial de la Iglesia católica, el teólogo alemán aboga por el sacerdocio universal, es decir, cree que todos los cristianos bautizados pueden predicar su fe para promover la de los demás. Admite la existencia de pastores –ministros litúrgicos y predicadores profesionales-, especialmente entrenados y preparados para la preparación, pero rompe la distancia jerárquica entre laicos y clérigos.

La Iglesia evangélica

Lutero tiene un concepto diferente de la Iglesia. La Iglesia evangélica es una comunidad de creyentes espiritual en la que no existen las jerarquías. La dirección de la comunidad recae en las autoridades políticas, que se ocupan de tareas como el mantenimiento de los templos o la formación y la designación de los pastores. La justificación del poder organizativo de las autoridades civiles en la Iglesia reformada se basa en el principio del origen divino de la autoridad.

3. Martin Luther

Origen y formación

Martín Lutero nació en Eisleben el 10 de noviembre de 1483, hijo de un campesino acomodado, convertido en explotador de minas de cobre. Estudió con los Hermanos de la Vida en Común (devotio moderna). En 1501 ingresó en la Universidad de Erfurt, licenciándose en Filosofía en 1505. Siguiendo los deseos de su padre, se matriculó para cursar Derecho. Pero ese mismo año 1505, tras una gran tormenta, decidió ingresar en el monasterio agustino de Erfurt, para dedicarse por completo a la salvación de su alma. La entrega al estudio de la Sagrada Escritura y de la Teología, y el fiel cumplimiento de la ascética vida conventual no consiguieron convencerle de que podría conseguir la salvación; al contrario, le hicieron más consciente de sus pecados. Tras ser ordenado sacerdote, fue enviado a estudiar Teología a la Universidad de Wittenberg, donde se doctoró en Biblia en 1512 y comenzó a impartir docencia. Y en 1515 fue nombrado vicario de su orden, quedando bajo su cargo 11 monasterios.
Durante esta primera etapa de su vida de éxitos religiosos y universitarios, Lutero esconde una gran angustia existencial. Entre 1505 y 1515 no le preocupan los abusos de la Iglesia Católica, sino la salvación de su propia alma. Formado en las desesperanzadoras enseñanzas del occamismo y convencido de la naturaleza pecadora del hombre, Lutero acabó encontrando la solución en la sola fide, esto es, llegó a la conclusión de que Dios no juzga a los hombres teniendo en cuenta las obras buenas y las malas, sino que le justifica y salva si tiene fe.

La disputa sobre las indulgencias

Lutero se dedicó a enseñar su interpretación de la justificación por la fe en las aulas de la Universidad de Wittenberg. Ello no le trajo problemas. En cambio, sí se convirtió en el centro de las polémicas tras la disputa sobre las indulgencias.
La Santa Sede recaudaba ingresos gracias a la venta de “indulgencias”, bulas que aseguraban la remisión de parte de las penas del purgatorio. Indignado por la predicación de un dominico que había ido a vender indulgencias a Sajonia, para recaudar dinero para financiar la construcción de la Basílica de San Pedro en Roma, el 1 de noviembre de 1517 fijó en la puerta de la iglesia del castillo de Wittenberg un documento en latín que contenía 95 tesis, que denunciaban la ineficacia de las indulgencias, ya que solo Dios -y no el papa- podía perdonar las penas del purgatorio, y los intereses económicos que escondía este tráfico.
Las 95 tesis fueron traducidas al alemán e impresas. Se difundieron muy rápidamente por Alemania y por toda Europa. Entre 1518 y 1520, hubo diversas disputas entre los representantes papales (fundamentalmente dominicos) y el propio Lutero. Las posturas se fueron radicalizando y Lutero terminó afirmando su pensamiento teológico:
  • Rechazo de la autoridad del papa y de los concilios.
  • Revalorización de las Escrituras (sola scriptura) para reforzar la fe.
  • Inexistencia del purgatorio.

La ruptura con la Iglesia romana

Durante los años de las disputas, Lutero contó con el apoyo de algunos humanistas (como Ulrich Von Hutten y Philipp Melanchthon), estudiantes de Wittenberg y Erfurt, ciudades como Nüremberg o Constanza, y la pequeña nobleza renana. Dichos apoyos le permitieron difundir sus ideas con rapidez.
En 1520, Lutero publicó tres grandes tratados:
  • El Papado de Roma, en el que defendía que el papa no tenía ninguna autoridad divina y que estaba sometido, al igual que los demás fieles, a la Palabra.
  • A la nobleza cristiana de la nación alemana, en el que definió la doctrina del sacerdocio universal y afirmó la posibilidad de todos los hombres de leer e interpretar libremente las Escrituras.
  • De la libertad cristiana y la cautividad babilónica de la Iglesia, tratado en el que criticó el uso de los sacramentos como medio para el refuerzo de la autoridad sacerdotal, la validez de solo el bautismo y la comunión, y la teoría escolástica de la transustanciación.
La exposición del pensamiento de Lutero motivó la represión de la Sede Apostólica, que por medio de las bulas Exurge Domine y Decet Romanum Pontificem, condenó las ideas del teólogo alemán y terminó excomulgándole a él y a sus partidarios.
A principios de 1521, Carlos V ordenó a Lutero comparecer ante la Dieta de Worms. En ella, el agustino reafirmó todo su pensamiento y se marchó de Worms. Poco después, el emperador publicó el Edicto de Worms (25-5-1521), declarando a Lutero prófugo y hereje, y prohibiendo sus obras.
Lutero fue protegido por Federico de Sajonia, siendo escondido en el castillo de Wartburg. Allí se dedicó a traducir al alemán la versión de Erasmo del Nuevo Testamento.

La expansión del luteranismo

Entre 1522 y 1526, Lutero reforzó sus posiciones:
  • Frenó a los extremistas (Andreas Karlstadt).
  • Hizo manifiesta su oposición al anabaptismo.
  • Rehusó apoyar la rebelión de los caballeros contra las posesiones temporales de los obispos renanos.
  • Condenó la revuelta de los campesinos de Suabia.
Entre 1524 y 1525, Lutero rompió con los humanistas. La convergencia inicial (basada en la primacía de las Escrituras, el desdén por los ritos y las devociones tradicionales, y la hostilidad por determinadas órdenes religiosas) dio paso a serias divergencias doctrinales. Frente a los humanistas, que creían en la bondad natural del hombre, en el valor de las obras y en la posibilidad de cooperar con la obra divina, Lutero afirmó la impotencia del hombre pecador y la independencia de la salvación respecto a las buenas obras. Erasmo publicó en 1524 De libero arbitrio, defendiendo la libertad del hombre en oposición a la predestinación y el valor de las obras. Y Lutero le respondió brutalmente en 1525, con la publicación de De servo arbitrio, afirmando la relación de dependencia entre gracia divina de la fe y la salvación del hombre.
Durante los años siguientes, la Reforma se extendió por Alemania (Sajonia, Hesse, Baviera, Baden-Wurtemberg, Brandenburgo) y llegó al reino de Suecia de la mano del rey Gustavo I Vasa. Para favorecer la organización de las nuevas comunidades, Lutero encomendó a las autoridades políticas la formación de las iglesias locales, la elección de los pastores y su vigilancia, y la organización de los ritos litúrgicos. Los príncipes y los gobernantes de las ciudades imperiales se apresuraron a implantar la reforma, pero más que por fervor religioso, por intereses económicos, ya que se apropiaron de los bienes de la Iglesia católica.
Carlos V intentó frenar la expansión evangélica en la Dieta de Spira (1529), pero la minoría luterana “protestó” contra las intenciones imperiales, hecho que generalizó la denominación de “protestantes”. La actitud de Carlos V les llevó a la constitución de la Liga de Schmalkalden.
Las guerras contra turcos y franceses impidieron al emperador ejecutar sus planes en Alemania. A finales de 1545, los protestantes fueron convocados al Concilio de Trento, pero se negaron a asistir. Poco después, el 28 de febrero de 1546 murió Lutero en Eisleben. La guerra contra la Liga de Schamalkalden se resolvió con la victoria imperial de Mühlberg en 1547. Carlos V impuso el Interim de Augsburgo, ordenando la tolerancia a los protestantes y la restauración del culto católico en todo el Imperio. No obstante, los príncipes se resistieron y estalló de nuevo la guerra. La situación alcanzó una solución definitiva en 1555 con la firma de la Paz de Augsburgo, que reconoció el principio “cuius regio eius religio”.

Pensamiento político

Lutero se preocupó por definir el comportamiento del cristiano en su vida temporal, tocando temas como la familia, el trabajo, la economía, las ciencias, las artes o la política. En general, creía que la fe del cristiano debía hacerse explícita en las obras de la vida civil, y que el cristiano debía realizar su trabajo para servir al prójimo y glorificar a Dios.
A Lutero no le interesaba especialmente el mundo de la política, pero tuvo que reflexionar sobre él con motivo de los disturbios que agitaron Alemania entre 1523 y 1525, y cuando los príncipes protestantes se enfrentaron al emperador.
La base de su pensamiento político se encuentra en la doctrina de los dos reinos y de los dos regímenes, siendo “reino” un tipo de sociedad y “régimen” un tipo de gobierno. Partiendo de las ideas de San Agustín, Lutero piensa que los hombres se agrupan en dos tipos de sociedad: la de los cristianos verdaderos y la de los no cristianos. El reino espiritual, al que el hombre pertenece para asegurar la salvación del alma, está gobernado por Cristo, sus normas son la ley de Dios (el derecho divino), que es comunicado por la Palabra. Los ministros de este reino tienen únicamente la misión de evangelizar (pero no tienen autoridad, porque todos los cristianos son sacerdotes).
El hombre, además, tiene una vida natural en la sociedad temporal, sometida a una autoridad civil, que tiene como función utilizar la “espada” para evitar las maldades. El poder político es, por tanto, una institución de origen divino cuya misión es evitar y reprimir la maldad del hombre para hacer posible la vida en sociedad. De esta forma, obedecer al poder civil es obedecer a Dios. Los dos regímenes, la Palabra y la espada, son los modos en que Dios gobierna a los hombres; ambos tienen origen divino.
Aunque el buen cristiano no necesita la espada, se somete a ella por amor al prójimo, porque la espada es buena para la sociedad. La gestión política es una profesión necesaria para la sociedad. El cristiano dispuesto a ejercer dicho oficio debe asumirlo porque así sirve al prójimo. En esta línea, Lutero escribe instrucciones al príncipe cristiano, para enseñarle cómo debe ejercer cristianamente la autoridad secular.
El poder civil tiene límites; no puede tomar decisiones relacionadas con los asuntos propios de la fe, ni puede obligar a creer, porque la religión es personal e íntima. La espada no está al servicio de la religión, sino para castigar a los delincuentes, controlar las obras de beneficencia y dirigir la educación.
La afirmación del carácter divino de la autoridad lleva implícita la obligación de obediencia del cristiano al poder temporal. Lutero reflexiona sobre los límites de dicha obediencia, distinguiendo entre desobediencia y resistencia:
  • La desobediencia está justificada cuando el poder ordena algo contra la ley de Dios.
  • En cuanto al derecho de resistencia, Lutero comenzó negándoselo a los súbditos de un príncipe, incluso en situaciones de tiranía. Reconocía que solo Dios podía castigar a los tiranos y que estos eran castigos enviados por Dios a los pueblos por los pecados cometidos. En cambio, cuando los protestantes comenzaron a pensar en el recurso a la oposición armada para hacer frente al emperador, Lutero admitió el derecho de resistencia de los príncipes respecto al emperador. Y al final de la década de los 30, Lutero reconoció explícitamente el derecho de resistencia contra el emperador afirmando que Carlos V era un soldado del papa y que este era un monstruo contra el que era lícito luchar. Por tanto, la doctrina luterana enseña que el súbdito privado nunca tiene derecho de resistencia, y que las autoridades civiles pueden tener derecho de resistencia respecto de otra autoridad superior por motivos políticos (cuando el tirano incumple las condiciones del pacto “feudal” con los príncipes) o religiosos (cuando el tirano se convierte en agente del diablo).
El pensamiento político de Lutero es conservador. El orden social es definido por la Providencia y el cristiano debe respetarlo. Este quietismo político y social queda confirmado por su pensamiento económico. Lutero consideraba la agricultura como la base del modelo económico. Aceptaba con recelo el comercio, defendiendo el concepto medieval del precio justo. Y era partidario de la licitud del préstamo con interés moderado. Estas líneas económicas contrastan totalmente con las posturas calvinistas.

4. Jean Cauvin “Calvinus”

Desde los primeros años del movimiento luterano aparecieron otros reformadores que, partiendo de las mismas premisas que Lutero, llegaron a formulaciones muy diferentes. Estas corrientes desempeñaron un papel importante hasta la aparición de Calvino:

Reseña biográfica

Juan Calvino (1509-1564) nació en Noyon, capital de la Picardía. Estudió Humanidades en la Universidad de París y Derecho en la de Orleáns y Bourges. Volvió a París, donde se dedicó al estudio del cristianismo primitivo. Allí se relacionó con círculos reformistas erasmistas y luteranos, optando por la nueva fe. A fines de 1533 la Sorbona tomó medidas contra estos últimos y Calvino se vio obligado a huir de Francia. En 1536, publicó en Basilea la Institutio christianae religionis, el primer tratado sistemático de la fe evangélica. De Basilea pasó a Ginebra, donde el Consejo de la ciudad, siguiendo el ejemplo de Zurich, ya había empezado la reforma religiosa. Requerido por el Consejo de Ginebra, Calvino tomó la iniciativa de la reforma. Después de algunos incidentes, Calvino se estableció definitivamente en Ginebra, ciudad en la que murió en 1564.

Pensamiento religioso

Calvino creó un cuerpo doctrinal a partir de las ideas fundamentales de Lutero (impotencia del hombre y salvación por la gracia divina de la fe) y de aportaciones de otras corrientes reformistas.
El calvinismo se diferencia del luteranismo en dos premisas:
  • Parte de una concepción más optimista del hombre, de una valoración más positiva de las capacidades del ser humano.
  • Presenta a Dios como un soberano absoluto, todopoderoso e incognoscible, que decide a quién salvar y a quién condenar.
Para Calvino, la práctica de la vida cristiana es el signo fundamental de la pertenencia del hombre al grupo de los predestinados a la salvación. Y el éxito en las empresas temporales es la señal de la bendición de Dios. Por tanto, el cristiano debe buscar y conseguir el éxito en su vida secular para confirmar su salvación. De acuerdo con esta filosofía, Calvino se muestra duro con los pobres e inmisericorde con los indigentes, al considerar que son condenados por Dios.
La Iglesia era para Calvino una comunidad de creyentes que debía poner de manifiesto su condición de pueblo elegido por Dios. Para ello, requería una organización externa y un gobierno. Este era competencia de un Consejo, Consistorio o Presbiterio, formado por censores cuya misión era el cumplimiento del orden de Dios. El poder civil había de colaborar con la autoridad espiritual para implantar dicho orden. De esta forma, el poder temporal había de quedar sometido al espiritual.
Esta organización dio solidez y empuje a la Reforma, que se expandió por el Palatinado, los Países Bajos, Escocia, Inglaterra (de donde pasó a América), Francia, Polonia y Hungría.

Pensamiento político

Tanto Lutero como Calvino consideran necesario el gobierno civil y admiten el origen divino del poder (frente a las tendencias anarquistas de los anabaptistas). Calvino reflexiona sobre el gobierno civil de una comunidad cristiana. No separa la esfera temporal (política) de la espiritual (eclesiástica).
El gobierno civil de una comunidad cristiana tiene dos misiones:
  • Mantener y conservar el culto divino externo, la pureza de la doctrina y la integridad de la Iglesia.
  • Asegurar la paz social, asumiendo la educación cívica, la formación laboral y las actividades asistenciales.
El poder civil tiene origen divino, por lo que el ciudadano debe obedecer a las autoridades civiles siempre que sus disposiciones no vulneren la obediencia a Dios. El cristiano debe obedecer al magistrado incluso cuando se comporte como un tirano, ya que es un instrumento divino y solo a Dios le compete su castigo.
Este planteamiento parece eliminar cualquier derecho de resistencia. No obstante, Calvino llegó a admitir que si un gobernante no cumple con su misión sagrada y procede contra el derecho y el honor de Dios, pierde su autoridad y se convierte en un hombre particular.

Pensamiento económico

El pensamiento económico de Calvino se centra en la valoración de la profesión como realización del cristiano para la mejora de la comunidad. Además, el éxito en la profesión es signo claro de predestinación, lo cual, refuerza la dedicación profesional de todo creyente. El objetivo del ejercicio de la profesión es el servicio a los demás, no la obtención de lucro. El éxito profesional es, por tanto, compatible con la austeridad.
Calvino reafirma el derecho de propiedad. Aunque Dios es el verdadero propietario de todo, el hombre es un propietario de segundo orden, que debe responder ante Dios de la administración de su propiedad.
También reconoce la licitud del préstamo con interés moderado (5-6%), ya que admite la productividad del dinero. Sobrepasar dicho interés es usura y pecado. Distingue entre dos tipos de préstamos: el no productivo (sin interés, para remediar una necesidad del deudor) y el productivo (con interés, cuando el deudor pretende generar riqueza del capital obtenido).
El pensamiento económico de Calvino no tiene un espíritu puramente capitalista ya que el trasfondo del trabajo es la solidaridad y no el lucro.

Written by Antonio Carrasco Rodríguez
marzo 8th, 2010 at 11:31 am
Tomado de http://blogs.ua.es/ideaspoliticas/la-reforma-lutero-y-calvino/

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Martin Lutero Su Historia Documental Completo


https://www.youtube.com/watch?v=5p_DfqrGLkY
Publicado el 24/06/2012
Sin descripción disponible

https://www.youtube.com/watch?v=tsgWYDiIoJo
Publicado el 17/04/2012
La Salvación por Medio
de Buenas Obras
La doctrina católica enseña que para ser salvo, uno debe hacer buenas obras continuamente.

"No se salva, en cambio, el que no permanece en el amor, aunque esté incorporado a la Iglesia" (pp. 246-247, #837).
Para ser salvo, también se deben realizar obras como el bautismo (véase p. 360, #1257), además de diversos sacramentos (véase p. 327, #1129) y muchas obras adicionales.

Una vez más las enseñanzas del catolicismo se oponen a la Palabra de Dios, la cual afirma que la salvación no puede ganarse, sino que es un don gratuito de Dios que no merecemos.

"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe".
Efesios 2:8-9
"Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo".
Tito 3:5
La Biblia repetidamente declara que la salvación es por fe, nunca por buenas obras:

"Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley".
Romanos 3:28
"Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles...".
Gálatas 3:8
¿Cómo llegamos a ser hijos de Dios?

"Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús".
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